Mientras recorremos los poco más de veinte kilómetros que separan Tudela de Cortes, lugar donde vamos a tener la aproximación inicial a los actos previstos para el día de hoy, el Moncayo nos muestra su falda nevada emergiendo de las plúmbeas nubes que lo envuelven. Nuestra primera visita programada es la del Castillo de Cortes.
Esta fortaleza, con una superficie construida de más de 4.500 metros cuadrados, se alza en el centro urbano de la localidad. Sus orígenes son muy antiguos y se pueden remontar a la época de la dominación musulmana, antes de la reconquista por Alfonso I el Batallador en 1119. Fue uno de los principales baluartes medievales del reino de Navarra debido a su situación fronteriza con Aragón. Perteneció durante más de doscientos años a los reyes navarros, quienes aprobaron reformas sucesivas que fueron transformado su carácter militar por uno más señorial, y cuyos salones fueron escenario de bodas reales y otros actos institucionales.
En el siglo XIX tuvo lugar una ampliación y restauración de estilo neogótico, continuando su ocupación hasta finales del siglo XX en que falleció su último propietario. En 1997 el Ayuntamiento de Cortes, no queriendo dejar en el olvido los siglos de historia, de la que sus muros son testigos silenciosos, lo adquirió e intentó darle, sin éxito, alguna utilidad práctica. Se propuso para ser la sede de la Comunidad de Bardenas Reales, para parador nacional y para hotel, cosechando fracaso tras fracaso. Ante su inminente ruina, el consistorio efectuó inversiones para la conservación de las cubiertas y las murallas. Al no poder hacerse cago de su mantenimiento, sacó a concurso su gestión, y éste quedó desierto.
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El torreón |
El año 2007 un grupo de vecinos, los Amigos del Castillo de Cortes, ante el deterioro del edificio, se aunaron para reformar, con sus propias manos, una de sus alas. Rehabilitaron de forma totalmente altruista varias dependencias. El año 2012 vieron recompensados su tesón y sus esfuerzos al serles concedida una subvención con la que el Ayuntamiento acometió las obras para completar la restauración de dicha ala con el fin de abrirla a las visitas del público. Esta apertura ha tenido lugar el pasado mes de septiembre, tras los arreglos en el patio de armas. El grupo de voluntarios ha colaborado muy eficazmente en estas restauraciones parciales, que tienen previsto continuar, y oferta y realiza las visitas guiadas al castillo.
Cuando llegamos al pueblo, el día amenaza lluvia, está muy desapacible y no se ve un alma por la calle. Nuestras guías se presentan muy pronto y nos dividen en dos grupos para poder transitar con holgura por las dependencias interiores. Previa al comienzo de la visita, nos facilitan toda la información que acabo de relatar en el párrafo precedente. Trasmiten el entusiasmo y orgullo que les aporta las acciones que ha realizado y vienen realizando para dar a conocer este inmueble, emblema de su pueblo.
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La puerta de carruajes |
Penetramos al interior por la puerta de carruajes, flanqueada por dos torreones, y accedemos al patio de armas. De sus muros totalmente enjalbegados, muy limpios, destacan unas repujadas rejas. Enfrente, uno de los tres torreones de que constaba el antiguo castillo, al que no podemos acceder. A la izquierda unas escaleras por las que se asciende al piso superior. A la derecha, dependencias de servicios por las que pasamos a una bodega, con bóveda de cañon, en la que hay una serie de tinajas.
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El patio de armas |
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La bodega |
Volvemos al patio y subimos las escaleras que nos llevan directamente a la parte noble, al pasillo principal. Grandes ventanales dejan penetrar la luz exterior del patio, a la derecha, cuatro puertas con jambas y dinteles con motivos platerescos. Las dos primeras corresponden a un comedor muy sobrio en uno de cuyos laterales se encuentra una pequeña capilla a la que no le falta ni una diminuta sacristía.
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El pasillo principal |
Tornamos al pasillo y por otra de las puertas entramos en el salón principal, en forma de ele, situado en un nivel un poco inferior gracias a unos escalones de madera. Está impecable. Todo el mobiliario es original, limpiado y reparado por los voluntarios. La alfombra es comprada y la lámpara está también confeccionada por un vecino del pueblo. Me llama la atención un piano muy peculiar.
