Nicodemo encaramado
vencido sobre el madero
descuelga al Dios verdadero
por Pilatos condenado
a morir crucificado.
María al pie de la cruz,
en amargo contraluz,
recibe al hijo querido,
muerto como un forajido,
apagada ya su luz.
¡Dios mío! Qué resplandor
ilumina al Salvador
tras la nefanda condena.
Es su faz clara y serena
un trasunto del amor.
Felipe Tajafuerte. (2016)
Por lo que acabo de leer, ni en Semana Santa la gente se tranquiliza, en Sevilla nazarenos de una misma cofradía se lia a tortazo limpio.
ResponderEliminarSi Dios viera todo eso y todo lo que está ocurriendo en el mundo se volvía a subir a la cruz para no despertar nunca.
Un abrazo.
¡Notable invocación, estimado Felipe!
ResponderEliminarConcuerdo plenamente con el comentario de Emilio Manuel.