sábado, 17 de noviembre de 2018

Lo que está bien, está bien


Ayer tuvo lugar, en la recoleta plaza de San Jaime, el VIII pregón en homenaje a la elástica y la boina tudelanas.  En esta ocasión, a mi juicio, se ha obrado con cordura y se han separado las cenas de las dos celebraciones. Ambas, como es lógico y natural, tienen sus defensores y detractores. Esto no lo podemos evitar, porque de todo tiene que haber en la viña del señor. No obstante, anoche, los partidarios de la boina pudieron reunirse sin renunciar a nada y disfrutar de la tradicional cena. Lo mismo ocurrirá el próximo viernes: los acérrimos de la elástica podrán degustar su cena, también tradicional, sin que nadie les haga sombra. Quienes son indiferentes a estas tradiciones seguirán absteniéndose y los que somos gustosos de participar en ambas, podemos hacerlo sin tener que optar por una u otra.

El honor de hacer el pregón de este acto, así lo consideramos los que hemos sido pregoneros, recayó, de nuevo, en una mujer: Blanca Aldanondo, una fotógrafa profesional como la copa de un pino, a quien vemos recorrer los rincones de Tudela para dar noticia gráfica de cualquier acontecimiento. Como es habitual, hizo la presentación el polifacético Pepe Alfaro ante un numeroso público entre el que nos encontrábamos Isidro López, primer pregonero, Milagros Rubio, la última y yo que fui el cuarto. A los tres nos hicieron la correspondiente foto junto a la protagonista de este año y el presentador.

De izquierda a derecha: Isidro, Milagros, yo, Blanca y Pepe
Blanca estuvo muy amena y emotiva en su discurso un si es no es nostálgico. Le agradezco la mención que hizo de quienes la hemos precedido, pero tengo que hacerle una pequeña corrección: Si no recuerdo mal, la "alucinante puerta giratoria" no era la del Diamante, sino la de un bar contiguo, ubicado entre éste y el Arbella: el Amaya.  Estos dos últimos desaparecieron y han sido sustituidos por otros. 

Blanca Aldanondo leyendo su pregón, junto a ella Pepe Alfaro
Como en ocasiones anteriores, transcribo íntegro el pregón, que amablemente me ha facilitado Blanca Aldanondo, para quienes no tuvieron oportunidad de escucharlo. Dice así:

VIII PREGÓN DE LA BOINA Y LA ELÁSTICA TUDELANA


Y digo yo…
¿Qué hace una fotógrafa como yo en un escenario como este?
Un lugar por donde han pasado poetas, escritores y gentes de mucho saber. Isidro, Fermín, El Jabonero, Felipe, Inma, Pepe, Milagros. ¡¡¡Qué vértigo!!!
Yo no sé hacer maravillosas rimas ni bellos relatos. Solo puedo mirar. Mirar y ver. Usar mi cámara y perpetuar nuestro día a día.
Y ahora vamos a mirar juntos unas imágenes que todos guardamos en la memoria colectiva. Os invito a ‘fototransportarnos’ juntos a momentos de la Tudela de los últimos años en los que la Elástica y la Boina son protagonistas.

Mi primera foto.
 Cerrad los ojos. El paseo de Invierno. El quiosco del señor Andrés. El parque infantil. La imprenta Muskaria. Y el Colegio Lestonac.  Esta es la foto de mi infancia. Por aquel entonces, eso era Tudela para mí.
¿Veis el quiosco del señor Andrés? El olor pegajoso de los pepinos y cebolletas en los dedos. Aquellos regalices rojos, y los kilos y kilos de pipas y maíces.
Ahora bajamos un poco. Al parque infantil de hierros oxidados. El tobogán, las barras paralelas  donde dábamos volteretas suicidas. Aquellos columpios con un gran charco de agua debajo. Y la reina del parque: la bola del mundo con una barra vertical en su mismísimo núcleo para poder bajar…, o evitar despeñarse de cabeza. Solo unos pocos valientes se atrevían con ella. Y aquel suelo cubierto con una alfombra de piedras.
La imprenta Muskaria, con un pequeño escaparate  que contenía los mayores tesoros. Las gomas de borrar, lapiceros, bolígrafos, cuadernos y sobre todo, cromos…
Y para terminar, el Colegio Lestonac. Allí crecimos e hicimos amigos.
Aquí comienzan mis primeros recuerdos de la boina y la elástica. Esa imagen de mi padre o de mi abuelo cuando venían a buscarme. Con sus txapelas, como las llamaban ellos. Podía verlos acercarse desde la otra punta del parque. ¡¡¡Blanca!!! ¡¡¡Te llama tu madre!!!