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La entrada al comedor |
Traspasamos la puerta que nos lleva al salón de te, una sala espaciosa, pintada de blanco, con unos preciosos muebles también originales. Sobre una de las mesas, un gramófono muestra orgulloso su prominente bocina de color verde. Cuadros y espejos adornan las paredes, en una de las cuales, una chimenea abre sus negras fauces.
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El salón de te |
Por una puerta ojival entramos en el pasillo de las habitaciones que también servía de salón de baile. A la derecha una chimenea, a ambos lados del salón, unas sillas muy curiosas y los cuadros familiares.Al frente, el paso al vestidor y a la habitación de la condesa en la que, junto a la cama, nos han dejado a la vista un vetusto orinal.
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Salón de baile |
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Habitación de la Condesa |
Al otro extremo de la chimenea, subiendo unos escalones, una puerta nos devuelve al pasillo principal. Echamos un vistazo a un aposento que llaman del torero, cuya restauración van a acometer en breve, y salimos al exterior, a una terraza que podría ser el paso de ronda por las murallas, para dar la vuelta, bordeando el torreón, hasta llegar a una nueva entrada en lado opuesto.
Nos introducimos de nuevo, bajamos unas escaleras y vemos una estancia con un gran tapiz en el que se describe la batalla de Aibar donde Carlos, el Príncipe de Viana, se rinde a su padre Juan II de Aragón, usurpador del trono de Navarra. Seguidamente, en otra bodega examinamos una bonita maqueta del castillo realizada por un aficionado tudelano.
Como todo castillo que se precie, también tiene su leyenda. Es aquí donde escuchamos las vicisitudes de la niña Victoria, cuyos padres le cortaron los pies para evitar lo que hoy día llamaríamos su hiperactividad. Cuentan que su espíritu vaga errabundo por los salones del palacio.
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Puerta de salida al parque |
Salimos al exterior por la puerta que da a la antigua huerta, hoy parque municipal. Una fina lluvia nos obliga a utilizar los paraguas. El recorrido lo hacemos cada uno a nuestro aire deteniéndonos en aquello que más llama nuestra atención. El arbolado está constituido por especies muy variadas y bien dispuestas.
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Un cisne muy coqueto |
En el estanque, los patos lavan su colorido plumaje, y los cisnes, muy coquetos, posan para que les hagamos las fotos. En uno de los lados de este extenso jardín, se encuentra una plaza provista de un escenario al aire libre donde tienen lugar los diversos eventos programados a lo largo del año.
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El escenario de la plaza del parque |
Caminando hacia la salida observo dos curiosas bombas de agua, una de 1850 y la otra de 1900. Veo también un arado romano y otro de reja o braván, y algún apero de labranza más, distribuidos por el sendero.
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Bomba de agua de 1900 |
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Bomba de agua de 1850 |
El tiempo restante hasta la hora de la comida, la dedicamos a realizar una breve visita a la iglesia parroquial de San Juan Bautista, en cuyo exterior se erige una torre de ladrillo, con el primer cuerpo cúbico adornado con rombos de estilo mudéjar, y dos cuerpos superiores octogonales rematados por un chapitel con forma de bulbo. En el interior, un retablo mayor renacentista del siglo XVII, en una capilla lateral un Cristo barroco de Juan de Biniés y, destacando sobre todo esto, en un retablo barroco, situado en el lado del evangelio,una bella imagen flamenca, policromada, del siglo XV, sobre una columna a modo de la Virgen del Pilar. Según cuenta la tradición fue donada por la reina Blanca I de Navarra y Evreux. A los piés del templo, un crucifijo del siglo XV, de gran valor, que los peregrinos portan inconscientes durante la javierada.
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La iglesia desde la terraza del castillo |
Terminada esta visita, nos encaminamos a un restaurante de la localidad para dar buena cuenta de una sencilla comida. A continuación, nos dirigimos a un cercano pueblo aragonés para cumplir con la última cita prevista, y conocer la Casa Palacio de los Condes de Bureta. Pero eso, probablemente, será objeto de una entrada posterior.