miércoles, 28 de enero de 2015

Pedriz

Ante la magnífica mañana que nos ha deparado este día, decido darme un buen paseo. Monto en el coche, recorro los ocho kilómetros que me separan de mi huerto en Urzante y lo dejo allí aparcado para que vigile la poda pendiente de los árboles. 

Tomo la pista de la vieja vía del Tarazonica, la antigua, la que en Tudela discurría por lo que hoy son el Parque de Otoño, la calle Añón Baigorri y el camino de Instituto, en dirección a Cascante, paralela a la actual vía verde de Tudela a Tarazona.  El camino es recto, llano, con una leve tendencia a la subida y discurre entre viñas podadas, barbechos, fincas de recreo en la zona de Río Lombo, olivares de plantación reciente y otros con una notable antigüedad.


Indicador de la Vía Romana

Antes de llegar a la ciudad de Cascante, tomo una bifurcación a la izquierda en dirección a la carretera de Ablitas, La calzada, con postes indicadores de que se trata de la vía romana de Tarraco a Astorga,  sigue siendo llana, muy cómoda para andar, con amplios horizontes.


Trabajando en los nuevos regadíos

Una gran pala excavadora y varios camiones trabajan acondicionando una finca de los nuevos regadíos. En los álamos cercanos una turba de estorninos, posados en las ramas desnudas, producen sonidos ensordecedores, al tiempo que otros picotean los rastrojos de los maizales. Al sentir mis pasos, una enorme bandada ensombrece el azul del cielo en el que un avión dibuja su estela rectilínea.


Los estorninos emprende la huida

Me encuentro ya muy cercano al altozano tras el que se adivina el despoblado de Pedriz.  Asciendo por una senda un tanto ancha que serpentea encaramándose para alcanzar el cerro donde se hallan las ruinas.


Muy cercano ya Pedriz
Me detengo en un llano ante ellas y contemplo el paisaje: en la vasta llanura que se extiende a mis pies, al frente, entre la bruma se intuye Tudela y el Hospital Reina Sofía; a la derecha la neblina oculta las Bardenas a cuyo pie se encuentran Cabanillas, Fustiñana y Ribaforada; girando hacia la izquierda, primero Murchante, después el montículo de Urzante y más escorada la ciudad de Cascante con la arquería encaramándose a la Basílica del Romero. A mi espalda, oculta por una loma de olivares, Ablitas y la Laguna de Lor.

Lo que queda de la iglesia y el ábside

Frente a mí, a unos pasos, junto a un aprisco, lo que que queda del antiguo poblado: apenas unos muros de la iglesia de la que se distinguen las yeserías del ábside y algo que podría ser la base de una espadaña.


Sólo escombros del antiguo poblado
Husmeo entre piedras derruidas en el suelo formando una escombrera entre los matorrales. Al tiempo que descanso, me entretengo haciendo unas cuantas instantáneas ya que he acertado cargando con mi cámara fotográfica. Hombre previsor... 

Nuevos regadíos
Emprendo el regreso por el mismo camino por el que he llegado. La máquina y los camiones no han abandonado el lugar, siguen trabajando, y los estorninos picoteando.


Al fondo el Hospital de Tudela

En la lejanía, una edificación redonda me recuerda remotamente unas que existen en las provincias de Albacete y Ciudad Real y que, allí, llaman bombos. Vacilo en tomar otro recorrido que da un pequeño rodeo pero, al ver que voy con el tiempo justo, me inclino por continuar por el mismo camino por el que vine.

La ciudad de Cascante al fondo
Al llegar al huerto, constato que el coche me espera en el mismo lugar en el que lo dejé, cosa que agradezco porque, después de dos horas de caminar, no me apetece lo más mínimo recorrer otros ocho kilómetros hasta Tudela. Por hoy, ya vale de andaduras.

Ruinas de Pedriz
Después de una pequeña siesta tras reparar fuerzas, busco entre mis libros información sobre el despoblado que he visitado y extracto la siguiente de la Gran Enciclopedia Navarra:


Pedriz, perteneciente al municipio de Ablitas y comprendido en el fuero de Sobrarve, Alfonso I el Batallador dio su mezquita a Santa María de Tudela en el año 1121. Sancho VI el Sabio entregó a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén la villa y su castillo, quedando inscritos en la encomienda de Calchetas, igualmente desaparecido. Continuó como posesión de dicha orden militar hasta la desaparición de las jurisdicciones señoriales en que fue incorporado al ayuntamiento de Ablitas. En 1353 contaba con seis fuegos, todos ellos moros, además de un hidalgo alcaide del castillo y su mayor censo lo alcanzó en 1786 con treinta habitantes.