Otra foto, la de mi adolescencia.
Mirad esta otra imagen. Tudela se hacía más grande para mí. Descubrí la plaza Nueva.
Vamos a recorrerla juntos. En la esquina, el Banco Bilbao. La zona de los bares, inaccesibles para mí en aquella época. La alucinante puerta giratoria del Diamante. Allí jugábamos girando y girando hasta que algún adulto te lanzaba un par de gritos. Y aquel olor que salía a la calle de los legendarios calamares a la gabardina del Arbella.
Y lo más importante de todo: los carricos de chucherías en los porches de la plaza. El paso previo a la sesión de primera hora de la tarde del cine Versalles.
Allí discurría nuestra adolescencia y comenzamos a fijarnos en las cuadrillas de amigos con elásticas y boinas que chiquiteaban por los bares de la plaza. Aquellos que te miraban con sorna y te preguntaban: “¿Y tú…, de quién eres?”.

La foto de juventud
Tudela crecía y crecía;  el Paseo del Prado, el Corazón de Jesús, la Torre Monreal. La experiencia en el grupo de danzas….
Quién de vosotros no se coló en la Torre Monreal para encontrar el pasadizo hacia la catedral… Y quién no se refugió en cuadrillas en el paseo del Prado  para fumar a escondidas aquellos cigarros que comprábamos de uno en uno…
Y aquella música que salía desde las ventanas abiertas de la Casa del Reloj y que te invitaba a entrar. Allí viví mi experiencia con el Grupo Municipal de Danzas. Boinas rojas, negras, elásticas. Los txistularis y los danzaris. Los primeros chicos…
Y el mayor de los descubrimientos: Cocorico.  Aquella primera vez que conseguí entrar sin la edad exigida después del enésimo intento. Aquello era el paraíso; enorme, azul, con chicos y la mejor música… Boinas no había; creo…

Y por último, la foto de hoy
Aquí y ahora mismo. En esta noche de otoño en la que homenajeamos a estas prendas tan nuestras.
Y en la plaza de San Jaime, un lugar entrañable de Tudela en el que casi se pueden escuchar los siglos de historia. Cerrad los ojos un momento. ¿No oís el repiqueteo tozudo de los canteros que construyen la Catedral?
 A casi todos os he conocido por mi trabajo de fotoperiodista. Con boinas, con elásticas, en el trabajo, dedicando vuestro tiempo a Tudela o disfrutando de nuestras tradiciones. Así que congelo también este instante y lo guardo para siempre en mi memoria. En nuestra memoria…
Pero os voy a pedir un pequeño favor. Aquello que os pido siempre cuando os apunto con mi cámara: Mirad hacia aquí y, sobre todo…, ¡SONREID!”.
Y ahora, que suene la música de los gaiteros con sus txapelas y elásticas. Vamos, que ya huele a tostadas de ajo y se nos van a socarrar…

domingo, 21 de octubre de 2018

Cuando una amiga se va...


Conocí virtualmente a Nerim, autora del blog Cajón secreto, hace poco más de ocho años. Me enamoré de su forma de escribir con una breve, maravillosa, historia titulada Sonando boleros, que después incluyó en su libro. Más tarde supe su verdadero nombre: Jone Miren Asteinza, una vasca afincada en Cataluña después de pasar por Venezuela. Recuerdo su avatar de aquel tiempo como si fuera ayer mismo: gafas oscuras y sombrero muy calado -¿un borsalino?- que apenas dejaba entrever su rostro sonriente. 

Coincidimos por primera vez en Blogueros Mayores, que por entonces dirigía el Viejo Pescador. Empatizamos de inmediato. Más adelante, puso en marcha un nuevo blog, Audiolecturas, dándome la sorpresa de poner voz a uno de mis primeros relatos, Sirenas. 


En la presentación de su primer libro
La conocí personalmente, junto a otros blogueros amigos, en Madrid, en la presentación de su primer libro, una tarde-noche de abril, hace ya cinco años. Sin solución de continuidad, mudamos la empatía por la mutua simpatía. 

