Plaza del Fuerte |
Ni se te ocurra la preguntica de marras. En todo caso, pregunta por el Mesón de la Dolores. Es algo más sutil. Aunque, tengo entendido que, de un tiempo a esta parte, a los bilbilitanos ya no les molesta que se inquiera por esa moza a la se tildó de amiga de hacer favores. Más bien todo lo contrario. Cosas del márketing. Nosotros no tuvimos que preguntar por nadie puesto que nuestra guía local ya estaba contratada.
La visita a Calatayud, en un día soleado aunque un tanto fresco para tratarse del mes de julio, resulto cuando menos ameno. Iniciamos el recorrido en la Plaza del Mercado, una plaza algo desangelada por los huecos producidos por el derribo de varios edificios, circunstancia recurrente en todo el casco antiguo de la ciudad.
San Juan el Real |
De allí nos dirigimos a la iglesia de San Juan el Real, originariamente dedicada a la Virgen del Pilar, regentada por los jesuitas hasta su expulsión de España en que se le dio la nueva advocación. Destacan en las pechinas del crucero unas oscuras pinturas de un Goya principiante y en el coro, sobre la puerta de entrada, un hermoso órgano barroco, según dicen de muy buena calidad.
La torre inclinada de San Pedro de los Francos |
Continuamos hacia la iglesia de San Pedro de Los Francos con su torre amenazadoramente inclinada hacia la calle Dato, razón por la que en el siglo XIX fue derruido el cuerpo donde se ubicaban las campanas. Tiene una portada magnífica de estilo gótico levantino.
San Pedro de los Francos |
El interior mantiene la estructura mudéjar de tres naves y tres ábsides, con altos pilares y bóvedas de crucería. Está pintada en unos tonos rosáceos que resultan algo extraños. En esta iglesia se celebraron las cortes que designaron príncipe heredero a Fernando el Católico en 1461. En la nave de la derecha, colgado del muro hay un pequeño órgano con unas bonitas filigranas de madera.
Colegiata de Santa María |
Fuimos paseando por las estrechas calles hasta llegar a la Colegiata de Santa María donde todavía persisten las obras de rehabilitación. Nos recibió una alta torre octogonal mudéjar, setenta metros, del siglo XVI, así como una extraordinaria portada plateresca en alabastro, a modo de retablo, con un amplio tejaroz policromado. Tampoco pudimos acceder al claustro del siglo XIV con arcadas de ladrillo apuntadas.
Torre de San Andrés |
Nos acercamos después a la iglesia de San Andrés, cercana al barrio judío, cuyo interior tampoco pudimos contemplar debido a las mismas causas que la Colegiata. Sí pudimos admirar en el exterior una esbelta torre mudéjar octogonal de tres cuerpos con unas muy interesantes decoraciones en ladrillo.
El Mesón de la Dolores |
Continuamos por las estrechas calles de la ciudad constatando el deterioro manifiesto de su centro histórico con solares vacíos por derribo de casas, edificios en ruina inminente, vetustos comercios cerrados a cal y canto y feas edificaciones modernas sustituyendo el antiguo caserío.
Un rincón del mesón |
Terminó nuestra visita guiada en la misma plaza donde había comenzado. Allí nos esperaban las terrazas de los bares. No acerté cuando, a última hora, cambié mi habitual cerveza por un pésimo vino de la tierra.
Galerías en el mesón |
Teníamos contratada la comida en el Mesón de la Dolores, un lugar típico que me recordó, salvando las distancias, al Cándido de Segovia. Causa impresión su alegre tipismo y, por añadidura, su cocina guarda una muy buena relación calidad-precio. Salimos satisfechos por el buen yantar.
Puerta de Terrer |
Unos cuantos aprovechamos el tiempo libre de la tarde para acercarnos hasta el Museo de Calatayud, dejando atrás la Puerta de Terrer y la Fuente de los ocho caños.
Fuente de los ocho caños |
Además de los numerosos objetos extraídos del vecino yacimiento de Bílbilis, origen del gentilicio de bilbilitanos con el que se denomina a los habitantes de esta ciudad, pudimos contemplar una completísima colección de mariposas de todo el mundo.
Museo de Calatayud |
Volvimos al lugar donde habíamos comido para inspeccionar el Museo de la Dolores que revive la historia de este personaje con una gran recopilación de documentos cinematográficos, musicales y teatrales, además de valiosa información sobre joteros locales ilustres y de poetas bilbilitanos. Se encuentra aquí también el baul de Concha Piquer, protagonista de una de las películas sobre la Dolores, donado por la familia.
Museo de la Dolores |
En el hermoso paseo de las Cortes de Aragón nos tomamos unas cervezas en una de sus terrazas haciendo hora para volver a casa. Tema obligado de conversación: La Dolores. Yo me había informado antes del viaje de la vida de este personaje y algo conté sobre ello. Pero este es otro tema que dejo para una nueva ocasión.
Hay un dicho del Quijote que dice "que hablen aunque sea mal", al menos saben que existes, aunque en este caso no creo que sea malo hablar de una chica joven y guapa, que hizo favores, que fue alegre, pero buena, que se casó y tuvo hijos, ¿hay algo malo en todo eso? ¡¡que mal pensados somos?
ResponderEliminarSaludos
Tienes toda la razón, Emilio, próximamente haré una entrada con todo lo que he recogido de esta mujer, cuya vida no fue precisamente placentera. Un saludo
EliminarDesde muy niño escuchaba en la radio acerca de la Dolores, por quién habría que preguntar en Calatayud.Espero al cabo de tantas décadas esa informaciòn, Felipe, sobre su vida que dices no fue placentera.
ResponderEliminarEstoy en ello.
EliminarAh, pues se lo iba a pedir yo, pero veo que se me han adelantado. Sí, cuéntenos algún día la historia de la Dolores.
ResponderEliminarSaludos.
Pronto irá. Malo sera que parezca el parto de los montes. Un saludo
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