Aguas puras cristalinas
descienden entre guijarros
forjando nuevos destinos
por la senda de castaños.
Alas de plata en los ruejos
conjugan del sol los rayos.
Oscuros troncos dibujan
viejas leyendas de prados
y los ripios de granito
murmuran de claro en claro.
Al discurrir de las aguas,
camino del puente bajo,
las raíces renegridas
florecen junto a peñascos.
El concierto de unos grillos
se escucha no muy lejano.
Larga tarde de canícula,
de siesta, cerveza y baño,
sombrero, gafas de sol,
brisca y tinto de verano.
Mientras los niños, con risas,
se bañan en los remansos,
se bañan en los remansos,
ninfas y gnomos silvestres
se ocultan en los meandros.
río lento acompasado,
cauce que al fluir repite
romanzas vivas de antaño.
Del poemario Auras de mejana. Felipe Tajafuerte. (2016)