Consultado también el Diccionario Histórico-Político de Tudela de 1828 escrito por Yanguas y Miranda, éste aporta, además, que los campos de Pedriz reciben el riego de la Laguna de Lor a medias con Tudela.  No he logrado averiguar la fecha en que fue asolado. Ojeados los Apuntes Tudelanos de Mariano Sainz no añaden nada nuevo a lo ya reseñado.


martes, 20 de enero de 2015

De lagos por Italia. D'Orta

Salimos de Arona al punto de la mañana hacia el pintoresco lago D'Orta, paralelo al lago Mayor, separado de éste por el Mottarone.

Con una longitud de trece kilómetros, uno y medio de anchura y una profundidad media de ciento cuarenta y tres metros, es el más pequeño de los lagos previstos en nuestro itinerario. Allí nos esperaba una plácida jornada hasta que, a última hora de la tarde, dando por finalizado nuestro viaje a Italia, nos dirigiéramos al aeropuerto de Malpensa, ubicado a treinta cinco kilómetros de Milán, desde el que tomaríamos el vuelo a Madrid.

Las casas se asoman al lago

Cuando nuestro autobús nos dejó en la parte alta de Orta, contemplamos cómo el caserío se deslizaba ladera abajo acercándose a lamer las sosegadas aguas, de las que emergía una preciosa isleta situada a escasos trescientos metros de la orilla.

Hay que descender a pie

La isla de San Giulio

Descendimos por las estrechas y sombrías callejuelas hasta llegar a una plaza rectangular donde se encontraba el embarcadero desde el que los turistas se dirigían al islote en las barcas taxi dedicadas a esa labor.

Llegando a la isla


Dado que teníamos el día libre para hacer aquello que nos viniera en gana, decidimos visitar por nuestra cuenta la Isla de San Giulio, que así se llama, tomando una de esas barcas en compañía de otros compañeros que deseaban hacer lo mismo.

Un bonito rincón de la isla

La isla tiene un tamaño muy reducido pero pronto nos dimos cuenta que posee un encanto especial. Sus estrechas callejas, sus rincones recónditos, sus casas apiñadas de un hermoso colorido, su preciosa iglesia; todo formaba un delicioso conjunto que colmó las expectativas que habíamos puesto en esta visita.  

Volvemos a Orta

De vuelta al pueblo, mientras las mujeres se dedicaban a recorrer las numerosas tiendas de la población, yo me perdí de ellas y de mis compañeros y me dediqué en solitario a mi afición favorita.


Paseando por una de sus calles

Husmeé por todos los rincones, callizos, arcadas, jardines, embarcaderos y toda clase de recovecos que pudieran alimentar mi cámara fotográfica.


La iglesia del pueblo
En varias ocasiones, como el Tenorio, a las alturas subí y a las orillas bajé en una búsqueda incansable de instantáneas. Con la iglesia hemos topado, me dije al volver una esquina y, efectivamente, allí se encontraba al fondo de la calle.


El pintor de bronce

En un pequeño mirador me topé con la escultura de un broncíneo pintor tratando de plasmar la belleza que tenía ante él sobre un lienzo imaginario.


La plaza del embarcadero

Volví a la plaza y me reuní con mis amigos en el bar lindante al puerto para tomamos unos aperitivos, mientras un dicharachero camarero comentaba con uno de mis compañeros los lances del partido de fútbol del día anterior entre el Atlético de Madrid y la Juventus.

El ayuntamiento de Orta

Hacia las dos de la tarde nos reunimos todo el grupo para comer al aire libre, el día estaba espléndido, en el mismo restaurante donde habíamos tomado los aperitivos. 

Al ver esto pudimos intuir  en qué consistía la comida
Como primer plato nos sirvieron costrelli, una especie de crepes rellenos de verduras, a continuación una excelente ración de cochinillo asado, plato típico de la zona, todo ello regado con un buen vino italiano. No recuerdo muy bien el postre, pero sé que estuvo en consonancia con el resto de las viandas.


Otro bonito rincón
Aún tuvimos un breve espacio de tiempo para dar un corto paseo y hacer las últimas fotografías de este bonito lugar, antes de dirigirnos a la parte alta del pueblo y subir al autocar que nos iba a llevar directamente a Malpensa.


