Esta es mi particular visión del viaje realizado a Marruecos bajo el prisma de los cinco sentidos que tanto influyen en la percepción de nuestras sensaciones. Algo similar, salvando las distancias, a lo realizado por Patrick Süskind en su novela El Perfume, pero ampliado a todos nuestros sentidos, excepto al menos común de todos ellos.
Las kasbah de Ait ben Addou |
La vista
De ella pude disfrutar contemplando bellos palacios, mezquitas profusamente decoradas, espléndidos mausoleos, cuidados jardines, imponentes montañas, vastos bosques de cedros y encinas, el sorprendente color canela anaranjado de la arena de las dunas, las impresionantes kasbahs de color pardo, el esplendor verdoso de los oasis con sus extensos palmerales, y unas puestas de sol increíbles. Padecí con la visión de vísceras y cabezas de animales expuestos en los zocos de la medina de Fez y Marakech, así como el enjambre de moscas posadas sobre carnes y pescados en los mostradores de sórdidos tabucos.
De ella pude disfrutar contemplando bellos palacios, mezquitas profusamente decoradas, espléndidos mausoleos, cuidados jardines, imponentes montañas, vastos bosques de cedros y encinas, el sorprendente color canela anaranjado de la arena de las dunas, las impresionantes kasbahs de color pardo, el esplendor verdoso de los oasis con sus extensos palmerales, y unas puestas de sol increíbles. Padecí con la visión de vísceras y cabezas de animales expuestos en los zocos de la medina de Fez y Marakech, así como el enjambre de moscas posadas sobre carnes y pescados en los mostradores de sórdidos tabucos.
Gargantas de Todra |
Atardecer sobre Ouarzazate |
Mi oído se vio agasajado por los cantos de los muecines y, excepcionalmente, por los sonidos producidos en la plaza de Jemaa El Fna de Marrakech, amenizada por las chirimías de los encantadores de serpientes, y la música espontánea interpretada por algunos grupos autóctonos. Se agudizó tratando de escuchar las narraciones incomprensibles de los cuenta cuentos. Se hizo sordo ante las peticiones incansables de los vigilantes amaestradores de monos y los vendedores de cualquier tipo de exóticas mercancías, todos ellos pululando y compitiendo en esa gran plaza por conseguir unas monedas. Se vio ultrajado por los sonidos estridentes de automóviles y motocicletas que componen el caótico tráfico en todas las ciudades, especialmente en Casablanca, Rabat, Fez y Marrakech.
Los encantadores de serpientes |
Respecto al gusto, ha habido de todo. Saboreé un buen tajine de cordero con verduras y cuscús, un excelente pollo al limón, ensaladas de variadas verduras y hortalizas y buenos postres, entre ellos una especie de flan y un soufflé de nata muy rico. De las frutas no opino porque tengo la mala costumbre y manía de no probarlas, pero tenían muy buen aspecto. Hubo otras comidas que no fueron muy de mi agrado, abundaban en demasía las especias y eran excesivamente picantes. Las bebidas alcohólicas, ni catarlas.
Oferta culinaria en Marrakech |
Éste ha sido el gran olvidado en este recorrido. Tan sólo he experimentado el sedoso discurrir de la arena en los dedos al eliminarla del interior de mis deportivas cuando visité las dunas de Merzouga. No obstante hemos observado cómo otros lo utilizaban y, en algunos casos con manos de aspecto no muy limpio. Sin ir más lejos, en el zoco de Marrakech, el vendedor de dátiles no solamente señaló, sino que marcó con su dedo, las distintas calidades de su producto, inquiriendo de cual ellas deseábamos llevarnos. No quisimos de ninguna.
El olfato
De todos los sentidos de que estamos dotados, éste ha sido, sin lugar a dudas, el predominante durante este viaje. A pesar de no ser partidario de ellos, recuerdo como agradables los aromas de perfumes como el almizcle y el jazmín, los de las plantas aromáticas y, en menor medida, los de las especias. Los desagradables abundaron a lo largo de nuestro recorrido, particularmente en la Medina de Fez, a la que ya me he referido en otra entrada anterior. Uno de los peores momentos, en el que el pestazo se me quedó grabado de forma indeleble, sucedió en Meknes, pero debo reconocer que el hedor no provenía de ningún agente propio del lugar, sino que fue provocado por los componentes de la expedición.
De todos los sentidos de que estamos dotados, éste ha sido, sin lugar a dudas, el predominante durante este viaje. A pesar de no ser partidario de ellos, recuerdo como agradables los aromas de perfumes como el almizcle y el jazmín, los de las plantas aromáticas y, en menor medida, los de las especias. Los desagradables abundaron a lo largo de nuestro recorrido, particularmente en la Medina de Fez, a la que ya me he referido en otra entrada anterior. Uno de los peores momentos, en el que el pestazo se me quedó grabado de forma indeleble, sucedió en Meknes, pero debo reconocer que el hedor no provenía de ningún agente propio del lugar, sino que fue provocado por los componentes de la expedición.
