Hace unos días pasé por la oficina de Castel Ruiz para inscribirme en el Taller de escritura creativa que volverá a impartir Pepe Alfaro próximamente, dentro de pocos días. Observé que inauguraba la lista de asistentes. Tengo la impresión que estaremos algunos que parece ser somos ya asiduos, junto a algunas caras nuevas.
Cuando, hace un par de años, me incorporé por vez primera a este taller, lo hice con cierta prevención. No sabía exactamente dónde me metía. Cogí el hilo con inusitada rapidez a pesar de que había transcurrido casi medio siglo desde mis últimos versos. Todo era nuevo para mí y, a pesar de ello, resolví las situaciones con cierta soltura.
Me resultaba difícil escribir sobre el tema sugerido, ceñirme exactamente a la propuesta del profesor, buscar esa historia original, breve, concisa y darle la debida forma en un corto espacio de tiempo, puesto que sería leída y comentada en la siguiente clase. Pero lo conseguí, no sin constatar que la solución que yo "milagrosamente" había encontrado, mis compañeros la habían hallado también, distinta, natural, tan natural que me parecía obvia y oportuna. Y mejor que la mía. Aprendí, aprendí mucho de mis colegas. Resultó una grata experiencia.
Tan grata, que el pasado año repetí sabiendo ya a qué me iba a enfrentar y, pertrechado con el bagaje logrado con anterioridad, me lancé de nuevo a la batalla con armas y anhelos transformados. Contaba con la ventaja de la experiencia adquirida para contener el pudor que a algunos nos produce el que nuestros escritos sean leídos y comentados en público. Debo decir, en honor a la verdad, que siempre fueron recibidos con mucha benevolencia. Sin ser muy consciente de ello, adquirí nuevos conocimientos de tal forma que algunos de mis amigos blogueros confesaron haber notado en mí una mayor proyección.
Y ya estoy de nuevo encaminado y dispuesto a enfrentarme con este reto redivivo. Renovadas ilusiones, nuevas esperanzas, ánimos y deseos de aprender cosas inéditas para mí, y volver a retomar el contacto con quienes compartimos esas dos horas vespertinas de los miércoles, durante diez semanas consecutivas. Hay a quienes recuerdo perfectamente: Inma, Cristina, Elena, Inés, Gloria, Merche, Ramiro, Juanjo, Frank, Alberto... De otros recuerdo el rostro sin poder ponerle nombre y, por el contrario, tengo anotados nombres a los que no logro ponerles cara. Siempre he sido un despistado y, a estas alturas, no creo que me enmiende.
Quizá fuera buena idea hacernos una fotografía todos juntos. No sé. Tengo que proponerlo.
Pues adelante y ánimo, que nosotros lo disfrutaremos. Un abrazo
ResponderEliminarAllá voy, si sale con barba San Antón y si no la Purísima Concepción. Abrazos
EliminarEstoy segura de que el taller tendrá sus frutos en este blog.
ResponderEliminarUn abrazo Felipe.
Algo aprenderemos y, por supuesto, que algo se reflejará aquí. Abrazos
EliminarLo que cuantas es algo que de una forma u otra hemos vivido los que hemos participado en algún taller de ese tipo.
ResponderEliminarAdelante aunque solo sea por mover las neuronas de forma distinta a la habitual merece la pena y si además se aprovecha bien, como es tu caso mejor que mejor.
Esperamos leerte.
Un abrazo.
Como dicen que nosotros no tenemos más que una, la mía debe estar ya aborrecida la pobre de los sobresaltos que le doy. Abrazos
EliminarPara quienes nos gusta escribir y contar historias es una oportunidadde oro que no se debe desaprovechar así pues adelante y disfrutaremos de tus relatos.
ResponderEliminarSaludos
Siempre y de todos se aprende un poco más, por eso: ¡allá voy! Un saludo
EliminarTu ya meneas el cuerpo, ahora le toca a las neuronas, estas tampoco se deben atrofiar.
ResponderEliminarSaludos
Como los hombre solo tenemos una... Aún así es más fácil caminar.
EliminarUn saludo
Bien, pues aquí estaremos para disfrutar de sus nuevas y buenas letras.
ResponderEliminarUn saludo.
Miedo me da tanta expectación. Quod natura non dat, Salamanca non prestat. Así que no esperéis mucho. Saludos
EliminarAllí nos veremos, querido Felipe. Comparto contigo la ilusión y la expectación. Nunca se sabe lo que Pepe va a sacar de nuestras cabezas y ,como tu dices, lo que aprendemos de los demás. Un beso, Inés
ResponderEliminarAmiga Inés, estaba convencido de que no faltarías a la cita. Seguro que algo aprenderemos y, si no es así, pasaremos pasaremos gratos momentos con el reencuentro. Besos y ¡hasta pronto!
EliminarYo también me he apuntado Felipe. Para mi es como empezar la escuela, con ese miedo escénico de no saber que te depara.
ResponderEliminar¿Miedo escénico, tú? No me digas eso Baltasar de mis entretelas. Encantado de encontrarnos allí además de en las caminatas domingueras, preparatorias a la gran marcha. Un abrazo.
EliminarSí... siempre en esos horarios estupendos para los que trabajamos por la tarde... En fin
ResponderEliminarEs una lástima que tú, Mina, no puedas asistir. Estoy seguro de que serías una compañera muy "aprovechable", tus cuentos así me lo hacen presuponer. Un saludo
EliminarAdelante Felipe. El ánimo y la salud, son los protagonistas. Veo que vales para todo.
ResponderEliminarAbrazos.
Bueno, valer, lo que se dice valer... La cuestión es no dejar tranquila a esa neurona solitaria que tenemos danzando dentro de nosotros. Un abrazo
EliminarHola, Felipe
ResponderEliminarSuena muy interesante un taller de escritura creativa, algo que no he visto en estos lares.
Pues me alegra muchísimo que tengas ilusión en ese cursillo, ojalá sea tan grato como la vez anterior.
Un gran abrazo
Seguro que lo es. Siempre se aprenden cosas nuevas y se comparten ideas con los compañeros. Abrazos
EliminarPues hay que moverse, María, sobre todo las neuronas que, según dicen, combate la enfermedad innombrable. Besos
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