Al poco tiempo, me dio paso en su programa de radio Lecturas en audio, de la emisora de la ciudad argentina de Rosario, El mundo en voz, donde presenté mis relatos Sirenas y El carrico del helado, narraciones que a ella le encantaban, según me confesó algunas veces. Le dediqué, por su condición de vasca, mi escrito Un nuevo Basajaun. 

Me instaba a presentarme a concursos de microrrelatos en los que ella solía participar. Nunca seguí su consejo. Según sus propias palabras, no era de poesía, y mucho menos de escribirla, sin embargo me dijo que a Francisco Espada, a Chelo De la Torre y a mí sí que nos leía. Supongo que a algunos más también. 


Mi último encuentro con Miren
Hace un par de años, con motivo de mi viaje a Barcelona, tuvo la amabilidad de desplazarse, junto con su marido Luismi, hasta el hotel donde nos alojábamos para disfrutar un rato en nuestra compañía. 

Hablamos de su último libro, Voces de madrugada, que más tarde me envió, y se interesó por el proyecto del mío, manifestando el deseo de tenerlo pronto en sus manos. Pudo cumplirlo porque en junio pasado se lo facilité. Un poco antes, había solicitado mi autorización para poner voz a uno de mis últimos poemas: Sentí desfallecer. 

Hace unos meses tan sólo, me comunicó su último proyecto: una novela en la que tenía puestas sus ilusiones. A la vuelta de mi reciente viaje, me he encontrado con la noticia de su fallecimiento. Los cimientos de mi mundo bloguero se han visto sacudidos de nuevo. Primero fue Alberto Boutellier, más tarde Angelines Allúe, y ahora Miren. 

Como homenaje, traigo de nuevo el podcast donde su voz cálida, de matices acariciadores, primorosa en el sentimiento, recita mi poema.

 


Descansa en paz, Miren o Nerim, como prefieras, tu sonrisa abierta siempre nos acompañará.

lunes, 1 de octubre de 2018

Luna llena




Luna llena, rubicunda,
que dibujas de amapolas
los atardeceres rojos
del lecho donde te alojas.
Viajas en carro de nácar,
ese que mece las ondas
cuando cantan las sirenas
y se iluminan las sombras.
Recalas en los remansos
que velan las caracolas
soñando con musgos tersos,
con besos de arena y ola.
Y cuando llegas al cénit,
donde los sueños se alojan,
maquillas tu rostro níveo
con alboradas redondas.


Felipe Tajafuerte. 2018


martes, 4 de septiembre de 2018

Certeza


Era Fidel, no me cabía la menor duda. Como siempre que viajaba a Tudela, me acerqué al casco histórico para dar un paseo por sus emblemáticas calles. Las alegres notas de La primavera de Vivaldi, sobrevolando los aleros de sus casas solariegas, habían llamado mi atención cuando transitaba por el empedrado de la Rúa. 

Allí estaba, ante el portal de La Casa del Almirante. El mentón apoyado en la barbada de la tapa del violín, la mano izquierda en el mástil y la derecha meciendo el arco con la acompasada energía que exigía la música. De las cuatro cuerdas surgían vivaces los sonidos denotando su virtuosismo. 

Me costó reconocerle después de los años transcurridos desde nuestro último encuentro. Su rostro enjuto mostraba las estrías del frío, del calor, del hambre y del alcohol. De sus ojos había desaparecido la chispa de los triunfadores. Un marcado rictus de amargura había borrado su otrora sonrisa seductora. 

Me miró un instante, volvió la vista y continuó con su labor. No dijo nada, pero sé que me reconoció. Al fin y al cabo, yo no había cambiado tanto como él. Respeté su actitud esquiva y tampoco dije nada. La empatía me hizo pensar que quizás sentía vergüenza por su actual situación. No quise preguntarle por Cármen ni por su empleo como concertino en la Sinfónica de Melbourne. Ni se me ocurrió solicitar su aprobación para hacerle una fotografía. 

Dejé un billete de diez euros en la gorra tendida boca arriba en el suelo y proseguí mi camino hacia la catedral de Santa María. 


Felipe Tajafuerte. 2017 

miércoles, 22 de agosto de 2018

Acróstico de verano


Fugaces pasan los días
En los meses de verano
La promesa de aguaceros
Insiste en áridos campos.
Plúmbeas nubes candentes
Explosionan con los rayos.

