Una
mujer menuda y enlutada
por
la muerte de seres muy queridos
con
el rostro curtido por los duelos
y una sonrisa franca siempre puesta.
Sus
manos cariñosas deformadas
por
el trabajo y viejos sinsabores.
Caduca
la memoria de
una infancia feliz.
Los años se diluyen sin permiso
desechando
los días y los meses
hartos
de calendarios inservibles.
Mas
la imagen serena de la abuela
permanece
incrustada en los recuerdos.
Felipe Tajafuerte. 2018