Salimos de Arona al punto de la mañana hacia el pintoresco lago D'Orta, paralelo al lago Mayor, separado de éste por el Mottarone.
Con una longitud de trece kilómetros, uno y medio de anchura y una profundidad media de ciento cuarenta y tres metros, es el más pequeño de los lagos previstos en nuestro itinerario. Allí nos esperaba una plácida jornada hasta que, a última hora de la tarde, dando por finalizado nuestro viaje a Italia, nos dirigiéramos al aeropuerto de Malpensa, ubicado a treinta cinco kilómetros de Milán, desde el que tomaríamos el vuelo a Madrid.
Cuando nuestro autobús nos dejó en la parte alta de Orta, contemplamos cómo el caserío se deslizaba ladera abajo acercándose a lamer las sosegadas aguas, de las que emergía una preciosa isleta situada a escasos trescientos metros de la orilla.
Hay que descender a pie |
La isla de San Giulio |
Descendimos por las estrechas y sombrías callejuelas hasta llegar a una plaza rectangular donde se encontraba el embarcadero desde el que los turistas se dirigían al islote en las barcas taxi dedicadas a esa labor.
Llegando a la isla |
Dado que teníamos el día libre para hacer aquello que nos viniera en gana, decidimos visitar por nuestra cuenta la Isla de San Giulio, que así se llama, tomando una de esas barcas en compañía de otros compañeros que deseaban hacer lo mismo.
Un bonito rincón de la isla |
La isla tiene un tamaño muy reducido pero pronto nos dimos cuenta que posee un encanto especial. Sus estrechas callejas, sus rincones recónditos, sus casas apiñadas de un hermoso colorido, su preciosa iglesia; todo formaba un delicioso conjunto que colmó las expectativas que habíamos puesto en esta visita.
Volvemos a Orta |
De vuelta al pueblo, mientras las mujeres se dedicaban a recorrer las numerosas tiendas de la población, yo me perdí de ellas y de mis compañeros y me dediqué en solitario a mi afición favorita.
Husmeé por todos los rincones, callizos, arcadas, jardines, embarcaderos y toda clase de recovecos que pudieran alimentar mi cámara fotográfica.
En varias ocasiones, como el Tenorio, a las alturas subí y a las orillas bajé en una búsqueda incansable de instantáneas. Con la iglesia hemos topado, me dije al volver una esquina y, efectivamente, allí se encontraba al fondo de la calle.
En un pequeño mirador me topé con la escultura de un broncíneo pintor tratando de plasmar la belleza que tenía ante él sobre un lienzo imaginario.
Volví a la plaza y me reuní con mis amigos en el bar lindante al puerto para tomamos unos aperitivos, mientras un dicharachero camarero comentaba con uno de mis compañeros los lances del partido de fútbol del día anterior entre el Atlético de Madrid y la Juventus.
La iglesia del pueblo |
El pintor de bronce |
En un pequeño mirador me topé con la escultura de un broncíneo pintor tratando de plasmar la belleza que tenía ante él sobre un lienzo imaginario.
La plaza del embarcadero |
Volví a la plaza y me reuní con mis amigos en el bar lindante al puerto para tomamos unos aperitivos, mientras un dicharachero camarero comentaba con uno de mis compañeros los lances del partido de fútbol del día anterior entre el Atlético de Madrid y la Juventus.
El ayuntamiento de Orta |
Hacia las dos de la tarde nos reunimos todo el grupo para comer al aire libre, el día estaba espléndido, en el mismo restaurante donde habíamos tomado los aperitivos.
Como primer plato nos sirvieron costrelli, una especie de crepes rellenos de verduras, a continuación una excelente ración de cochinillo asado, plato típico de la zona, todo ello regado con un buen vino italiano. No recuerdo muy bien el postre, pero sé que estuvo en consonancia con el resto de las viandas.
Otro bonito rincón |
Mi última fotografía en Italia |
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Que preciosidad de fotos. Muchas gracias Felipe. Besicos.
ResponderEliminarGracias a ti por entregarme algo de tu tiempo. Un beso
EliminarTu cámara se sentirá satisfecha la has alimentado abundantemente. Conseguiste unas instantáneas preciosas. Un abrazo
ResponderEliminarY los que es más importante: disfruté muchísimo haciéndolas. Un fuerte abrazo.
EliminarNo conocía este lago. Lo que no me extraña es que su islote esté habitado. Tienen un embrujo especial estas pequeñas islas tan cercanas a la orilla, que atraen y casi siempre se construyen en ellas palacios y construcciones de especial belleza, que aumentan la natural del lugar. Ya lo hemos visto en otros lagos también.
ResponderEliminarUn saludo.
Es un lago más pequeño que los anteriores que ya he descrito, pero de una belleza impresionante. Un saludo
EliminarTengo muchas ganas de ir por esa zona de Italia, aunque tendré que esperar unos años.
ResponderEliminarMe han encantado las fotos: ¡qué preciosidad!
Abrazo!
Es una zona preciosa donde se unen muy bien el arte y la naturaleza. Un abrazo
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