Mi última fotografía en Italia
Unas horas más tarde aterrizábamos en el aeropuerto de Barajas, ahora denominado de Adolfo Suárez. Allí nos esperaba otro autocar que nos acercó a Tudela pasada la media noche.

Entradas relacionadas:
De lagos por Italia: Garda
De lagos por Italia. Maggiore
De lagos por Italia. Como

sábado, 17 de enero de 2015

Comienzos

En esta semana he iniciado dos actividades que espero sean las que alimenten los deseos de cumplir los propósitos que me he planteado para este nuevo año: mejorar mis cualidades físicas e intelectuales. En cuanto al físico estoy algo más que fondón y, respecto al intelectual, un si es no es espeso.

El domingo dimos comienzo a nuestros entrenamientos en grupo para la javierada del 2015. Ante la sede de la Can, donde se ubicaba, anteriormente la cafetería Delicias, nos reunimos cerca de treinta personas, la mayoría del conjunto de Tudelanos por Javier, dispuestas a gastar nuestras energías en un buen paseo matinal, cuyo pistoletazo de salida lo dio el amanecer.

Camino de Cascante 

Al igual que en años anteriores nuestro primer destino fue la ciudad de Cascante, a la que arribamos, tras el paso obligado por Murchante, hacia las diez de la mañana. Dimos cuenta del copiosísimo almuerzo al que, como es habitual, se nos habían unido unas cuantas personas más, deseosas de no dejarnos en solitario durante este trance.

Eran las once y media cuando reiniciamos el regreso a nuestra ciudad, en esta ocasión por la Vía Verde del Tarazonica, y más de la una cuando llegamos a casa de Ascen donde nos esperaba un aperitivo que dio al traste con nuestras ganas de comer y las calorías perdidas en esta caminata de veintidos kilómetros.

A continuación, cada mochuelo a su olivo, a esperar la nueva salida del próximo domingo que nos llegaremos a Ablitas, por el camino de la finca de Las Coronas y bordeando el aeródromo.

Campus de la UPNA en Tudela

El miércoles otro acontecimiento esperado: el inicio de las clases del Taller de Escritura Creativa que imparte Pepe Alfaro en la Universidad Pública de Navarra. Este año muchas caras nuevas y el reencuentro con viejos conocidos, veteranos supervivientes de las batallas de años anteriores. Como en casi todos los eventos, más mujeres que hombres, aunque debo reconocer que también formamos un buen número los varones, que no barones. Tenemos representación variada de las profesiones de enfermería, educación, periodismo, administración y también hay algún estudiante, amas de casa y jubilados y jubiladas. Las edades muy diversas: desde un jovencísimo estudiante hasta un señor con noventa años cumplidos. 

Tendremos que lidiar las suertes que reparta el maestro. Pepe Alfaro, un diestro bregado en esta feria, tendrá que atarse los machos con semejante cuadrilla y espero que en plena faena no dude en echarnos un buen capote, aunque sea desde la barrera. Es de desear que los que den la espantá sean los menos y todos hagamos un buen tercio. 

¡Hay que joderse, lo que da de sí la jerga taurina!  

miércoles, 14 de enero de 2015

Conmigo que no cuenten


No, desde luego que yo no soy Charlie Hebdo, con todos mis respetos para quienes sí se sienten identificados con esa revista. Una cosa es no estar de acuerdo y condenar unos viles asesinatos y otra muy distinta respaldar las ideas y el comportamiento de unos personajes, por muy respetables y buenos profesionales que  sean, cuya ocupación ha sido la de hacer mofa, befa y escarnio de los sentimientos de otras personas en nombre de una sacrosanta libertad de expresión. Sin justificar lo injustificable, hay que tener presente el refrán de quien siembra vientos recoge tempestades. Los dibujantes de Charlie Hebdo sembraron vendavales hiriendo la sensibilidad de muchas personas de distintas confesiones religiosas que merecen la misma consideración que ellos exigían para su dedicación y terminaron desatando la caja de los truenos de unos fanáticos integristas. A pesar de ello, nada disculpa que les fuera arrebatada la vida ni de ésta, ni de ninguna otra forma.

