Foto: felipe Tajafuerte |
Como nimbos de un cielo añil plomizo
la cumbre del Moncayo se perfila
curvilínea. El céfiro desfila
por laderas que esbozan un hechizo
gris cóncavoconvexo. El calizo
bucle de los peñascos, retahíla
berroqueña y salvaje, se deshila
por arroyos de musgo escurridizo.
Hay que mirar el llano de la altura
donde las nubes bailan con los ruejos
y esbozan los collados con premura
su deriva. Se agosta, a lo lejos,
el cauto atardecer que se desliza…
y una luna de nácar cristaliza.
Felipe Tajafuerte. 2022