jueves, 8 de marzo de 2018

La carta



Nunca me creíste. Por eso te mentí cuando, ante tu insistencia, confesé que te había sido infiel. Creí que así, rebajándome a solicitar un perdón que no tenía por qué, tal vez recobrases la sensatez. Fue peor el remedio que la enfermedad. Tus ojos no volvieron a reflejar la luz de la comprensión y, mucho menos, la del cariño. Tuve, además, que soportar tus infidelidades con quien ya sabes. 

Fue más tarde, entonces tú ya me habías arrojado al desván de la indiferencia, cuando conocí a otro hombre. Me trató con ternura. Era todo lo que tú no eras y ocurrió lo que tenía que ocurrir. En esta ocasión fue cierto: te engañé con él en un momento de debilidad. O de lucidez. Me propuso marcharnos, pero fue muy sincero al advertirme de que le quedaba muy poca vida. Piénsalo bien, me dijo, porque no vamos a estar mucho tiempo juntos. Fui cobarde y elegí permanecer a tu lado porque, a pesar de todo, inexplicablemente, te quería. 

Ahora, no. Cuando leas esta nota, si es que lo haces, ya no estaré aquí. Me habré encontrado con él en el lugar de los sin retorno. Cuídate de la herrumbre del rencor que ha corroído toda tu vida, pero, sobre todo, en el momento en que llegues a donde yo me he ido, no me busques. Te suplico que me hagas este único favor. Toda la eternidad contigo sería un verdadero infierno. 

Nunca más tuya, Inés. 


Felipe Tajafuerte. 2018


7 comentarios:

  1. ¡Qué imaginación, Felipe!
    La última frase, a esas alturas, estremece.

    Saludo austral.

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    1. Sí que es cierto, estremece, pero es una realidad. Saludos

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  2. Me ha dejado impresionado tu escrito.
    Otro saludo austral.

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    1. ¡Hombre! no creo que sea para tanto. De todas formas gracias por el comentario y saludos desde este lado del charco.

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  3. Hola Felipe, Buff! Que duro relato, creo que no lo he entendido bien, o se trata de una metáfora que no he sabido interpretar. No sé si acostumbras a contar en qué te has inspirado, sólo por entender el relato. Gracias, un abrazo

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    1. No sabría decirte. Simplemente fue un pensamiento en el día de la mujer, sobre el sufrimiento de algunas de ellas que no supieron o pudieron evadirse de un matrimonio en el que sufrieron un maltrato más que físico psicológico por parte de un indeseable. Imaginé el sometimiento al que estuvieron expuestas, llegando al extremo, incluso, de admitir una inexistente infidelidad. No está basado en ningún hecho que yo conozca, pero ya sabes que la realidad, a veces, supera la ficción. Espero haberte aclarado algo.

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    2. No me había dado cuenta de la fecha de la carta. Qué bonito homenaje, gracias por haberme explicado. Un abrazo

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