miércoles, 1 de noviembre de 2023

Cáceres, de nuevo

 


Era domingo. A pesar de los amenazantes nubarrones que presagiaban lluvia, nos dirigimos a la zona histórica para dar el acostumbrado paseo que realizamos cuando viajamos a la capital cacereña. En esta ocasión, obviamos los lugares en que se ubican los magníficos edificios de visita obligada de los numerosos grupos a los que acompañan los incansables guías locales. 

Decidimos perdernos por algunos de los recónditos espacios menos concurridos que poseen ese encanto de los rincones solitarios plenos de colorido y de historia que tanto abundan en esta ciudad. Cáceres nunca defrauda. 


Comenzamos a recorrer callejuelas ya olvidadas hasta llegar a la Puerta del río, la entrada monumental más antigua que se conserva de las murallas.


Continuamos por la calleja del moral, una empinada callejuela de ruejos y penetramos en el barrio de San Antonio con unos preciosos rincones cercanos a su ermita, la antigua sinagoga. 



Allí nos topamos con algunos dibujantes urbanos de Cáceres y Portugal que concurrían al festival de
Sketchers , plasmando en su cuadernos la belleza del casco histórico cacereño.


Últimamente no llevo cámara fotográfica. Me he apuntado a la comodidad del teléfono móvil con el que me las arreglo para conseguir instantáneas aceptables. Ascendimos hasta la Plaza de las veletas y penetramos en la casa del mismo nombre que alberga el museo de Cáceres, con la sana intención de volver a visitar el aljibe que se esconde en sus entrañas.


A través del patio central, por estancias que albergan restos de todo tipo de esculturas, mosaicos, armas  y los instrumentos más variados, pudimos acceder al aljibe que, tras las recientes lluvias, se encontraba espléndido.


Un vez en el exterior, nos encontramos con el nutrido grupo de Sketchers haciéndose la foto de familia ante las cámaras de la televisión local.


Tras esto cometimos lo que pudiéramos considerar un crimen respecto a la rica gastronomía extremeña: comer en un restaurante asiático. Los niños impusieron su ley en esta ocasión. Dado que somos de buen yantar y conformar, a pesar de la elección, salimos satisfechos. Quizás el rosado navarro con el que acompañamos las exóticas viandas contribuyó a elevar el grado de satisfacción.

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