No me hacen gracia los chistes de gangosos, tartamudos, cojos, mancos, discapacitados o de cualquiera que tenga algún defecto; tampoco soy amigo de los de putas o maricones. Me siento incómodo por haber sonreído en ocasiones ante algunas situaciones ridículas de otros. Me desagradan las actividades que atentan contra algo tan íntimo como las creencias de las personas, a pesar de ser un laxo practicante. En mi modesta opinión, el agnosticismo, el laicismo y el ateísmo no están en contraposición con la tolerancia, la educación y la deferencia hacia quienes practican cualquier religión, aunque ésta no sea la mía, ni de mi agrado. Ni siquiera se opone a ello la tan jaleada libertad de expresión que, como todas, acaba donde comienza la del vecino. A eso se le suele llamar respeto.


Por otra parte, quiero dejar meridianamente claro que con ésto no sólo no justifico que unos fanáticos hayan transformado en huracanes los vientos esparcidos cometiendo tamaña iniquidad; sino que ni siquiera aspiro a que quienes actúan del mismo modo que los dibujantes exterminados, dejen de hacerlo por mi forma de pensar. En todo caso, debieran ser los jueces quienes tuvieran la última palabra. Tampoco pretendo que otros modifiquen su opinión por la mía, allá cada cual con sus convicciones; simplemente manifiesto que, aun cuando lamento y condeno su asesinato, no me siento reflejado ni representado por ellos como podría hacerlo con otras muchas víctimas. En otras palabras, a pesar de todas las pancartas que se exhiban diciendo que todos lo somos, yo no soy Charlie Hebdo. Por muy políticamente incorrecto que ello sea: a mí que no me busquen en esa lista.

viernes, 9 de enero de 2015

De lagos por Italia. Como

Después del plúmbeo día de nuestro recorrido por el lago Maggiore, la nueva excursión prevista era el lago Como, el tercero mayor de los italianos, compuesto por tres brazos con forma de Y invertida: al oeste el de Como, al este el de Lecco y al norte el de Colico. Tiene una longitud de cuarenta y seis kilómetros, una anchura de cuatro y medio y una profundidad máxima de cuatrocientos diez metros.

Siempre suele haber una de cal y otra de arena; en esta ocasión el sol lucía con esplendor cuando, después de partir de Arona, recorridos los setenta y ocho kilómetros que la separan de Como, hicimos la entrada en esta ciudad. No obstante, las nubes seguían agarradas en las crestas de las montañas creando una sutil y azulada neblina que nos impedía distinguir el cromatismo de sus laderas. 

Partiendo de la ciudad que da nombre al lago, tomamos la sinuosa carretera de la margen izquierda que, tras media hora de viaje atravesando pueblos como Cernobio, con su lujoso hotel en la Villa D'Este, y algunas otras poblaciones de la Lombardía, nos situó en Tremezzo, lugar donde se encuentra la famosa villa, primer objetivo de nuestro programa.

Entrada a Villa Carlotta
Villa Carlotta es un emplazamiento de excepcional belleza, en el que conviven en perfecta armonía la naturaleza de sus ubérrimos jardines y las obras de arte atesoradas en una espléndida mansión de finales del siglo XVII, convertida en museo, rodeada por un vergel de estilo italiano con numerosas escalinatas, estatuas y fuentes, ocupando más setenta mil metros cuadrados.

Amor y Psique
Comenzamos nuestra visita de la casa museo por un salón en el que fuimos sorprendidos por una magnífica escultura de Marte y Venus y, a continuación, en otra estancia, por una de Amor y Psique, muy similar a la que ya habíamos visto en el Hermitage de San Petesburgo durante nuestro viaje a Rusia.

Galería superior
Tras el paso por otras salas, subimos a la parte superior donde una hermosa galería daba paso a los diversos salones: el Rojo, el Imperio, el Comedor, el aposento de Carlotta, el estudio de Jorge II, el dormitorio y lo que llaman la sala del tapiz por el que cuelga de una de sus paredes.

Aposento de Carlotta

El comedor
Pudimos admirar el riquísimo mobiliario, su colección de pinturas, sus vajillas y la riqueza de su decoración, amén de unas vistas sobre el lago impresionantes. 

Vista del lago

Salimos para hacer nuestro recorrido por el jardín y fuimos caminando por un paseo de camelias hasta llegar a una ladera con un colorido inigualable en sus macizos de flores emergiendo de un césped de un verde intenso, brillante.


El lago desde el jardín

Más tarde, pasando por el teatro vergel y el jardín rocoso nos situamos junto al pretil de un puentecillo sobre un riachuelo que descendía desde la fronda formando un pequeño valle de helechos con un impresionante arbolado a ambos lados. 

El valle de los helechos

Un descanso en el jardín

Caminamos descubriendo vericuetos entre azaleas, rododendros y más camelias, con rincones sombríos asomados a la lámina azul del lago.


