Los tarayes a ambos lados de la senda |
Una vista del parque |
En la laguna de aclimatación |
Un mundo de reflejos |
Agua, vegetación, cielo |
Fauna y flora |
Nos acompaña el trino de este ejemplar |
En el bosque de tarayes |
Las aves en la isla cercana |
Un ánade marca su camino |
Los troncos hundían sus extremidades con formas oblicuas buscando el tesoro de sus recuerdos en el fondo.
Reflejos |
y más reflejos |
El paseo, de unos dos kilómetros, con una duración de algo más de hora y media, se me hizo corto, sin apenas darme cuenta de que el tiempo transcurría inexorablemente.
Como en un espejo |
- Nunca me había sucedido esto; uso palabras textuales: "no os voy a atender porque para lo que voy a ganar... además estoy sólo".
Nuestro asombro no tuvo límites al darnos cuenta de que, en los tiempos que corren, todavía queda alguien sin las suficientes ganas de trabajar si todo un autobús se detiene ante su puerta, cuando otros muchos lo están suspirando. El restaurante en cuestión responde al apelativo de Los Pinos y, posiblemente sus dueños sean de aquellos que se quejan de la situación de crisis del país.
Facilito su nombre para que si alguien tiene la tentación de entrar en él, sepa a qué atenerse. Parece ser cierto el dicho de que Dios da pañuelo a quien no tiene mocos. Quienes ganaron fueron los establecimientos de Ruidera, población cercana a Ossa de Montiel, donde paramos para tomarnos el aperitivo.
Mi última foto del parque |
Vamos, que seguramente nos hemos cruzado en una de esas pasarelas y ni nos hemos conocido, estuve por ahí el fin de semana.
ResponderEliminarSaludos
No, Emilio, yo estuve allí a primeros de mes, concretamente el día siete. Si nos hubiésemos cruzado en alguna pasarela,posiblemente nos habríamos reconocido. Un cordial saludo.
EliminarAl leerte veo que han conseguido recuperarlas y eso me supone una gran alegría, las he visto secas tantas veces que deje de ir.
ResponderEliminarUn abrazo
Parece ser que, a partir de 2010, la situación ha mejorado mucho y el nivel del acuífero en esas fechas subió unos veinte metros. Esperemos que esta mejoría continúe. Abrazos
EliminarLas Tablas se ven perfectas, después de unos años con problemillas, es una maravilla las fotos que aportas, y si no te importa me llevo la amapola. El comentario del mesero tiene miga, pero se la comerá el solito. Un abrazo
ResponderEliminarEstaban muy bien, la verdad sea dicha. La foto de la amapola te la puedes llevar, aunque no está muy bien encuadrada. El restaurante podía haber salvado la mañana porque no había nadie más que nosotros, pero hay quien se agobia para trabajar un poco. Abrazos
EliminarLas fotos son realmente preciosas, me encantaría que las mías hechas en una ciudad europea, que empezaré a hacer pasado mañana salieran tan bien.
ResponderEliminarSaludos.
Seguro que si, Emilio. Que disfrutes del viaje. Un abrazo
EliminarUn lugar en el que he estado varias veces. Con mis hijos y con mis nietos después. Buen post . Creo que ha mejorado bastante desde la primera vez que la visité.
ResponderEliminarUn abrazo
Parece que ya se han superado los problemas de los años anteriores, sobre todo los del año 2009 cuando empezaron a arder las turbas del subsuelo. Abrazos
EliminarDescribes tan bien las sensaciones de vuestro paseo por Las Tablas, que me ha hecho revivir momentos inolvidables. Mi marido es de Daimiel.
ResponderEliminarLamento que el camarero no tuviera gana de trabajar. El se lo perdió…
Un abrazo, y saludo de Jesús.
Parece mentira que en estos tiempos alguien rechace trabajar un poco, pero así fue. Me alegro de que mi entrada te haya suscitado buenos recuerdos. Abrazos
EliminarYa se me ha hecho una costumbre pensar que iré a la página de Felipe para viajar un poco por España. No me arrepiento. Lindas imágenes y como siempre, atrayente relato.
ResponderEliminarSaludos.
