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Puerta de entrada al yacimiento |
Un día esplendoroso nos estuvo acompañando poniendo de manifiesto la belleza de un paisaje espectacular. A partir de Fitero, quedaron atrás los cerros arcillosos de la ribera del Ebro sustituyéndolos por peñascos de un cromatismo primaveral que hacía resaltar el verde brillante del arbolado y los matorrales, provocado por las insistentes lluvias. Se fueron sucediendo los parajes berroqueños de Las Roscas fiteranas, del Balneario en la muga navarro-riojana y las rocas amenazantes de Cervera del Río Alhama. Paralelo al río y a la carretera, por la falda de los cerros, discurría un camino preparado desde aquella localidad al yacimiento arqueológico de Contrebia Leucade, que continúa hasta Aguilar e Inestrillas.
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Resto de murallas romanas |
Abandonamos el autobús y, por un sencillo puente atravesamos el Alhama y nos encontramos con un apacible lugar con mesas y bancos a la sombra de un hermoso arbolado, a los pies de un alto farallón. Unos obreros que, desbrozadora en ristre, estaban quitando la abundante hierba acumulada durante la primavera, cejaron amablemente en su labor para que pudiésemos escuchar las primeras explicaciones de nuestra guía. Continuaron con su trabajo cuando nos dirigimos a una puerta metálica que daba acceso a los restos de la ciudad milenaria.
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Viviendas celtíberas |
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Viviendas celtíberas y muros visigodos |
Contrebia Leucade es una ciudad celtibérica de finales del siglo III A.C. que ha conservado muy aceptablemente su sistema defensivo y sus componentes internos debido a las particularidades del lugar en que se asentó, unidas a las soluciones adoptadas para urbanizar un espacio de fuertes pendientes.
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Vivienda celtíbera modificada por los romanos |
Debido a que la ciudad estaba situada en un territorio con unas defensas naturales muy fuertes, Contrebia Leucade fue utilizada a lo largo de casi dos mil años por distintas culturas por lo que es un yacimiento celtíbero, romano y visigodo, a lo que hay que añadir el paso de los árabes, que posee un gran contenido histórico.
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Resto de viviendas romanas |
Atravesamos la puerta sur, la parte más débil de la ciudad, desde donde pudimos apreciar las murallas romanas, y ascendimos por un camino que nos llevó hasta la puerta norte pasando junto a restos de viviendas celtíberas, romanas y visigodas, además de las murallas más antiguas.
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Aguilar del Río Alhama a lo lejos, desde la puerta norte |
La senda era algo empinada pero fácil de superar y, aunque el sol apretaba, una ligera brisa nos reconfortó hasta llegar a ese lugar. Salimos al exterior, un pequeño mirador natural nos mostró una panorámica espectacular de un pequeño valle con Aguilar de Río Alhama en lontananza.
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El foso excavado en la montaña |
Allí pudimos contemplar el enorme foso abierto en la montaña con su correspondiente muralla, constitutivos del sistema defensivo celtíbero, uniéndose a las defensas naturales del lugar conformadas por el acantilado sobre el río Alhama.
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Foso y murallas celtíberas |
No pudimos acceder, por ser un tanto peligroso para nosotros, al gran pozo intramuros excavado en la roca, con una escalera de caracol tallada en el mismo que desciende hasta lograr el nivel freático de las aguas del río. Descendimos por el lado contrario al de subida pasando bajo algunas viviendas celtíberas aprovechadas actualmente como corrales por los pastores y agricultores lugareños.
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Las murallas celtíberas |
El yacimiento de Contrebia Leucade, muy ignorado en esta zona tan cercana, destaca por su formidable sistema defensivo, el urbanismo que aprovechó los desniveles del terreno con una estudiada y cuidada ordenación de sus viviendas y los sistemas hidráulicos de abastecimiento y canales de evacuación de las aguas. Aunque uno no sea muy experto ni amante de ruinas, estas tienen un algo especial, que me recordaron el también poblado celtíbero de Tiermes que visité durante un viaje de retorno de Cáceres. Es un lugar con paisaje muy destacado al que merece la pena acercarse para conocerlo.
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Castillo de los Luna en Cornago |
Tras la comida en un restaurante del próximo Aguilar del Río Alhama, nos dirigimos a la localidad de Cornago donde visitamos, en primer lugar, el centro de interpretación del castillo de los Luna para, seguidamente, ascender las intrincadas calles del pueblo hasta llegar a la fortaleza, desde cuyas almenas se divisa un paisaje espléndido de la comarca bañada por el Alhama y el Linares.
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Vista desde el castillo de los Luna |
Emprendimos el regreso y, evitando las poblaciones de Fitero y Cintruénigo, en tres cuartos de hora escasos estábamos de nuevo en Tudela. La excursión resultó, cuando menos, entretenida e interesante.
Es un hecho Felipe, que no se termina no obstante el paso de los años, de conocer su propio país. Me hizo gracia lo de los obreros que pararon su trabajo para que el guía cumpliera su labor. Tal vez a ellos mismos les sirvió la explicación.
ResponderEliminarPues así sucedió, Esteban. Nuestra guía les pidió que parasen unos minutos y ellos accedieron amablemente, cuando terminó continuaron con su labora. Todos lo agradecimos porque con el ruido de las desbrozadoras no hubiésemos oído nada.
EliminarTan cerca y tan desconocida,esperemos que sigan sacando a la luz las cosas tan interesantes, que sin duda siguen escondidas para que podamos disfrutarla
ResponderEliminarAsí es Fefa, ya sabes que, según nos dijeron, falta de sacar a la luz el 80% del yacimiento.
Eliminar¡Qué paseo tan precioso, qué bien contado y qué fotos tan ilustrativas! Tienes una habilidad especial para hacernos partícipes de tipo de viajes. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre me he sentido como pez en el agua en este tipo de reportajes, pero últimamente tenía algo aparcado este género. Gracias por tus palabras, seguramente producto de nuestra amistad. Un fuerte abrazo
EliminarTampoco yo me pirro por las ruinas, y de éstas no había oído hablar, pero por el largo tiempo y muchas culturas que usaron de estas fortalezas, bien merecen que se sepa algo de ellas, de su mano hoy.
ResponderEliminarUn saludo.
Hay muchas ruinas que son cuatro piedras para estimular la imaginación, en otros casos están tan reconstruidas que no merecen la pena. Estas cuando menos despiertan interés. Saludos
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