Otra semana más sin salir más que a dar mi aplauso para todos los que están haciendo que esto sea más llevadero y, especialmente, al personal sanitario que aguanta carros y carretas. Y otra semana que he seguido cumpliendo el objetivo propuesto. Estos son los poemas de la semana pasada.
COVID 19
XXVIII (lunes) Décima
Me afinco ante el ordenata
y entre rimas y otras flores
lo paso de mil amores
dando al personal la lata
mientras me tomo un cubata
tras otro. ¡Madre, que estrés!
-exclamo pedo después-
tanto lavarme las manos
se me van a quedar planos
los dedos y hasta los pies.
XXIX (martes)
¡Ya es catorce de abril! ¡Quién lo diría!
Llevo quietico en casa un mes y un día
Sin saber de verdad lo que acontece
¡Hoy es martes, joder! ¡Pero no trece!
¿Por qué me da un canguelo extraordinario
los días que vendrán del calendario?
Debiera darme igual, quitarle hierro,
olvidarme los días de este encierro.
Tenedme compasión y no contéis.
Todos iguales para mí seréis…
¡Catorce, veinticuatro, veintiséis!
Llevo quietico en casa un mes y un día
Sin saber de verdad lo que acontece
¡Hoy es martes, joder! ¡Pero no trece!
¿Por qué me da un canguelo extraordinario
los días que vendrán del calendario?
Debiera darme igual, quitarle hierro,
olvidarme los días de este encierro.
Tenedme compasión y no contéis.
Todos iguales para mí seréis…
¡Catorce, veinticuatro, veintiséis!
XXX (miércoles) Décima
Anteayer nos enteramos
que no se encuentran braceros
para trabajos camperos.
Es difícil lo entendamos
tal y como ahora estamos.
Pronto vamos a observar
nuevos “turistas” llegar
para hacer estas labores
¿Es que hay quien, de mil amores,
en paro prefiere estar?
XXXI (jueves) Romance
Hay más gentes implicadas
que no reciben aplausos
y trabajan día a día
dando sin cesar el callo.
Voy a anotar una lista
con los que voy recordando
y, si se me olvida alguno,
dese, por favor, contado:
Camioneros, farmacéuticos,
repartidores, soldados,
periodistas, basureros,
recolectores del campo,
panaderos, pescateros,
nuestros fruteros de barrio,
reponedoras, cajeras,
dependientes de mercados,
taxistas y celadores,
limpiadoras sin descanso,
carniceros, policías,
carteros enmascarados,
agricultores que estáis
nuestras calles fumigando,
barrenderos, seguratas
y hasta el señor del estanco
que, aunque yo no fume nada,
tiene que estar como un clavo,
conductores de ambulancias,
el gremio de funerarios,
el resto de los obreros
que siguen en su trabajo
para que nada nos falte
y esto siga funcionando,
y aquellos que hacen posible
que continuemos cobrando.
Perdonad los que no estéis
aquí y ahora nombrados.
Sin embargo, ¿no es verdad
que el personal sanitario
es el que más está expuesto
de este virus al contagio?
Por eso todos los días
reciben esos halagos
que cada tarde a las ocho
con palmas les otorgamos,
aunque no sean los únicos
a quienes se deba darlos.
XXXII (viernes) Romance heroico
Hay un colectivo al que nadie aplaude:
Los que permanecemos confinados
en nuestra casa. Somos mayoría
pero nadie nos tiene en cuenta, dado
que es una obligación obedecer
y no salir. Tenemos, sin embargo,
claustrofobia y el síndrome de Diógenes
porque ni la basura excarcelamos.
El miedo nos sustrae los sentidos
creyéndonos suspensos y acabados,
nos vuelve torpes cuando por cautela
con mascarilla y guantes nos tapamos
Hay que llevar la nota de la compra
cuando accedemos al supermercado.
para comprar el pan, la mantequilla,
la carne, las galletas, el pescado.
el azúcar, el vino, las lechugas,
las tónicas, la leche, los garbanzos
y el café. Y tener la precaución
de observar con el último vistazo
que no nos falta nada de la lista,
que estén todas las cosas en el carro.
Así pasan los días de monótonos,
con pocas diversiones y sin cambios
que hagan más llevadera la clausura.
Al final, a las ocho, los aplausos
y aunque esto se nos haga cuesta arriba
no tenemos opción. Aquí aguantamos.
XXXIII (sábado) Romance
Si te diriges igual
a la derecha y la izquierda,
las dos asumen tus tesis
y te otorgan su aquiescencia
porque creen, sin dudar,
que mamas su misma teta
y acusas a su adversario
de las acciones más negras.
Los de izquierda están seguros
que la derecha es siniestra,
que son corruptos sus líderes
y hay que echarlos a la hoguera
al contrario que los suyos
que son la crème de la crema.
Los lameculos de siempre
encubriendo la indecencia
asen los turiferarios
para perfumar la escena
Mientras tanto el otro bando
se mira el ombligo y piensa
que el ser de izquierdas comporta
engañar más de la cuenta.
Arriman después el carro
con el que aventar la mierda
del adversario mezquino
que no tiene puta idea.
Además, no albergan dudas
de que apoyas a la diestra.
Esto va por esos fachas
clama exultante la izquierda.
Por podemitas y rojos
va, proclama la derecha.
No ven en su ojo la viga
como el evangelio enseña,
pero con gran algazara,
observan la paja ajena.
Creo que bien no me explico
porque ninguno se entera
¿No ven que a ambos se dirige
idéntica reprimenda?
No se dan por aludidos
todos tienen omnisciencia.
¡Joder! Si es que los dos andan
como pollos sin cabeza.
Y tú que estás en el centro
de tan absurda contienda,
y, por no ser militante,
no tienes con nadie deudas,
y utilizas ambas manos,
pues con las dos te manejas,
e intentas poner cordura
en semejante refriega
entre tirios y troyanos,
y sientes mortal vergüenza
porque no quieres luchar
en esa ingrata pelea
Y mohíno te preguntas
¿qué hago en medio de la arena
con tantos trolls y fake news
de Señores de la guerra?
Aborrecido abandonas.
Te escabulles de las teclas.
Mandas a tomar por culo
el boli que tienes cerca
y acabas hasta los oeufs
de izquierdas y de derechas,
XXXIV (domingo) Soneto alejandrino
Algunos no se dan jamás por aludidos
Salen una y mil veces para no comprar nada
Primero a por el pan, más tarde la ensalada,
luego la sal. Y, en casa, los demás recluidos,
saliendo a los balcones. Porque a estos relamidos
les trae sin cuidado la pandemia liada
o que muchos se dejen la vida en la estacada.
Si se les recrimina, se sienten ofendidos.
La falta de empatía al personal ya aburre
Habrá que pasar esta cuarentena pidiendo
que de este mal quizás salga algún beneficio
Será precioso ver como el tiempo transcurre
entre música, libros y esperanza sabiendo
que otros tal vez se salven por nuestro sacrificio
Y otra más, por lo menos
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