Al amor de la morera.
que da cobijo en verano,
me acomodo muy temprano,
y apaño la cafetera.
Es mi colación primera.
¡Qué sabor sutil y arcano
del café que tengo a mano!
del café que tengo a mano!
Próximo a la enredadera,
debajo del entramado
que forman las verdes hojas,
estoy fresco y sosegado
saboreando un milhojas.
Y como cantó el poeta:
¡Qué tranquilidad violeta!
Felipe Tajafuerte. 2021
¡Que paz desprende este poema! Dan ganas de acompañarte, bajo el amor de esa morera, con el café y el milhojas. Ánimo Felipe y sigue con tus poemas y microrrelatos.
ResponderEliminarEstás invitada.
EliminarDerrocha alegría, te imagino con el dulce entre manos... Qué gracia tienes, Felipe
ResponderEliminarGracias, Cris. A eso se llama mirar con buenos ojos.
EliminarUna invitación al descanso, vaya que si.
ResponderEliminarUn saludo.
el dolce far niente. Un abrazo
EliminarEs todo un privilegio gozar de esa paz, saborearla y hacer de ella copla que cantar al viento.
ResponderEliminarUn abrazo, Felipe.
Sí, no se está mal del todo. Un abrazo
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