Decidimos acompañar a nuestros hijos que habían programado pasar el día en el parque Sendaviva y disfrutar observando a nuestras nietas en plena diversión, al mismo tiempo que curioseamos este lugar de esparcimiento desconocido para nosotros a pesar de encontrarse a tan solo 25 kilómetros de Tudela. Salió un día veraniego con un sol esplendoroso y temperatura moderada que incitaba a gozar de la naturaleza en este parque situado en una de las entradas de las Bardenas Reales de Navarra.
Una vez estacionado el coche, nos dirigimos por un camino pavimentado, entre árboles, caballos, cabras y vacas hasta llegar a las taquillas. Tomamos los tickets y penetramos en una plaza que simula la de un pueblo donde hay una tienda, albergue, cafetería, un establo en una de cuyas paredes hay un frontón, servicios, parque infantil y una mansión encantada. En el apeadero tomamos un trencillo que, tras un breve trayecto, nos sitúa en la feria.
|
Un ánade posa ante nosotros |
|
Un perrito de la pradera nos mira con curiosidad |
En primer plano, una glorieta con un estanque en el que unos ánades muestran orgullosos su colorido mientras en los aledaños unos perritos de la pradera nos miran con curiosidad. Hay todo tipo de atracciones para los niños: tiovivo, bicinoria, una pequeña caída libre, un pequeño circo, espejos de la risa, puestos de refrescos y chucherías, un laberinto acuático y un espacio que indica alfombras voladoras. Unas pequeñas máquinas de tren transportan su preciada carga infantil por un entramado de vías. Leyre está como loca yendo de una atracción a otra. Nerea, con dos años y medio, no puede hacerlo en todas. Entre risas, nos hacen montar a mi mujer y a mí con ellas en los caballitos que suben y bajan.
|
Ya no apetece internarse en el laberinto |
Abandonamos momentáneamente la feria y tomamos la senda de los exóticos. Avestruces, cebras, canguros, ñandús, tigres y leones nos ven desfilar indiferentes. De aquí pasamos a la senda de los herbívoros donde machos cabríos, ciervos, rebecos y otras especies nos muestran orgullosos su cornamenta. Un rebeco en celo inicia la berrea en tanto unos enormes jabalíes ser revuelcan en el fango.
|
El rey de la selva está pensativo |
|
Hay quien berrea |
Faltan unos minutos para la una. Nos apresuramos y llegamos justo a tiempo para tomar asiento en el anfiteatro donde va tener lugar un espectáculo de rapaces. Es verdaderamente sorprendente contemplar a estas aves emerger desde lo más alto del cerro y tras un vuelo majestuoso lanzarse en picado sobre el señuelo situado en el centro del escenario natural que tenemos delante. Ante nosotros, durante media hora, van apareciendo todo un compendio de aves rapaces. Águilas, halcones, búhos, lechuzas y toda una serie de animales alados desfilan desde las alturas a requerimiento de los cuidadores. Causan verdadera impresión la fortaleza del águila real, los giros de cabeza de un enorme búho africano de Verreaux, la velocidad del halcón peregrino, la habilidad del alimoche para romper los huevos con una piedra, la conocida figura del águila calva, la gran envergadura del cóndor y del buitre leonado. Impone el ver estas aves que al salir de la montaña parecen diminutas y cuando las tienes a un par de metros te parecen colosales. Los niños miraban embobados y con un cierto temor cuando los animales pasaban muy cercanos a nuestras cabezas a requerimiento de los adiestradores situados entre el numeroso público. Es un espectáculo extraordinario, de gran calidad con una puesta en escena sonora impresionante. Había yo visto alguna exhibición de estos animales adiestrados, pero no de la altura de este.
|
El águila ha tomado tierra |
|
El alimoche sopesa qué piedra coger |
Finalizada esta demostración, nos dirigimos a un alcor en el que se encuentra la zona de la granja, para comer en el self service. Después damos un paseo viendo diversos animales de granja. Mientras tomamos café, mis nietas montan en los voladores. Descendemos de nuevo y tomamos la rampa mecánica que nos sitúa en la cima del cerro desde donde salían las rapaces. Vemos pasar raudos a ambos lados varios visitantes en unos deslizadores en sentido contrario. Llegamos a la cumbre, es la zona del bosque.
|
Tocando el cielo |
|
La rampa mecánica y los deslizadores |
Una nueva serie de atracciones nos espera allí. Una gran caída libre, el recinto de cuenta cuentos, un circuito de cochecitos eléctricos, una pequeña tirolina para niños y otro restaurante. Por una pasarela nos vamos a un mirador que, adentrándose sobre los pinos, nos muestra todo el parque a nuestros pies, en cuyo lago artificial destellan los rayos del sol. Al fondo, Tudela y el Moncayo surgen de la neblina. Debajo tenemos las guaridas de los osos que remolonean perezosamente.
|
Lago del parque. Tudela y el Moncayo en la lejanía |
Mi mujer y yo nos dirigimos al lado contrario, al gran mirador sobre la Bardena, mientras nuestras nietas van al cuenta cuentos. ¡Qué maravilla de paisaje! Se divisa todo: la Plana de la Negra, Tripazul, el Rincón de Bú, Sanchicorrota, La Ralla y el Rallón, Tres hermanos y el polígono de tiro, Castildetierra, Piskerra, el Cabezo de las Cortinas, Cornialto, La Estroza, el Vedado de Eguaras, el Plano e incluso se adivinan los Pirineos allí en lontananza.
|
Al otro lado de la valla las Bardenas Reales |
Descendemos todos juntos por una zizgzagueante pasarela de madera entre pinos y animales , estos totalmente indiferentes a nuestro paso. Ya estamos de nuevo en la feria. Leyre y mi hija dan un paseo por el lago en una barca eléctrica en tanto que Nerea se pelea con una barquita de palas en un apartado de poca profundidad. Mi hijo y mi yerno están ya en el apeadero para tomar la camioneta que los subirá al punto de partida de la gran tirolina de 650 metros de descenso, la mayor de Europa. Al poco tiempo los veo deslizarse a gran velocidad por encima de nuestras cabezas.
|
El último de la fila |
El sol, ajeno a nuestros deseos, se va acercando al collado de la granja con aviesas intenciones de ocultarse. Ya no queda tiempo para otra de las grandes atracciones, el bobsleigh del que ya no se distinguen los ocupantes de los trineos. La silueta de los últimos aventureros de la tirolina se recorta sobre el otero. El resto de atracciones han cerrado o lo están haciendo. Vamos caminando hacia el poblado. Las niñas están rendidas. La mayor va en la silleta de su hermana y la pequeña sobre los hombros de su padre. La salida, como es habitual, a través de la tienda. A pesar de los precios, picamos y compramos, además del dedal para la colección de mi mujer, unos pequeños peluches para la niñas.
|
Nos despedimos del parque |
Sendaviva es un parque muy especial y apropiado para ir en familia con niños pequeños y no tan pequeños. No es un parque temático pero abarca temas muy didácticos para niños de corta edad, sobre todo en la zona de la granja. No es un parque de atracciones pero tiene atracciones de todo tipo para mayores, medianos y los más pequeños. No es un parque zoológico pero tiene gran cantidad de animales, muchos de ellos exóticos y, sobre todo, entre sus espectáculos se encuentra uno de primer orden: el de las rapaces. Todo ello hace que una jornada familiar en este lugar resulte tan agradable.