He cumplido un viejo deseo: visitar la Ciudad de las luces. Llevaba mucho tiempo suspirando por este viaje, pero unas veces por una cosa y otras por otra, nunca se presentaba la ocasión idónea.
El emblema de la ciudad |
Esta vez sí. Albea, nuestra asociación privada de jubilados y pensionistas, programó un viaje en autocar, con pernocta, a la ida, en Tours para conocer esta ciudad y los castillos del Loira de Chenonceau y Chambord, cuatro días en la capital gala, y nuevo descanso de una noche, de regreso, en Burdeos con visita de la ciudad incluida.
La colza en flor muy abundante |
Durante el recorrido he podido constatar la verdad que siempre había escuchado: que Francia era una inmensa planicie, con los Pirineos y los Alpes en dos esquinas de esa llanura. He podido observar el caudal de sus ríos, entre ellos el Sena, el Loira y el Garona. Contemplar la brillante extensión del amarillo impregnando el verde del paisaje con la colza en flor.
Chenonceau |
Chambord |
Maravillarme con la magnificencia de sus castillos, con unas techumbres insólitas, tan distintos de los defensivos españoles. Y sufrir el handicap del intenso tráfico para entrar en una ciudad que es el destino turístico más popular del mundo; más de una hora con la silueta de la torre Eiffel vigilando nuestro acercamiento desde los trescientos veinticuatro metros de altura de su antena. Y admirar París; sobre todo, París. Su arquitectura, sus calles, sus plazas, sus monumentos, sus rincones, sus jardines, sus barrios, sus terrazas... Hollar con mis propios pies los lugares míticos largamente imaginados: los Campos Elíseos, el Arco de Triumfo, los Inválidos, las plazas de la Vendome y de la Concorde con el obelisco de Luxor, Notre Dame, el Panteón, la Ópera Garnier, la Madelaine, Montmartre, el Trocadero, el Sacre Coeur, el Louvre...
El Arco de Triunfo, al final de los campos Elíseos |
El nombre de Tudela plasmado en el Arco de Triunfo |
Disfrutar de los jardines de Luxemburgo, de las Tullerías o del Campo de Marte con la torre Eiffel al fondo; corroborar que, efectivamente, el nombre de Tudela figura en el Arco de Triunfo; degustar una cerveza o un vino en una brasserie del barrio Latino; caminar desde la Ópera a la Vendome por la comercial Rue de la Paix, cuyo nombre no es el de una letra, y endulzar los sentidos con unos macarons en una pâtisserie cercana; percibir los aromas de las pinturas en un paseo multitudinario por Montmartre, viendo como el artista trata de plasmar la belleza de un anónimo rostro femenino, y recalar en su mirador, a los pies del Sacre Coeur, para apreciar una espectacular panorámica de París.
En Montmartre |
Placeres tan intensos como penetrar en el Louvre, bajo la pirámide de cristal, poder ver in situ las obras de arte que estudiamos en nuestra juventud: la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia, Amor y Psique, y la pequeña Gioconda en contraste con unos enormes cuadros como, por ejemplo, La coronación de Napoleón, Las bodas de Caná, La muerte de Sardanápalo o La libertad guiando al pueblo.
En el Louvre, bajo la pirámide de cristal |
Alcanzar la satisfacción de lograr entenderme, reencontrándome con el idioma que nuestra generación estudió en lugar del inglés. Gozar de un día de emociones, subir esos altísimos trescientos metros de la Torre Eiffel venciendo la aprensión, aguantando el cosquilleo del vértigo al estar en lo más alto, tratando de lograr esa fotografía tan codiciada.
La torre desde la base |
París desde las alturas de la torre Eiffel en un día que salió gris |
Deleitarse con un paseo por el Sena en uno de los bateaux-mouches en busca de la perspectiva soñada, a pesar de una llovizna pertinaz, y culminar la jornada con un increíble espectáculo en el Moulin Rouge donde el vestuario, los decorados y las vedettes parisinas te dejan con la boca abierta.
Y, ¿por qué no?, en la Plaza de la Concordia, indignarse al contemplar el Obelisco de Ramses II, que debiera estar en Luxor, con la vergonzosa acción de Mehemet Ali entregándolo a los franceses a cambio de un reloj que nunca funcionó. Ese reloj es el que se encuentra en la Mezquita de Muhammad Ali, en El Cairo, que visité durante mi viaje a Egipto. La ciudad de las luces también tiene sus sombras.
Si, además de todo esto, podemos desmentir, por propia experiencia, la creencia tan generalizada, difundida por numerosos viajeros, de que en el país vecino se come mal, ¿qué más se puede pedir?
Después de todo esto, debo decir que he podido constatar que, verdaderamente, París es mucho París y, además, bien vale, no una, sino unas cuantas misas; rosario incluido. Mejor en Notre Dame.
Un viaje soñado y deseado. Me alego. Besetes.
ResponderEliminarSí. Hacía mucho tiempo que deseaba hacerlo. Un beso
EliminarVeo que lo has gozado mucho y me alegro, por ti por el exito de Albea, que lo programo y por lo magnificamente preparado y acompañado de Yolanda (viajes marfil) por el magnifico conductor Txema Y (segun habeis contado) la super guia que os acompaño, es decir todo "redondo" y ademas como dices has cumplido uno de tus sueños, ¿que mas se se puede decir? solo que me alegro infinito. un abrazo
ResponderEliminarUn viaje verdaderamente magnífico en que todo funcionó a la perfección, e incluyo aquí el comportamiento y puntualidad de nuestros socios. Abrazos
EliminarLo celebro contigo, Felipe. Para mí es un sueño que todavía no se ha podido realizar, aunque no pierdo la esperanza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Trata de cumplir ese sueño porque París lo merece. Un fuerte abrazo
EliminarEnhorabuena por ese sueño cumplido, y bien cumplido, pues parece que no ha dejado rincón sin ver.
ResponderEliminarUn saludo.
En París siempre queda algo por ver. Esta sí es una ciudad a la que me gustaría volver. Saludos cordiales
EliminarGuau que viajecito, que envidia. Viniendo de ti total credibilidad a tu detallada narración huyendo de los tópicos (o haciéndolos verdad) incluyendo que se no se come mal en Francia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo de comer mal era algo que venía oyendo. Algúna comida hubo un poco más flojita pero, en general, bien. Abrazos
EliminarBonita descripción de una ciudad preciosa, me dan ganas de volver. Enhorabuena por las fotos, parecen profesionales.
ResponderEliminarParís es una ciudad que despierta el deseo de volver. Gracias por el elogio a mis fotos que son de un aficionado con no muchos conocimientos.
Eliminarfelipe eres un crack......
ResponderEliminarTú si que eres un fenómeno. Llevaste el autobús por todo París como Pedro por su casa. ¡Y sin haber estado nunca allí! Nos vemos pronto.
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