Comencé la semana con un par de días de total asueto en los que no salí ni a misa, solamente a un par de gestiones urgentes.
El miércoles y jueves me dí un par de hermosos paseos hasta El Bocal. El primero de ellos fue un día nuboso, de esos en los que el astro rey parece haberse ausentado sin dejar señas, en el que la niebla brillaba por su ausencia. Había cargado con mi cámara y el paseo fue entretenido, pausado, con numerosas detenciones para hacer instantáneas que engrosarán mi archivo y, la mayoría de ellas, acompañarán a los justos en su sueño.
Una tras otra las instantáneas fueron acumulándose en la tarjeta, ese complemento semejante a un hórreo diminuto y plano que se alimenta de imágenes:
Una parcela sembrada de prometedoras habas elevando su verdor un palmo sobre el suelo.
En la lejanía, San Gregorio enmarcado por chopos desnudos, secos y renegridos.
El Moncayo con su capa de nácar sobre un mar azul, ausente de olas.
El plateado automotor de Renfe adelantándome por la derecha. Sin duda, lleva más prisa que yo.
Un nervudo ejército de manzanos, sin podar, en la finca del Carrizal, presentando batalla a la orilla del Ebro en una eterna lucha por el agua.
Un individuo que no se sabe si corre, hace footing, o viceversa, y que también parecía apurado de tiempo.
La extraña figura del tronco de una higuera bañándose en la acequia...
Llegué a la casa de compuertas y pasé al otro lado del Canal Imperial. Quedé sorprendido por la escasez de agua que discurre por el río después de la presa. En el centro del cauce eran visibles los cimientos de grava de la isla allí formada. Entre el canal y la central hidroeléctrica han hecho desaparecer el caudal. Fotos y más fotos.
Nacimiento del Canal Imperial de Aragón |
El Ebro después de la presa |
Pasé un rato con el entretenimiento de intentar trasladar, con una especie de grúa del cercano museo al aire libre, la casa de compuertas que alumbra el canal, a un lugar distinto. Así, por las buenas. De veras que lo intenté, pero en vano. Tras tan inútil e infructuoso trabajo, decidí volver a casa sin más. Y lo hice por el mismo camino por el que había venido.
No conseguí trasladar la casa de compuertas |
El jueves tomé el mismo recorrido, sin cámara, las fotos ya estaban hechas. Le dio por salir el sol y retorné a casa sudando por todos los poros y con la suela de una de mis Tucklan mostrando sus partes pudendas a través de sus fauces abiertas. Menos mal que guardo otras botas de repuesto en el trastero.
El viernes tenía otras obligaciones e hice "fuina", a pesar de que "la blanca aurora había dado lugar a que el luciente Febo, con el ardor de sus calientes rayos, las líquidas perlas de sus cabellos de oro enjugase", vamos, que lucía un sol precioso, ¡joder con Cervantes! Era San Antón y me acerqué a la Plaza Nueva para lo de las tres vuelticas, algo que ya expliqué hace un par de años. No es que las fuera a dar yo, pero me gusta ver como lo hacen otros animales, bueno mascotas, no se me vaya a enfadar alguien.
La exposición de viandas |
Junto a la entrada de la plaza estaba el puesto de la Orden de Volatín con sus apetitosas viandas expuestas, incitando a la adquisición de las participaciones para el sorteo de las mismas. Es la rifa del lechón pero con el cadáver despiezado y envasado.
- Sonría, por favor -dije, cámara en ristre, dirigiéndome a la cabeza de un marrano que me miraba fijamente-.
- No te va a hacer caso -me dijo José Luis, el del bar, tendiéndome unos boletos-.
- ¿Pues? -forma típica de preguntar, muy tudelana.
- Porque ha reñido con alguno y tiene el labio partido. -aclaró. Era verdad-.
El cerdo reñidor |
El sábado, el Febo de los calientes rayos había desaparecido en combate, por supuesto, con la blanca aurora. Un breve paseo, sin cámara, para probar las botas del trastero con vistas a la caminata del domingo. Volví no muy convencido y con dos uñas del pié lastimadas, dispuesto a intentarlo al día siguiente.
Y ha llegado el domingo. Puesto que la previsión atmosférica es de lluvias, elijo el paraguas en lugar de la cámara fotográfica. Craso error. Toda la puta mañana con el paraguas cerrado en la mano. El termómetro de la farmacia marca tres grados a las ocho A.M.; en la ciudad, en el campo será más crudo.
