Después del plúmbeo día de nuestro recorrido por el lago Maggiore, la nueva excursión prevista era el lago Como, el tercero mayor de los italianos, compuesto por tres brazos con forma de Y invertida: al oeste el de Como, al este el de Lecco y al norte el de Colico. Tiene una longitud de cuarenta y seis kilómetros, una anchura de cuatro y medio y una profundidad máxima de cuatrocientos diez metros.
Siempre suele haber una de cal y otra de arena; en esta ocasión el sol lucía con esplendor cuando, después de partir de Arona, recorridos los setenta y ocho kilómetros que la separan de Como, hicimos la entrada en esta ciudad. No obstante, las nubes seguían agarradas en las crestas de las montañas creando una sutil y azulada neblina que nos impedía distinguir el cromatismo de sus laderas.
Partiendo de la ciudad que da nombre al lago, tomamos la sinuosa carretera de la margen izquierda que, tras media hora de viaje atravesando pueblos como Cernobio, con su lujoso hotel en la Villa D'Este, y algunas otras poblaciones de la Lombardía, nos situó en Tremezzo, lugar donde se encuentra la famosa villa, primer objetivo de nuestro programa.
Entrada a Villa Carlotta |
Amor y Psique |
Galería superior |
Aposento de Carlotta |
El comedor |
Vista del lago |
Salimos para hacer nuestro recorrido por el jardín y fuimos caminando por un paseo de camelias hasta llegar a una ladera con un colorido inigualable en sus macizos de flores emergiendo de un césped de un verde intenso, brillante.
El lago desde el jardín |
Más tarde, pasando por el teatro vergel y el jardín rocoso nos situamos junto al pretil de un puentecillo sobre un riachuelo que descendía desde la fronda formando un pequeño valle de helechos con un impresionante arbolado a ambos lados.
El valle de los helechos |
Un descanso en el jardín |
Caminamos descubriendo vericuetos entre azaleas, rododendros y más camelias, con rincones sombríos asomados a la lámina azul del lago.
El lago desde un rincón |
Abandonamos Villa Carlotta y Tremezzo |
Terminada nuestra visita el autocar nos esperaba para llevarnos a Menaggio, el sitio donde teníamos previsto comer; un luminoso restaurante con grandes ventanales que nos ofrecían el espectáculo de un pequeño y bullicioso puerto lacustre, al que nos dirigimos después de los postres, casi sin tiempo para el café.
Menaggio desde el barco |
Esta vez cupimos todo el grupo en un sólo barco que dirigió su proa hacia la orilla opuesta en la que una colorida aldea se derramaba desde la montaña hasta el lago. Un pequeño paseo por este pueblo encantador, por sus empinadas callejuelas, contemplando sus casitas de colores avivados por un sol espléndido, sus arcos de piedra y sus calles transmitiendo paz y sosiego.
Varenna |
De nuevo a bordo hacia Bellagio, llamada la "perla del lago", ubicada en la estrecha franja de tierra que más se adentra en él, donde se unen los dos brazos de la Y invertida del mismo y sus calles empinadas huyen hacia la montaña.
Una de las calles de Bellagio |
Aquí recalamos algo más de tiempo y aprovechamos para disfrutar algunos de unos exquisitos helados y otros de unas refrescantes birras. Estábamos a gusto, mas el tiempo transcurría inexorable.
Paseando por Bellagio |
Atravesamos de nuevo el lago mientras los rayos solares se filtraban entre las nubes. Tras un corto tiempo de navegación, desembarcamos en Tremezzo, donde nos esperaba el autobús para continuar nuestro viaje.
Los rayos solares sobre el lago |
Circulando detrás una auto caravana francesa, el tramo de la sinuosa carretera hasta Como se nos hizo interminable. Cuando llegamos a la plaza del Duomo, el atardecer amenazaba con hurtarnos la luz; no obstante, pudimos percibir la belleza de la fachada de la catedral, de un mármol rosáceo, en la que destaca un tímpano precioso con la representación de la adoración de los Reyes Magos.
Fachada del Duomo de Como |
Después dimos un pequeño paseo por sus alrededores hasta que el encendido del alumbrado público nos indicó que era hora de volver al autocar para retornar a Arona.
Un día muy completo en el que el colorido, la temperatura, el arte y el paisaje colmó con creces las expectativas que esta fantástica excursión había despertado en todos nosotros.
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Un día especial, con recuerdos para guardar, es una alegría que nos dejes acompañarte en tus viajes. Un abrazote
ResponderEliminarLa buena compañía siempre se agradece. Un abrazo
EliminarUn lugar espectacular. Está bien que no decaigan las ganas de viajar y conocer lugares nuevos.
ResponderEliminarUn abrazo Felipe.
Mientras el cuerpo y las finanzas aguanten seguiremos, Veremos lo que nos depara el nuevo año. Abrazos
EliminarCuando te canses de viajar tendrás que recopilar tus viajes en un libro. Pareces Marco Polo. Besicos.
ResponderEliminarDe momento lo hago ahora por el placer de revivir los viajes y escribir y también porque siempre hay alguien como tú que le apetece leerme. Gracias por ello porque es una satisfacción añadida. Besos
EliminarComo los anteriores lagos, este tiene también unos paisajes espectaculares y unas villas preciosas. Donde mejor para construirla que a orillas de tan hermosos lugares.
ResponderEliminarUn saludo.
Allí las han construido, desde luego, quienes tienen gran poder adquisitvo. Saludos
EliminarHola Felipe:
ResponderEliminarTe sigo leyendo aunque no siempre te contesto, porque se me han reducido las fuerzas y el tiempo disponible que antes tenía.
Me entretengo por supuesto con tus narraciones que no tienen desperdicio.
Feliz Año. Abrazos.
No te esfuerces, Manrique, si lo que escribo te sirve de entretenimiento, eso ya es una gran satisfacción para mí, no hace falta que comentes si no tienes ganas o fuerzas. Deseo de verdad que vayas recuperándote. Un fuerte abrazo
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