A última hora tuve que aplazar la salida de mi viaje a Valencia y dejar que mis compañeros lo iniciaran sin nosotros; después del evento nos reuniríamos con ellos en la ciudad del Turia. Mereció la pena.
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Foto que me hizo Jesús Marquina, a quien considero un buen amigo. |
La entrega de un primer premio no es algo banal y que suceda todos los días. Y menos a mí. Después de mi comentario el pasado año denunciando lo deslucido que resultó el acto de la entrega de los premios de la primera edición por la ausencia de los principales protagonistas, no podía ser yo quien faltase. Máxime siendo el primer tudelano que gana este Certamen Poético en honor de Santa Ana. La decisión, propiciada por mi mujer que siempre está al quite, resultó ser muy acertada puesto que los laureados en segundo y tercer lugar, a quienes felicito, fueron personas residentes en Benicásim y Bernidorm que lógicamente no estuvieron presentes al tratarse de un galardón de modesta cuantía.
Nunca pensé que pudiera alcanzar el primer premio, pero mentiría si no dijera que, al menos, tenía la esperanza de estar entre los finalistas a alguno de ellos. Si hubiera sabido que se presentaban ciento cuatro trabajos de toda España y de varios países sudamericanos, habría pensado que era un iluso por tener semejantes elucubraciones.
En mi poema traté de pasmar en un flash poético el ambiente tudelano de la procesión de Nuestra Patrona aunando los elementos básicos del mismo: Santa Ana, la albahaca, la cera, las flores, el rojo y el blanco, el olor a incienso, la Bardena, el calor, las jotas, los rezos, las campanas... Con estas mimbres apañé un cesto compuesto de catorce endecasílabos blancos, me gustan los poemas breves, dándoles el formato de un soneto. Y resultó. Someto este mi poema vencedor a vuestra consideración:
Procesión
Santa Ana.
Perfumes de la albahaca.
Las flores
encendidas en los ramos.
Se escuchan las
plegarias del incienso
que sueña
atardeceres de aleluyas.
Las calles de
Tudela se iluminan
de blanca
indumentaria. Relucientes
las fajas y
pañuelos carmesís.
Los cirios
impregnados de Bardena.
Entonan
recias jotas los balcones.
Musitan tenues
rezos los umbrales.
Cantan los
adoquines sol de julio.
Liberan las
campanas sus badajos
porque en las
viejas rúas centenarias
se vislumbra
el cortejo de la Abuela.
Este es el tercer premio que recibo a pesar de que no compito apenas y casi siempre por compromiso. He participado en dos concursos locales con cinco microrrelatos, logrando un segundo premio y dos finalistas, y en dos de poesía con otros cinco poemas, consiguiendo dos primeros premios. Son galardones modestos, pero a mí me saben a gloria, sobre todo éste dedicado a Santa Ana. Es que la Abuela para los tudelanos, seamos o no practicantes, tiene connotaciones singulares muy arraigadas. Como se suele decir por estos lares, una cosa son los curas y otra Santa Ana.
Además este premio me ha servido para comprobar que hay mucha gente que me estima y siente aprecio por mí y por lo que hago. No tengo más que palabras de agradecimiento por haberme hecho sentir abrumado por tantas felicitaciones.