Todos los años, el trece de julio, en el Pirineo navarro tiene lugar una curiosa ceremonia. En torno al mojón 262, sustituto de la antigua piedra de San Martín, que señala la frontera entre la Comunidad Foral de Navarra y la provincia francesa de Bearne, se reunen los representantes de los valles del Roncal y Baretous.
Visten los navarros su provervial atuendo típico: sombrero roncalés, calzón corto, valona y capote negro. Sus oponentes bearneses traje actual, con la banda tricolor al pecho y tocados con boina negra.
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Los franceses ya han llegado |
El alcalde de Isaba, presidente del acto, pregunta tres veces a los baretoneses si están dispuestos, como en años anteriores, a pagar el Tributo de las tres vacas, de igual cornaje, dentaje y pelaje y sin tacha ni lesión alguna. Los preguntados responden que sí en las tres ocasiones.
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Y también los roncaleses |
A continuación, uno de los alcaldes del vecino valle francés coloca su mano derecha sobre la piedra o mojón; un roncalés pone la suya encima y así se van alternando el resto, acabando con la del alcalde de Isaba, cada uno dentro de su jurisdicción. Alternativamente, comenzando los navarro y contestando los bearneses, van pronunciando por tres veces las palabras rituales:
Pax avant, pax avant, pax avant (paz en adelante)
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La renovación del pacto |
Seguidamente tiene lugar el reconocimiento de las vacas por parte del veterinario de Isaba. Una vez declaradas buenas y sanas se procede al reparto, dos para este pueblo y la otra rota cada año entre los pueblos de Uztárroz, Urzainqui y Garde. El presidente del acto entrega el correspondiente recibo. Si por descuido alguna de las vacas retorna a suelo francés, los navarros pierden el derecho a que se las vuelvan a entregar. Acto seguido se nombran los guardas de las facerías de Ernaz y Leja y se levanta la correspondiente acta qaue firman primero los roncaleses y después los baretoneses.
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El público se agolpa tratando de ver |
En realidad hoy día las vacas vuelven a su lugar de procedencia y el tributo se paga con euros según el valor del mercado. Los roncaleses invitan a sus vecinos a una comida a base de cordero y la bebida corre por cuenta de los franceses.
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También están ya las vacas |
Se desconoce el origen y la causa de esta ceremonia que algunos apuntes señalan al año 125 a.c. A lo largo de los tiempos, durante muchos años, este pago por cuestiones de pastos y fuentes se vino realizando sucesivamente hasta el siglo XIV en que dejó de llevarse a cabo. Esto fue causa de fuertes reyertas entre pastores con alguna muerte pero sin llegar a grandes enfrentamientos, sin que la intervención de los obispos de Pamplona, Jaca, Olorón y Bayona , ni del rey Calos II de Navarra ni del Vizconde de Bearn Gastón III de Foix, sirvieran para nada. Sin embargo, los hechos ocurridos en 1373, mezcla de historia y leyenda, fueron los que condujeron a la sentencia que todavía sigue en vigor.
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El karst de Larra |
Cuentan los cronicones que el roncalés Pedro Karrika y el baretones Pierre Sansoner, pastores ambos en el monte Arlás, llegaron a las manos por un quítame allá esos pastos y el primero causó la muerte del segundo. Un primo del difunto, en venganza, al no encontrar a Karrika en el monte, bajó a Belagua donde se encontraba la mujer de éste embarazada y le dio muerte. Karrika, con un grupo de convecinos de Isaba, fue a casa de este otro Sansoner, en la que estaban celebrando su hazaña, y asesinaron a todos menos a su mujer y su niño pequeño que fueron respetados. Enterados los vecinos de Arette, tendieron una emboscada a los roncaleses y los eliminaron a casi todos. Aún tuvo lugar otro encuentro en el que los baretoneses llevaban ventaja cuando fue alanceado su capitán y, desmoralizados, huyeron. Las escaramuzas se incrementaron teniendo lugar la llamada batalla de Aguincea en la que murieron 53 roncaleses y 200 baretoneses; estos pidieron la tregua y llevaron el asunto al arbitraje de Ansó, en el vecino reino de Aragón.
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Las vacas vuelven a territorio francés |
El 16 de octubre de 1375 tuvo lugar la sentencia arbitraria que reglamentó los pastos y fuentes y delimitó mugas declarando que la Piedra de San Martín era el límite entre Roncal y el término de Aramiz. Respecto a la entrega de las tres vacas dice lo siguiente:
... pronunciamos et mandamos por sentencia que los dichos baratones den et paguen por cada un anno perpetuamente, de aquí adelante las dichas tres vacas de cada dos annos sines macula...a la dicha piedra de Sant Martin...Et por razon de los grandes males pasados que han habido ente ellos, que no ende sean tenidos de pagar ende cosa alguna entroa el presente dia, sino, de aquí adelante como por nos dicho et sentenciado es...
Esta sentencia, que ha llegado hasta nuestros días, ha sido ratificada por diversos convenios como la Transacción del 22 de agosto de 1642 y el Tratado de límites de 1856. Aunque se le denomina tributo no tiene condición de tal por no existir vasallaje, sino que se trata de un acuerdo entre iguales. Se considera el tratado en vigor más antiguo de Europa, que es como decir del mundo.
Un ventoso día trece de julio de 2009 estuve en el karst de Larra, junto a la boca de la sima de San Martín y del mojón 262, presenciando esta tradicional ceremonia que se ha convertido en una gran fiesta de hermandad entre los dos valles y a la que asiste numeroso público. Después del arcaico e histórico acto, descendimos por la sinuosa carretera de Belagua hasta, pasados Urzainqui e Isaba, llegar al bellísimo pueblo de Roncal donde almorzamos.
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Una de las calles de Roncal |
No pudimos contemplar el maravilloso mausoleo de Julián Gayarre, obra de Mariano Benlliure, por encontrarse cerrado el cementerio, pero dimos un paseo admirando el espléndido caserío y visitando el museo dedicado a él, donde pudimos contemplar, con curiosidad y algo de prevención, la laringe del renombrado tenor roncalés.