El lago desde un rincón


Abandonamos Villa Carlotta y Tremezzo

Terminada nuestra visita el autocar nos esperaba para llevarnos a Menaggio, el sitio donde teníamos previsto comer; un luminoso restaurante con grandes ventanales que nos ofrecían el espectáculo de un pequeño y bullicioso puerto lacustre, al que nos dirigimos después de los postres, casi sin tiempo para el café.

Menaggio desde el barco

Esta vez cupimos todo el grupo en un sólo barco que dirigió su proa hacia la orilla opuesta en la que una colorida aldea se derramaba desde la montaña hasta el lago. Un pequeño paseo por este pueblo encantador, por sus empinadas callejuelas, contemplando sus casitas de colores avivados por un sol espléndido, sus arcos de piedra y sus calles transmitiendo paz y sosiego.

Varenna

De nuevo a bordo hacia Bellagio, llamada la "perla del lago", ubicada en la estrecha franja de tierra que más se adentra en él, donde se unen los dos brazos de la Y invertida del mismo y sus calles empinadas huyen hacia la montaña.

Una de las calles de Bellagio

Aquí recalamos algo más de tiempo y aprovechamos para disfrutar algunos de unos exquisitos helados y otros de unas refrescantes birras. Estábamos a gusto, mas el tiempo transcurría inexorable.


Paseando por Bellagio

Atravesamos de nuevo el lago mientras los rayos solares se filtraban entre las nubes. Tras un corto tiempo de navegación, desembarcamos en Tremezzo, donde nos esperaba el autobús para continuar nuestro viaje. 

Los rayos solares sobre el lago

Circulando detrás una auto caravana francesa, el tramo de la sinuosa carretera hasta Como se nos hizo interminable. Cuando llegamos a la plaza del Duomo, el atardecer amenazaba con hurtarnos la luz; no obstante, pudimos percibir la belleza de la fachada de la catedral, de un mármol rosáceo, en la que destaca un tímpano precioso con la representación de la adoración de los Reyes Magos. 


Fachada del Duomo de Como

Después dimos un pequeño paseo por sus alrededores hasta que el encendido del alumbrado público nos indicó que era hora de volver al autocar para retornar a Arona.

Un día muy completo en el que el colorido, la temperatura, el arte y el paisaje colmó con creces las expectativas que esta fantástica excursión había despertado en todos nosotros.


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martes, 6 de enero de 2015

Noche de Reyes


Abrió la puerta del salón con mucho cuidado para no despertar a sus padres que todavía dormían. Sobre el sofá, vio recostados los regalos que le habían traído aquellos tres señores barbudos que había visto llegar la tarde anterior rodeados de una multitud de pajes acompañando sus carrozas. Descubrió el triciclo y la muñeca casi de inmediato. Sin hacer el menor ruido, fue apartando uno a uno todos los paquetes buscando con impaciencia.

- Aquí está, musitó bajito, Baltasar no me ha fallado, hace ya casi un año que los abuelitos se fueron a aquel viaje del que aun no han vuelto, los papás me dijeron que el autobús se los llevó derechicos al cielo, ese sitio de donde vienen también los Reyes Magos, me parece que esa cajica es lo que le dije en la carta que pidiera a la yaya, la medalla que siempre llevaba puesta, esa tan guay que me gustaba mogollón y no encontraban, me la había prometido muchas veces, me dijo que sería para mí, estoy segura de que es este paquetico.

Continuó rebuscando con obstinación entre los regalos, repasándolos uno a uno con minuciosidad mientras se lamentaba:

- También le pedí la foto que llevaba el yayo en la cartera, esa tan chula que nos hicieron juntos cuando me llevó a despedir a los gigantes el último día de fiestas, pero no la encuentro, igual se le ha olvidado, como lleva tantas cosas en la cabeza... 

Volvió a su habitación en silencio, se metió en la cama y, arrebujándose en las sábanas, trató de coger el sueño de nuevo. Dejó escapar un suspiro al tiempo que susurraba:

- A lo mejor me la trae mañana algún paje rezagado.
Felipe Tajafuerte
2015



(Relato dedicado al amigo Pepe Martínez Navarro, eterno Rey Baltasar de Tudela)


jueves, 1 de enero de 2015

A la gente de buena voluntad



Feliz Año Nuevo
Urte berri on
Feliç Any Nou
Feliz AniNovo
Buena Añada
Feliz Añu Nuevu

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