La reciente excursión realizada hace un par de semanas a Monsanto me ha hecho recordar con añoranza la visita realizada a la capital portuguesa hace poco más de tres años. Partimos desde Cáceres donde nos encontrábamos en casa de nuestro hijo mayor. Unas horas de conducción nos situaron en la ciudad en un acogedor hotelito con unas vistas preciosas a la Praça Marqués de Pombal con la idea de pasar un par de días. Desde el primer momento fuimos cautivados por el encanto de sus calles y plazas, por ese sabor añejo que desprenden los barrios lisboetas.
Praça do comercio |
En la estación de metro cercana al hotel, sacamos un bono utilizable en todo tipo de transporte urbano. No recuerdo exactamente el precio pero sí que era muy asequible y con él conocimos el magnífico funcionamiento de todos ellos. En metro recorrimos la Avenida da Liberdade hasta el barrio de Baixa el Rossio y la Praça do Comercio que entonces se encontraba en obras. Con el elevador de Santa Justa subimos al barrio alto y al Chiado descendiendo en el funicular da Gloria hasta la Praça dos Restauradores. Con el tranvía 28 nos desplazamos a la Alfama y al Castillo. En autobús nos dirigimos a la Torre de Belem y Los Jerónimos. Únicamente no hicimos uso del transbordador. Un funcionamiento perfecto pleno de sabor y colorido.
Pateamos los tradicionales barrios de la ciudad, la cuadrícula de las calles de la Baixa con sus abundantes restaurantes y sus casas demandando urgente restauración, el Chiado donde tuvimos oportunidad de degustar los excelentes caldos lusos, la Alfama con el castillo de San Jorge en el que se encuentra la cámara oscura, la Sé que está pidiendo a gritos una limpieza de sus piedras, el Miradouro de Santa Luzía, plagado de vivas y fragantes flores, con una fantástica panorámica del barrio y del río Tejo, destacando la cúpula de Santa Engracia y las torres de San Vicente de Fora, iglesia renacentista, panteón de los Braganza, en la que destaca un claustro con azulejos pintados representando fábulas de Lafontaine. Recuerdo que entablamos conversación con un religioso autor, según nos confesó, de la escultura del Padre Coll situado en el patio del colegio de la Anunciata de Tudela.
En el barrio de Belem recorrimos su torre defensiva, descansando sentados en los escalones y contemplando la amplitud del estuario de Tajo. Y ¿como no? admiramos uno de los monumentos más representativos del país: el Monasterio de los Jerónimos, joya del estilo manuelino con más de cinco siglos de antigüedad. Paseamos por los hermosos jardines que allí se encuentran disfrutando de una tarde soleada de mayo.
Comimos el bacalhau en varias de las múltiples formas en que lo preparan regado con el sugerente vinho verde. Saboreamos su exquisito café pingado y nos refrescamos con su deliciosa cerveza nacional Sagres. Todos los días cenamos en el mismo restaurante de la Avenida da Liberdade puesto que se hallaba de camino al hotel, al que nos apetecía volver caminando en las plácidas noches lusitanas.
Felipe, ¿sabes cómo te imagino? con un cuadernillo y una lapicera tomando nota de todo lo que ves a tu alrededor ¿Me equivoco?
ResponderEliminarGracias por pasar a saludarme
No andas muy descaminada. Siempre llevo encima mi libretita de notas, en ocasiones he usado una grabadora, pero lo que verdaderamente utilizo son las fotografías que voy tomando. Un cordial saludo
EliminarGracias, Felipe, por sacarme el fuerte olor a chamuscado de las narices y hacerme participar de tu experiencia viajera.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
¡Que rabia me dio enterarme de lo que está pasando por tu pueblo! Espero que no sea tan grave y se pueda admirar tan bellos lugares. Un fuerte y solidario abrazo.
EliminarUn bonito recorrido nos narras con estas estupendas fotos.
ResponderEliminarPor cierto no puedo hacerme seguidor revisa el gadget
Un abrazo
Lo siento pero no hay forma de recuperar el gadget de seguidores desde que google suprimió el friend connect.
EliminarTe sugiero anotarme en tus favoritos o sergui por correo electrónico. De todas maneras, muchas gracias por tu atención. Un fuerte abrazo
Da gusto viajar contigo a los sitios a los que te desplazas y nos cuentas, parece que efectivamente se encuentra uno paseando por las calles, plazas y monumentos que vas visitando.
ResponderEliminarUn saludo
Y a mi me dais el placer de sentir que os agradan mis reportajes. Un abrazo, vecino.
EliminarUn bonito tour del que nos haces partícipes. Excelentes fotos. Me quedo con elevador de Santa Justa. Un paseo hermoso para los que nos que nos hemos quedado en tierra.
ResponderEliminarUn abrazo
Es muy curioso este elevador para salvar el desnivel entre la Baixa y el Chiado. Me encantaron estos transportes públicos. Abrazos
EliminarMuchas gracias Felipe por recordarme que pronto debo volver a esa ciudad que tanto me gusta.
ResponderEliminarUn abrazo
Es que Lisboa es encantadora. Tiene un no sé qué... Abrazos
EliminarTus crónicas de viajes siempre me atrapan desde el principio. Acompaño la lectura con la magnifica visualización de las fotos que publicas y las dos cosas juntas, me atrapan como un imán aún sin conocerlo.
ResponderEliminarLeo que siempre llevas tu libretita contigo y sino una grabadora,eres un viajero muy bien preparado, con razón, preparas luego estas magnificas aportaciones viajeras.
Un fuerte abrazo
En efecto, la libreta no me falta nunca pero en la actualidad mi base está en las fotografías. Norma y tú me habéis dado una idea para una próxima entrada. Gracias y un beso
EliminarMaravilloso viaje, con esa descripción tan detallada en palabras e imágenes.
ResponderEliminarHas realizado un recorrido similar, incluso de hotel, al que realicé hace 3 años.
Si tienes ocasión visita también Sintra, además del Palacio da Pena y el Nacional está la Quinta da Regaleira que es una maravilla.
Encantada con esta preciosa entrada. Besos
Me falta mucho por conocer todavía del Portugal. Solamente fue una escapada a Lisboa. Procuraré seguir tu consejo. Saludos
EliminarHe recordado hoy el viaje que yo mismo hice a Lisboa unos años antes. Enfrente del elevador de Gloria, está el de Lavra, el más antiguo de la ciudad. En lo alto el viajero descubre una de las muchas curiosidades que esconde Lisboa: la estatua de un doctor, al que el pueblo aún no ha olvidado. Lo conté en De Cáceres a Lisboa II, que parece etapa llevadera, más si tenemos en cuenta que se recupera una hora al entrar en suelo luso.
ResponderEliminarun abrazo.
He vuelto a leer con sumo gusto tu entrada sobre Lisboa tan prolija en detalles. Un verdadero manual para la visita de la ciudad y cercanías. Un abrazo
EliminarHola Felipe!!!! Hace mucho años que visité Lisboa, recuerdo que me encantó... tan portugués, con un toque inglés...!!! Con lo que no puedo es con el idioma.
ResponderEliminarGracias por enseñar esas fotos que guardabas en el recuerdo. Besos desde un frío Jaca.
Si que es difícil entender cuando lo hablan, pero quizá menos que otros. Se nos ha ido el verano en esta última semana. Besos
EliminarCómo me gusta Lisboa!!Has hecho bien en recordar ese viaje. Abrazo!!
ResponderEliminarEn ocasiones cuando hago un viaje me viene a la memoria algún otro realizado anteriormente. Me agrada recordarlos. Un abrazo
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