A mí me parece una buena costumbre, pero ¿qué voy a decir yo? Gracias Esteban por tus visitas. Un muy cordial saludo
EliminarHola Felipe.Me extreno en tu blog.No conozco las tablas pero con tu descripción ya me has picado.!Enhorabuena por tu trabajo!
ResponderEliminarGracias, Teresa, por tu visita. Me alegra haber suscitado tu interés porque creo que las Tablas de Daimiel merecen una visita. Un cordial saludo
EliminarQue reportaje más bonito. Envidia me dais y siento mucha nostalgia porque os imagino a los juntos. Siempre leo tus entrabas busco la chispa y esta vez el que soltó el fogonazo fue el mesonero ... que risa !!
ResponderEliminarSeguiremos así mientras el cuerpo aguante. De vez en cuando, surge alguien que da la nota discordante, pero tampoco hay que amargarse, se le da la vuelta y ya está. Besos
EliminarAmigo Felipe, que bien lo pasasteis, os felicito, las fotos son muy bonitas, estas tablas las he visto con bastante menos agua que hoy, me alegra verlas como están,
ResponderEliminarUn abrazo
Es una gozada que se hayan recuperado. Abrazos
EliminarNo he estado nunca en las Tablas de Daimiel, pero me han entrado unas ganas...!
ResponderEliminarLas fotografías, como siempre, una gozada, una maravilla, de verdad. GRACIAS por compartir con nosotros !
No me extraña que no supieras hacia dónde dirigir tu objetivo para "disparar", todo es tan hermoso!
Y lo del bar, no tiene nombre!
Un abrazo!
;)
Hace unos años daba pena verlas pero hoy tan recuperadas es una delicia pasear por este humedal. Hay algunos a lo que eso de trabajar no les va mucho. Abrazos
EliminarNo llegué a verlas en la situación que dices, aunque lo he leído y me han contado. Ahora da gusto verlas y recorrerlas. Un cordial saludo.
ResponderEliminarComprendo tu emoción con la cámara y tu disgusto e indignación con el bar.
ResponderEliminarUn saludo.
Una de cal y otra de arena, aunque lo del bar se suplió perfectamente en Ruidera con unas cañas y unas tapas de pipirrana que nos quitaron el mal sabor de boca. Saludos
EliminarQuien las ha visto y quién las ve, era deprímete cuando estaban secas por la gran proliferación de pozos que extraían agua para unos regadíos imposibles, esperemos que se mantengan esplendorosas, como nos muestra en tus fotos, durante mucho tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Durante la segunda mitad del siglo XX se hicieron en la zona tal cúmulo de despopósitos que hicieron que las tablas entraran en el proceso de su desaparición. Afortunadamente parece ser que en estos últimos años se han corregido algunas de esas barbaridades y se van a poder recuperar. Me comentaron ue el pasado año estuvieron en todo su esplendor y este año cuando las he visitado estaban muy bien. Esperemos que esto perdure. Abrazos
EliminarMmmmmm… ¡qué bonito, Felipe!
ResponderEliminarLa hermosa descripción del recorrido pone en mi imaginación los sonidos, colores y fragancias de esos lugares maravillosos :)
Las fotografías, como siempre espectaculares, los reflejos generalmente son fascinantes.
Respecto al restaurante de “perezosos”, francamente es algo realmente inimaginable.
Cuando viajamos al campo siempre llevo en mi bolso: agua, manzanas, chocolates, queso, galletas; entre otros, por acaso no encontremos restaurante cerca.
Deseo que pases un feliz fin de semana
Los reflejos me atraen singularmente a la hora de las fotografías. En un viaje de este tipo, la cultura del aperitivo es muy tentadora. Un cordial saludo
Eliminarno sospechaba hallar tan precioso, ¡y preciso!, reportaje justo vísperas de conocer por primera vez parajes tan hermoso y singulares.
ResponderEliminarhe tomado nota cabal de todo y te doy encarecidas gracias por tanta hermosura de blog y de post, Felipe.
Un abrazo
Gracias por tu amable comentario y bienvenida a mi rincón. Habrás podido pues comprobar tan idílico lugar, que merece la pena ser contemplado. Abrazos
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