Llegando a Ablitas |
Cuando iniciamos la andadura por la vía verde con dirección a Ablitas, hace verdadero frío. Abandonamos la vía del colesterol y tomamos un camino a la izquierda hacia la finca de Las Coronas. La atravesamos, cruzamos el Canal de Lodosa, bordeamos por la izquierda el aeródromo y, a través de los nuevos regadíos y los empeltres, pisamos las primeras calles del pueblo cuando en la torre de la iglesia cercana suenan diez sonoras campanadas. Nos falta un cuarto de hora para la pitanza.
Ablitas |
- Yo, dos huevos fritos con jamón y patatas fritas.- le digo al camarero que pide la comanda, persistiendo en mis trece. Mientras, para entretener la espera, me meto entre pecho y espalda un bocatica de chistorra-
- ¿Alguien quiere agua? -la callada por respuesta. En esta ocasión me decanto por el rosadico de Ablitas.
Después del refrigerio, nos ponemos de nuevo en camino, ahora por la carretera. Voy sufriendo con los pies, parece que los tengo escayolados, y las dos uñas van haciendo de las suyas, a pesar de haberlas recubierto con esparadrapo. Hago el firme propósito de, mañana mismo, comprar otro calzado. La charla es animada y variada en tanto devoramos los kilómetros. Tema recurrente es la entrada anterior de este blog y los comentarios que ha suscitado la fotografía de los dichosos huevos con jamón.
Otro plato: Huevos con patorrillo |
Cuando llego a casa, no me lo puedo creer, estoy verdaderamente dolorido. ¿Alguien necesita unas botas de montaña? Son unas Chiruca del número 41 y están nuevas. No me las voy a poner, como se dice, ¡ni harto de vino!
P.S. Como no me he llevado la cámara, las fotos correspondientes al domingo son de la misma caminata del pasado año. Quien quiera saber qué es eso de las tres vuelticas que pinche aquí.
Un paseo espectacular donde no faltó de nada: bellas imágenes, huevos con patorrillo y una linda metáfora, "la tarjeta, ese complemento semejante a un hórreo diminuto"
ResponderEliminarUn abrazo.
Estas semanas de preparación me crean una ilusión nueva, y las salidas de los domingos en grupo son algo muy especial. Abrazos
EliminarIba yo leyendo y caminando por las fotos, pensando en un comentario y de repente se me nublo la vista ¡Chistorra! me he quedado en blanco y aunque he seguido adelante ya solo se me ocurre desearte que se te curen los pies y que encuentres unas botas más cómodas. Abrazos
ResponderEliminar¡Vaya, otra a la que se le van los ojos tras las viandas! Gracias, ahora mismo salgo en busca de calzado. Un abrazo
Eliminarque fotos más bonitas!!!!
ResponderEliminarGracias, Alicia, me alegra que te gusten, y bienvenida a mi rincón. Un saludo
EliminarMuy variadito y de todo menos aburrido. En la variedad está el placer que ilustras muy bien. Genial semana andarina para ti.
ResponderEliminarUn abrazo
Ha habido de todo esta semana, pero lo mejor esos paseos matinales. Abrazos
EliminarQue variedad y gusto en las fotos, además un peazo reportaje !!!
ResponderEliminarGracias, Tribolera, eres una buena amiga, y eso hace que lo mires con buenos ojos. Un beso
EliminarY esos paseos tan sanotes que te das aunque te hagan daño las botas!!!! y esas habicas... qué ricas en el plato!!!! Por favor, no me pongas esos suculentos platos de patatas fritas con huevos y patorrillo... es que me haces pecar!!!!!! jajajajaja!!! Besos amigo.
ResponderEliminarLo de las botas ya está subsanado, pero a las habas aún les falta para llegar al plato. Tienen que crecer, echar flores, luego fructificar, recogerlas, desgranarlas, guisarlas y entonces... ¡a pecar! Peca, peca, Liova que eso es sano, con habas, con huevos o con lo que se ponga por delante. Besos
EliminarQué seria de tus paseos sin esos huevos con jamón. Son ya típicos.
ResponderEliminar¡Que aproveche!
Un saludo.
Entre semana salgo a andar y estoy más de dos horas y no pruebo nada. Es que voy sólo. En grupo ya es otra cosa, una lleva a la otra.Un abrazo
EliminarEstupendas vistas y excelentes comentarios llenos de frescura y sentimientos.
ResponderEliminarSaludos.
Se agradece tu visita y tu opinión tan favorable, con el deseo de que vuelvas cuando te apetezca. Un cordial saludo
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