A un mes vista retrospectiva de la Javierada de este año, hago uso de las notas que fui tomando durante estos días que compartí, de un modo muy sui generis, con mis compañeros del grupo Tudelanos por Javier. Como mi pie sigue dándome problemas, esta Javierada ha sido muy diferente a la del pasado año en la que me encontré pletórico de fuerzas tanto físicas como mentales.
Los pronósticos del tiempo no eran nada halagüeños. Estaban previstas lluvias muy generalizadas a lo largo del camino y de los días. La realidad se encargó de desdecir en parte algunas de estas previsiones. El agua no fue ni tan abundante ni tan generalizada. Tan sólo el sábado por la tarde-noche, que incluso nevó, y el domingo fueron pasados por agua
Jornada del 3 de marzo
La salida neutralizada tuvo lugar en la puerta del Casino Tudelano pasadas las tres y media de la tarde. Una tarde ventosa, amenazadora de una lluvia que no llegó. Tras los rezos habituales en el puente del Ebro, se inició la marcha de parte del grupo, cada año más numerosa, que inician este día la peregrinación.
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Así se mostraba Tudela el día de la partida |
Me adelanté con mi coche y les esperé en el primer punto de avituallamiento de Murillo de las Limas. Caminaban a buen paso sin que el viento ni el frío hicieran mella en ellos. Les esperé nuevamente hacia la mitad de la subida al Yugo donde se hacía necesario otro breve avituallamiento para afrontar las últimas rampas. Eran ya las siete y cuarto cuando llegaban los más adelantados, sudorosos por el esfuerzo a pesar de la baja temperatura provocada por la caída del sol.
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El pistoletazo de salida |
Les acompañé en el refrigerio preparado en el albergue. Allí se quedaron los que pernoctaban en él, el resto nos volvimos a Tudela a descansar.
Jornada del 4 de marzo
Un amigo que tiene problemas y no puede caminar se me ofreció para acompañar a los peregrinos en este día. Mi compañero conducía un pequeño Suzzuki Jimny que nos vendría de maravilla por los caminos de la Bardena. Acudimos al almuerzo en el Yugo después de hacer unas cuantas fotos a los peregrinos en la recta de Arguedas.
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Descanso después de la cuesta de las mulas |
Después de un contundente refrigerio y de cantar la jota tras la correspondiente bendición, comenzaron el camino hacia el Plano atravesando los nuevos regadíos de Valtierra y Landazuría para llegar a la cuesta de las Mulas, cercana al Vedado de Eguaras, e iniciar el recorrido de la planicie.
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Por el Plano |
El día estaba muy agradable para los caminantes y disfruté con las esperas y adelantamientos logrando buenas instantáneas.
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Marta atendiendo a un "paciente" |
Luego, previo paso por el consultorio médico, comida en la paridera engalanada, donde dimos cuenta de los aperitivos y del tradicional calderete, para ponernos en marcha de nuevo.
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La paridera engalanada para el ágape |
La acostumbrada visita a Nuestra Señora de la Oliva nos indicó que estábamos ya cerca de Murillo El Fruto, al que llegamos tras los últimos refrescos en el bar de Carcastillo. Aquí me despedí de mi voluntarioso chófer. Aseo general antes de la misa y, después de ésta, la cena. Me vine a pernoctar a Tudela aprovechando la vuelta a nuestra ciudad de Amaya, la esposa de un compañero.
Jornada del 5 de marzo
En este día mi conductor particular fue Teófilo Serrano, ex Secretario General de la FSM, con quien pasé unas horas muy agradables. Nos presentamos en Murillo El Fruto a la hora del desayuno: huevos fritos, con salchichas y papada para todos. Nos adelantamos para hacer las fotos de rigor de los peregrinos a la salida del pueblo y los abandonamos cuando dejaron la carretera de Ujué y se internaron en el camino que, bordeando el Aragón, conduce a Gallipienzo.
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Salida de Murillo el Fruto |
Los forales nos dijeron que con el coche era imposible pasar. Ante esto, dimos la vuelta y tomamos la carretera que de Carcastillo conduce a Cáseda. Hice de cicerone de Teófilo y visitamos la ermita de San Zoilo y luego Gallipienzo Antiguo. El día había empeorado y se escapaban algunas gotas. Nuestro grupo descendía ya de "La liviana" cuando nos topamos con ellos. Los adelantamos de nuevo con la intención de esperarlos a la entrada de Gallipienzo Nuevo para comer. Mucho frío y viento en el improvisado comedor del Polideportivo, en el que unas esplendorosas alubias rojas nos pusieron a tono para caminar.
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En Gallipienzo Nuevo, al fondo el antiguo |
Me despedí de Teófilo Serrano porque, ante mi buen estado de ánimo, decidí hacer a pie el resto del camino hasta Sangüesa. Apenas sentí dolor en el talón y llegué sin novedad al puente férreo que da paso a la ciudad. Antes habíamos cumplido la tradición cantando unas jotas en el descanso de los almendros. Nueva parada para el repostar en el primer bar que vimos abierto antes de llegar al hotel. Aperitivo chacinero después de las duchas y antes de la cena.
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En el puente de Sangüesa |
Dejé a mis compañeros después de la colación y me volví a casa otra vez con Amaya. A mitad de camino de la autovía de Sangüesa a Noain, antes de enlazar con la autopista a Tudela, comenzó a nevar copiosamente, Era cerca de la una cuando llegaba a casa.
Jornada del 6 de marzo
A las seis de la mañana ya estaba en la estación de autobuses para tomar el autocar que nuestro grupo había contratado para el regreso. Cuando, cerca de las ocho de la mañana, llegué al Hotel Yamaguchi, mis compañeros estaban ya en la puerta esperando a que diera comienzo el Víacrucis. Al poco de su inicio, comenzó a caer una llovizna fina. A pesar de la nieve en las cumbres cercanas, no había una gran sensación de frío. Caminé sin ningún problema los ocho kilómetros de la carretera a Javier, incluso me permití adelantar a mis compañeros para hacerles las fotos de la llegada al castillo. Antes de la visita al Patrón navarro, unos bocatas de chistorra para aguantar el chaparrón, y el paso por las tiendas de recuerdos.
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Muchos huecos en la explanada del castillo |
Apenas llovía durante la misa en la explanada, en la que se veían muchos huecos. Muy poca gente en esta ocasión, posiblemente acobardada por los pronósticos meteorológicos. Tras la ceremonia, nos dirigimos hacia nuestro autobús para retornar a Tudela. En la bodega de Murchante nos esperaba el reparador y tradicional cocido de Topero. Después del fin de fiesta, las despedidas y los buenos deseos para el año que viene.
En resumen, una Javierada con mejor tiempo que el pronosticado, con menos gente en los caminos y en el castillo que otros años y en la que, inesperadamente, pude caminar dos tramos; unas cinco horas en total. Mejor de lo esperado.