9 de marzo. Cuarto tramo: 8 kilómetros.
Y amaneció el gran día. He dormido como un chiquillo y me encuentro de maravilla; se han esfumado las malas sensaciones de la mañana de ayer en la que que hubo momentos en los que me pregunté: ¿qué es lo que hago yo aquí, si no se me ha perdido nada? Todo eso es ya agua pasada. Cuando solamente queda hora y media de andadura, la satisfacción y la euforia son los sentimientos que me embargan.
Comienza la marcha del viacrucis |
El víacrucis comienza a las ocho de la mañana y la marcha es viva sin interrupciones, entre banderas, cruces, estandartes, cánticos, rezos y música clásica.
Una curva en el camino |
Elijo de liebre a Esteban, un compañero de andadura rápida, y me adelanto para ir tomando instantáneas. La mañana es espléndida e invita a caminar. La sierra de Leyre nos muestra los dientes de sus acantilados dando mordidas a un cielo azul.
Ante la sierra de Leyre |
Los peregrinos, la curva de sierpe, los contraluces, la primera silueta del castillo... todo ello va dejando muescas en la tarjeta de mi cámara.
Los peregrinos están ya muy cerca |
Llegamos en cabeza a Javier. Me sitúo en una isleta en el centro de la carretera y, conforme van llegando mis compañeros, les hago las fotos que luego mirarán con el agrado de la misión cumplida.
Ya se ve el castillo |
Nos reunimos todos en el último de los restaurantes de la zona comercial y me meto entre pecho y espalda un bocadillo de tortilla acompañado de una caña y su correspondiente café. Ya puedo sobrevivir hasta la hora de la comida.
Objetivo conseguido |
Hacemos las compras obligadas de las cruces de esta Javierada y nos encaminamos hacia la explanada donde se va a celebrar la misa.
El interior de la basílica de Javier |
Algunos nos dirigimos a la basílica para hacer la visita a nuestro Santo Patrón, mientras otros van tomando posiciones para la celebración de la Eucaristía. Este año no tomo parte activa en ella, me limito a observar.
Aspecto durante la celebración de la misa |
Finalizada la ceremonia, vamos a la zona de autobuses y, a las doce de la mañana partimos para casa con la satisfacción de haber conseguido el objetivo propuesto. A las dos de la tarde, en una conocida bodega de Murchante, disfrutamos de una comida de despedida y hermandad en la que degustamos un sabroso cocido, con todos sus sacramentos y bien regado por los vinos del lugar.
Término de Javier |
Esta ha sido, si no la mejor, una de las mejores Javieradas en las que he participado. Quizá haya influido en ello la ideal temperatura que hemos disfrutado durante todos los días. Como datos debo aportar que, en total, hemos recorrido noventa kilómetros a un promedio de cinco kilómetros a la hora, a pesar de las dificultades, lo cual quiere decir que hemos caminado durante dieciocho horas en los tres días. No está nada mal.
No me resta sino dar las gracias a todas la personas que han influido para que mi Javierada haya llegado a feliz término: a mi amigo Juanjo que me ha facilitado los traslados, a Mari Paz que me levantó en el aire cuando estaba muy postrado, a Pili, madre de Marta, que caminó a mi lado en mis momentos más difíciles de la mañana del sábado, a la intendencia que nos ha tratado a cuerpo de rey y a todos, todos mis amigos de Tudelanos por Javier, cuyos nombres no facilito para no extenderme demasiado y evitar se me olvide alguno, que con sus consejos, su empatía, sus detalles, su ayuda moral y física han contribuido eficazmente a que llevase a buen fin mi andadura. Gracias a todos, y nos vemos con idéntico motivo, si no es antes, el año que viene: mismo sitio, misma hora.
No me resta sino dar las gracias a todas la personas que han influido para que mi Javierada haya llegado a feliz término: a mi amigo Juanjo que me ha facilitado los traslados, a Mari Paz que me levantó en el aire cuando estaba muy postrado, a Pili, madre de Marta, que caminó a mi lado en mis momentos más difíciles de la mañana del sábado, a la intendencia que nos ha tratado a cuerpo de rey y a todos, todos mis amigos de Tudelanos por Javier, cuyos nombres no facilito para no extenderme demasiado y evitar se me olvide alguno, que con sus consejos, su empatía, sus detalles, su ayuda moral y física han contribuido eficazmente a que llevase a buen fin mi andadura. Gracias a todos, y nos vemos con idéntico motivo, si no es antes, el año que viene: mismo sitio, misma hora.
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Y el premio es haber llegado hasta el final, debes sentirte contento y orgulloso. Una buena Javierada que has compartido con nosotros. Gracias.
ResponderEliminarMe ha gustado ese cocido con todos sus sacramentos que me ha recordado al Quijote.
Un abrazo
La satisfacción fue grande al llegar a Sangüesa, el último tramo es la guinda del pastel. El cocido muy bueno, de verdad. Abrazos
EliminarDebes sentir una gran satisfacción al llegar a la meta. Enhorabuena por conseguirlo.
ResponderEliminarPor lo que veo no somos tan mayores aunque escucháramos a Dusty Sprigfield jajaja.
Un abrazo.
Sí que lo somos. De hace diez años que retomé las javieradas a esta última la diferencia es muy grande en cuanto a rendimiento físico. Abrazos
EliminarBien está lo que bien acaba. Me ha gustado el recorrido final, no me imaginaba la gran cantidad de gente que pudiera haber al término del trayecto, me ha hecho gracia esa sonrisa entre pícara y socarrona, que pareces tener.
ResponderEliminarUn saludo
Es una mezcla de satisfacción y cansancio, nada más.Un abrazo
EliminarSatisfecho con el deber y el esfuerzo cumplido.
ResponderEliminarSaludos
Muy satisfecho, Emilio, y deseando poder repetir el próximo año. Un abrazo
EliminarEnhorabuena por tus momentos de alegría,
ResponderEliminarQue el Cristo de Javier, con su cara sonriente, te acompañe siempre.
Abrazos
Muchas gracias, Manrique.
Eliminar¡¡Uf, qué de gente!!
ResponderEliminarSeguro que estás muy orgulloso de haber cumplido lo propuesto.
¡Enhorabuena!
Un abrazo Felipe.
Orgulloso no, pero sí muy satisfecho. Abrazos
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