Tormentas recién llegadas
Acechan en los remansos.
Jirones de vientos húmedos
Aúllan desde los llanos
Fumigando de amapolas
Umbríos sotos de álamos.
En las laderas la lluvia
Riega con cálido manto
Taludes de hierba seca
Encendiendo nuevos prados.


Felipe Tajafuerte.2018

lunes, 6 de agosto de 2018

Calor


Aquí estoy apoltronado
de forma un tanto ridícula
soportando la canícula
de este agobio tan pesado,
inquieto y acojonado.
¡Vaya ola de calor!
Empapado de sudor,
pasaré todo el verano
con la cerveza en la mano
y tan sólo el bañador.


Felipe Tajafuerte. 2018

jueves, 26 de julio de 2018

Soneto a Santa Ana


Saludo de Santa Ana "La Vieja"

Nuestra excelsa patrona Santa Ana
pasea por las calles de Tudela
ejerciendo paciente la tutela
con rostro morenico muy galana.

Aunada la ciudad de la Mejana
comienza a caminar junto a la Abuela
dando perfume al cielo con la estela
de la albahaca y la cera tudelana.

Cuando sale el cortejo del Portal
y pasa en filas por la Magdalena
ante la imagen vieja la reciente

inclina su cabeza señorial
y aquella corresponde en una escena
convertida en un rito permanente.




Felipe Tajafuerte
Del poemario Auras de mejana

sábado, 21 de julio de 2018

El Cofrete

Después del espectáculo pre fiestas sobre las Plazas de Tudela, algunos me preguntaron cómo no se había nombrado a la castiza plaza del Cofrete. Yo la nombraba en mi poema de la Plaza de San Juan, pero por necesidades de enlazar unas con otras se cambió la palabra Cofrete por Mercadal. Aunque el Cofrete no era una de las plazas previstas, yo tenía algo preparado y, para satisfacción de algunos, seguramente antiguos vecinos, lo publico.

Plaza del Cofrete

De la plaza de San Juan 
vamos a la del Cofrete;
allí acudíamos todos
cuando aún éramos "muetes".
El caraví caravá,

llamado escondite inglés,
la culimbarra, el marro,
el churri, los cojinetes,
cazuelica y cazuelón 

con el tejo algunas veces,
las tabas y las canicas
eran los juegos peremnes.
Por Yeseros adelante,
una vez pasado el puente,
al llegar al "escuraño",
demostrabas ser valiente.
Y se tomaba la fresca
desde mayo hasta setiembre
con veladas y tertulias
de los vecinos de siempre.
Vivían los Coletillos,
los Jacoste y otras gentes.
Hoy es plaza solitaria
y ni se va, ni se viene.
Destaca entrando a la mísma
una casa diferente
pintada de unos colores
que, sin duda, nos sorprenden.


Felipe Tajafuerte. 2018

lunes, 16 de julio de 2018

Plazas de Tudela

El pasado sábado tuvo lugar en el Paseo del Queiles un espectáculo pre fiestas con este título que glosaba algunas de nuestras plazas. A petición de Luis González "El jabonero", participé, junto a él y Pepe Alfaro, con algunos poemas que recitaron con acierto los actores ante el numerosísimo público que abarrotaba las gradas. Como es natural, las referencias a nuestra Plaza Nueva fueron las más numerosas.

La representación tuvo una mezcla que resultó del agrado de los espectadores: música, jotas, poemas y humor. Al final, entre aplausos, tuvieron que acompañar a los intérpretes de la función quienes habían trabajado en la sombra para llevarla a buen fin, entre otros, los que habíamos escrito los poemas sobre las plazas. 

Creo que merece la pena satisfacer la curiosidad de algunos publicando dichos poemas. Aquí están:



Plaza de los Fueros

Pasaje, mirador y mentidero.
Tribuna de la plática encendida.
Surtidor de trasiegos y de vida.
En la Fiesta, de fiesta un hervidero.
Por goyescas da fe su ayer torero.
Juez de la ciudad, veda o aprueba.
Coqueta, “Revoltosa” y ya longeva,
Con kiosko y soportales. Tan  bizarra,
Es Plaza de los Fueros por navarra;
en Tudela, a perpetuo, Plaza Nueva. 

