En la tarde estival,
observando las nubes de algodón,
dejo pasar las horas que diluyen
minutos y segundos
cual azúcar
en taza de café.
Me encanta este sopor
veraniego
¿Y a quién no?
No, ¡por Dios! Me dirán:
Es la ola, la ola de calor.
Sin embargo,
todo
es cuestión de vientos.
De
brisas que estremecen la arboleda,
de céfiros que mecen la hojarasca
y
del cierzo.
Sobre
todo, del cierzo
que
no muestra sus dientes estos días
y apacienta el estío con su sxaña.
Insisto, más, reitero:
Todo
es cuestión del aire,
aire acondicionado, por supuesto.
Felipe Tajafuerte. 2019
Jajaja, muy cierto Felipe. Aunque esa realidad conspire contra el romanticismo de los poetas.
ResponderEliminarSaludos australes.
Todo cabe dentro dela poesía. Y también de todo se puede uno reír. Un abrazo, Esteban.
EliminarJa jaja muy bueno, me estaba gustando mucho pero al llegar a la última frase, aún más. Siempre tan imaginativo Felipe!
ResponderEliminarP.d. la foto,preciosa.
Un toque de humor nunca viene mal. Gracias, Cristina, por estar siempre atenta a lo que hago.
EliminarSi, del aire acondicionado y más tarde de la factura de la luz con la que vuelves a sudar a chorros cuando la lees.
ResponderEliminarUn abrazo.
Joder, Emilio, estás en un plan... Cuando sudes le das a la cerveza, aunque sudes más. Te leo aunque no comente, estoy liado con otras cosas. Un abrazo.
EliminarMe gusta!!
ResponderEliminarY a mi me gusta que te guste. Bienvenido a estos lares.
EliminarNo me imagino pasar calores inserto en el invierno chileno, Felipe, pero en el caso de ustedes...menos mal que existe el aire acondicionado.
ResponderEliminarEs lo que trae consigo el tener los climas cambiados. Un abrazo
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