Carnicería en la Medina de Fez |
En la mezquita-mausoleo de Meknes |
Las fragancias se encuentran presentes en cada rincón de este país para bien o para mal, y esta abundancia proporciona unas de cal y otras de arena; más bien, muchas de cal y pocas de arena.
¡Cómo comprendo tu magnífico relato de los sentidos, por un país del que siempre he estado y sigo estando enamorado! Es eso justamente lo que me cautiva: la gran influencia sobre nuestros sentidos, las propias y contradictorias sensaciones que solo aquí se dan. Los venenos y su antídoto. Los hedores y los perfumes. La miseria y la grandeza. La pestilencia del curtido de las pieles y la hierbabuena para afrontarla. Enhorabuena amigo Felipe, espero que sigas deleitándonos con tus crónicas de las que además, no está ausente la poesía. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarEs un país donde los contrastes se sienten a flor de piel. Un abrazo
EliminarLo mejor de todo, la agradable sorpresa de que Marruecos no es ni lo que te imaginabas ni lo que te contaban antes de ser vista, es mucho mejor, como bien has explicado es una explosión de todos los sentidos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ciertamente en algunos aspectos esperaba menos y en otros mucho más. País donde se dan contrastes de todo tipo. Un abrazo
EliminarUna entrada muy particular e interesante de resuminos tu viaje a Marruecos.
ResponderEliminarLas fotos espectaculares como siempre.
Un abrazo
Me pareció oportuno hacer ese resumen bajo ese punto de vista. Lo de las fotos es un placer añadido. Abrazos
EliminarHola Felipe:
ResponderEliminarYa veo que has puesto en juego lo cinco sentidos, que esto sucede en muy pocas ocasiones. En mi último escrito recordé el pueblo de Artajona , y me acordé de ti, porque en cierta ocasión realizaste una salida por aquella zona en la cual saldrías muy cansado: Atajona, Puente la Reina, Obanos, Eunate, no se si me dejo alguno. Toda una hazaña.
Un abrazo
Fue una excursión algo más cómoda que éste viaje, a pesar del recorrido. Abrazos
EliminarEstupendo como siempre tus experiencias. y más cuando conocemos Marrequet que es un mundo aparte del nuestro, a mi me gustó mucho y sobre las frutas , son una verdadera preciosidad para la vista y muy nutritivas.
ResponderEliminarMuy bien Felipe , y gracias.
Es que no soy muy de frutas. Tengo en mente una entrada sobre Marrakech. Ya veremos si puedo concretarla. Gracias a ti por tu visita y comentario
EliminarUna buena reseña y sobre todo recalcar y reconocer que cuando viajamos lo hacemos con los cinco sentidos, esto nos enriquece y nos hace descubrir todo el abanico de percepciones.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, hay que poner los cinco sentidos, aunque alguno de ellos salga maltratado. Abrazos
EliminarLa cara y la cruz del viaje. Gran resumen!
ResponderEliminarAbrazo !
La cara y cruz de lasa cosas es algo muy asiduo en este país. Un abrazo
EliminarNo hay dudas de que en el viaje a Marruecos es un disfrute de los cinco sentidos y de forma muy destacada por el olfato, ese que tan frecuentemente se nos escapa de nuestras percepciones. ¡Eres un maestro!
ResponderEliminarUn abrazo.
A pesar de algunas excepciones, el olfato fue el sentido más maltratado durante este viaje. Las vista también, pero tuvo grandes compensaciones. Un fuerte abrazo
EliminarNo hay mejor manera de conocer un lugar que poniendo sobre la mesa todos nuestros sentidos. Es normal que una cultura tan distinta a la nuestra te haya provocado de todo un poco.
ResponderEliminarUn abrazo Felipe.
Cierto, Elena, a la par que gozamos de las bellezas de estos lugares, ciertas costumbres, a nuestra edad sobre todo, nos resultan un tanto incómodas. Un fuerte abrazo
EliminarLas gracias debo dártelas yo por seguirme en mis andanzas. No osa podéis imaginar mi satisfacción al saber que encontráis un placer, a pequeño que este sea, cuando leéis mis reportajes. En ellos trato de plasmar mis sensaciones, no quiero hacer simplemente una descripción del viaje. Un abrazo
ResponderEliminarTodo un mundo de sensaciones.
ResponderEliminarUn abrazo.
No te quepa la menor duda. Abrazos
EliminarMe ha encantado el artículo y ello me ha hecho recordar otro mio totalmente real titulado "Trabajar con los 5 sentidos", fue casualidad pero se demostró que nosotros en la radio, trabajábamos con todos ellos.
ResponderEliminarSaludos
Allí también trabajaron los cinco, unos más que otros, desde luego. Un saludo
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