Luis González "Jabonero"



Marcando “en punto” el reloj,
La Banda ataca un bolero.
Jactancioso y pinturero
baila el novio que corteja
a su coqueta pareja
todo primor y salero.
Novios en el escuraño
mientras gentío maduro
da la “VUELTA EL HUEVO DURO”
hecha de aquesta manera:
De su izquierda, por la acera,
transitando sin apuro,
ir, se va por la Carrera
y se vuelve por el Muro.

Luis González "Jabonero"




Agucen ojos y oídos
paisanos y forasteros,
y atiendan al lazarillo
pues mi condición de ciego
me impide ver esta bella
e impar Plaza de los Fueros.
Ornan su geometría 
las cerámicas de Anselmo 
con ilustres apellidos 
y escudos de nuestros pueblos. 
Con la casa del reloj, 
la residencia y la seo
llamada Santa María. 
Y el kiosko justico en medio
“rodiado” de veladores.
Solar de muchos festejos
es también cuarto de estar,
y alma de citas y besos.
Vean y admiren, videntes,
todo cuanto yo no veo.

 Pepe Alfaro



En esta singular plaza se aúnan
con cierta asiduidad los tudelanos.
Hay en Semana Santa procesiones,
el Volatín y el Ángel desde antaño.
En abril las verduras se proclaman.
Disfrutamos, después, del chupinazo
cuando llegan las fiestas y se bailan
el zorcico y la jota sin descanso,
junto a la revoltosa, y la era,
además de otras danzas con buen garbo.
También se dan los mítines, carreras…
y manifestaciones para rato.
Su nombre oficial: Plaza de los Fueros.
Nosotros Plaza Nueva la llamamos.


Felipe Tajafuerte




Plaza del Padre Lasa

Lourdes, barrio postinero
de Tudela linda curia
que erradicó la penuria
de campesino y de obrero.
Fue de brío semillero
y de tesón argamasa
un jesuita sin tasa
que postrero honor conoce:
La que fue de Pío XII
es “PLAZA DEL PADRE LASA”.

Luis Gonzalez "Jabonero" 


Plaza de Sancho El Fuerte

Presides altivo desde el pedestal,
duro rostro, facciones insumisas,
Plaza de tu nombre que fuera bancal
venerable convento de Clarisas.
Biblia ilustrada con textos en latín
instruyó a población menesterosa
Doblegó tu espada a Miramolín
guerreando en las Navas de Tolosa.
Tu última morada se acuartela
“Encerrado” en el Castillo de Tudela.
Cubrióse el altar de negro baldaquín
siendo San Nicolás la fría losa
que a tu maltrecha efigie diera  fin
rey navarro de espada poderosa.
Chanson de Roland en Roncesvalles brota;
Cántala Tudela al son de la jota.

Luis González "·Jabonero"

Plaza de San Juan

Viniendo por Herrerías
hemos llegado a esta plaza
que hoy de San Juan tiene el nombre
y antiguamente de Esparza.
De Tudela y la Ribera
los estudiantes llegaban,
los chicos a Jesuítas,
las chicas a La Ennseñanza;
mas de aquel bello pensil
ya no queda casi nada.


Por esa calle nos vamos
al Mercadal: otra plaza.


Felipe Tajafuerte


Plaza del mercadal

La plaza del Mercadal
ha sido y es escenario
de fiestas, celebraciones,
tenderetes y mercados.
De San Jorge y Castel Ruiz
nos llegan notas y cantos,
pues el Mercadal hoy es
el lugar donde encontramos
denso trajín de instrumentos.
Que la Música ha instalado
sus mejores melodías
entre su suelo empedrado.
Y un rumor de pentagramas
flota en la luz de su espacio.

Pepe Alfaro



Plaza de San Salvador

Aunque vuesas mercedes no lo crean,
veo en aquesta plaza aun siendo ciego
que allí, llegando a yuso, se ha erigido
al rabí Benjamín un monumento,
con leyenda y con letras tan extrañas
que en verdad, mis señores, no comprendo.
¿Dó está ya aquel acervo de sapiencia
que aquí se instituyó con el liceo?
¿Dó aquellos recitales y veladas?
¿La cultura tal vez la arrastró el Ebro?
Quizás por eso pasa lo que pasa
y ninguno entendemos el hebreo.


Felipe Tajafuerte




Plaza de Yehuda Ha-Levi

Plaza Yehuda un lugar
cerca de la judería
que es canto a la poesía
pues se acertó a dedicar
a un poeta singular.
Sabio y médico cercano
hablaba este tudelano
en árabe y en hebreo,
iniciando el balbuceo
del idioma castellano.

Pepe Alfaro


Plaza vieja
En este sitio de eventos
hoy llamado Plaza Vieja
la historia escrita nos deja
las huellas de monumentos.
Sobre los mismos cimientos
de la mezquita mayor
se alza en todo su esplendor
la Catedral con su Puerta
del Juicio, página abierta
para que dude el lector.

Pepe Alfaro


Plaza de San Francisco

En la Plaza San Francisco,
junto al Paseo del Prado,
las gentes se han congregado
prietas como en un aprisco
para observar este cisco.
Y es que el Ebro, con furor,
como auténtico señor,
se sale a veces de madre
y aunque le llamemos padre
causa auténtico temor.


Felipe Tajafuerte


sábado, 7 de julio de 2018

Por el Alentejo


La visita de cualquier población del país vecino siempre colma mis expectativas y nunca me deja indiferente. En esta ocasión, durante una de mis estancias en Cáceres, decidimos acercarnos a la vecina comarca portuguesa del Alentejo. Después de atravesar Valencia de Alcántara y la frontera, llegamos a Portagem y tomamos una carreterita sinuosa en dirección a Marvão, la mancha blanca, avistada unos kilómetros antes, que me había hecho recordar una inolvidable aproximación a la isla griega de Santorini vista desde el crucero Celestyal Olympia.


Llegada a Marvão
Estacionamos el coche al abrigo de las murallas, junto a un vistoso rótulo del lugar, y ascendimos por unas escaleras de piedra hasta la puerta de entrada a la población. 

Puerta de entrada a Marvão
Nos dispusimos a recorren sus calles empedradas, bien cuidadas, con casas enjalbegadas de un blanco insultante. 

Las calles
En tanto nos dirigíamos al castillo por el entramado del caserío, de pendiente muy llevadera, fuimos descubriendo sus recovecos con rincones preciosos, escaleras recoletas, arcos de piedra hermanando casas de ambos lados, la filigrana de la forja de sus balcones y, de vez en cuando, unos miradores desde los que apreciar la verde panorámica del Alto Alentejo.


Jardines
Unos cuidados jardines nos dejaron a las puertas del castillo, cuyo contorno rodea otra muralla. 

Monumento a Ibn Maruán
Una extraña figura confería los honores a Ibn Maruán como fundador de Marvão en el siglo IX. 

El castillo
Recorrimos la fortaleza, enorme, excelentemente preservada. Una gran y oscura cisterna a la que se puede acceder hizo las delicias de mis nietos cuando mi voz impostada provocaba tonalidades espeluznantes en la lobreguez del aljibe. 

Parte de las almenas
Fuimos descubriendo todas las estancias que conformaban el castillo: el patio de armas, la torre del homenaje, sus almenas, a las que accedimos, desde las que se puede disfrutar de un maravilloso paisaje en el que se aprecia, con Portagem a los pies, de un lado el paisaje portugués y del otro el español.

Descendemos para comer

Llegó la hora del yantar y descendimos comprobando que los restaurantes, al ser sábado, estaban a rebosar. Por fin, en un hotel encontramos mesa. Yo, como siempre que visito Portugal, me decanté por el bacalao, en esta ocasión dourado, acompañado de vinho verde


Rincón de una iglesia
Satisfechos con la comida, callejeamos de nuevo por el pueblo y, después, nos encaminamos a los coches para bajar de nuevo a Portagem. 

La calzada medieval
Cerca de la Casa de misericordia, cuya iglesia no pudimos ver, descubrimos una antigua calzada medieval que llevaba a esa población. Con harto pesar, mi hijo y yo tuvimos que resignarnos a descender con los vehículos; mi mujer, mi hija y mi nuera con los niños tomaron esa ruta de tres kilómetros que discurre a la sombra del arbolado. 

Puente romano de Portagem
Una vez reunidos todos, en un bar cercano al puente romano de Portagem, nos tomamos unos refrescos y unas Sagres pudiendo comprobar la diferencia de los precios con respecto a España. Dimos una vuelta por la gran piscina natural y, con el atardecer iniciamos el regreso a Cáceres, después de pasar unas horas con el atractivo que supone siempre una escapada a Portugal.


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