En nuestra primera jornada en Croacia, tras un largo viaje, primero de Tudela al aeropuerto de Barcelona y luego de allí a Zagreb, una vez que hubimos cenado, decidimos seguir el consejo de Andrés, nuestro guía, y dar un paseo nocturno al centro de la capital croata. La ciudad con su edificios iluminados suponían una tentación difícil de superar. No me resistí. Fotos y más fotos hasta llegar a la plaza de la catedral atravesando la Plaza Ban Jelacica.
Cuando, agotado, caí rendido en la cama, no recordé las palabras de de advertencia de nuestro cicerone: "poned a cargar vuestros aparatos fotográficos porque mañana va a ser un día en el que los vais a necesitar". En esos momentos no estaba yo para recordatorios ni jaculatorias.
Al despertar, preparando mis cosas después del desayuno, caí en la cuenta de que no había puesto a cargar la batería de mi cámara fotográfica durante la noche. Deseando un milagro imposible, comprobé desanimado que se encontraba a mitad de su capacidad. Se me cayó el alma a los pies. Conociéndome como me conozco, sabía a ciencia cierta, que no iba a terminar el día sin que la máquina quedase descargada.
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Paseo nocturno por Zagreb |
Comenzamos la visita de la ciudad de Zagreg. Los mercados, el tranvía, las calles, las gentes, el cementerio Mirogoi, la puerta de Piedra, las plazas de San Jorge, de la catedral, de Ban Jelacica, la catedral por dentro y por fuera... todo era objeto de mis clicks. Con una cámara fotográfica en la mano no se contenerme y disparo a todo lo que se mueve y también a lo que se está quieto.
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Zagreb. Cementerio Mirogoi |
Tras la comida en ruta llegamos a la región de Lika. El esplendoroso paisaje no hacía más que recordarme tan imperdonable olvido, lamentando mi imprevisión. Observe en mi cámara la situación de la batería. Agonizaba sin remedio.
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Cartel anunciador del parque |
A las cuatro y cuarto hacíamos nuestra entrada en el Parque de los lagos de Plitvice. Desde el mirador, un espectacular circo con una gran salto de agua enfrente desplomándose desde más de setenta metros de altura hacia una gran poza de un verde turquesa. A la izquierda una sucesión de lagos deslizándose en sucesivas cascadas hacia la gran catarata. Descendimos hasta el mismo pie, atravesamos unas pasarelas de madera mientras la corriente bajo nosotros formaba rápidos de transparentes aguas. Estaba deslumbrado. La batería comenzó a emitir unos pitidos agudos e intermitentes. Eran los últimos estertores. Poco después la cámara se apagó.
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La gran catarata desde el mirador |
El Parque Nacional de Plitvice tiene una extensión aproximada de unas treinta mil hectáreas, la mayor parte cubierta de bosque compuesto por hayas, abetos y pinos. El recorrido que se visita son ocho kilómetros de valle compuesto por 16 lagos de diferente altitud comunicados por 92 cataratas y cascadas tobáceas. Caminamos durante un buen trecho por una sombría pista y llegamos a un claro donde había un embarcadero, servicios y bar.
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Al pie de la catarata |
Hicimos un recorrido por uno de los lagos en un barquito totalmente silencioso en armonía con todo el conjunto, en el que no se percibía ninguna estridencia a pesar de los numerosos visitantes caminado entre pasarelas y veredas. Desembarcamos e iniciamos una nueva ruta entre pequeños puentes de madera y vericuetos recorriendo, descubriendo, admirando, las numerosas cataratas cambiantes de color, esperando en cualquier momento la aparición de las hadas y duendes moradores de este lugar de fantasía.
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El agua va descendiendo en cascadas |
Finalizado el itinerario, subimos unas largas y empinadas escaleras que nos dejaron inertes. Como pudimos, continuamos ascendiendo hasta llegar al hotel donde nos alojamos para pasar la noche en pleno bosque.
Me es totalmente imposible describir las sensaciones de tan maravilloso lugar. El bosque silencioso, el murmullo de las aguas, el trinar de los pájaros, la serenidad de los lagos, la transparencia y profundidad de sus aguas, son impresiones para vivir y soñar. Este es sin duda uno de los lugares más bonitos que he visto en mi vida de viajero. Fue declarado parque nacional en 1949 y en 1979 la Unesco lo catalogó como Patrimonio de la Humanidad. Es un firme candidato a ser una de las siete maravillas naturales del mundo.
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Rodeado de verde |
No me van a faltar fotografías de recuerdo porque fueron numerosas las que nuestros amigos nos hicieron, pero no son las mías. Me ha faltado el placer de plasmar ese reflejo que ha acaparado mi atención, ese rincón, ese tronco sumergido, el brillo de las piedras, el árbol caído... en fin, esos detalles cuya magia queremos captar y que, más tarde, nos hace pensar: si hubiera hecho esta toma desde otro lugar... ¡Eso es lo que voy a echar en falta, este segundo placer!
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Aquí feneció la batería |
Por supuesto, el resto de los días, lo primero que hacía al llegar al hotel, era poner a cargar la batería de mi cámara fotográfica. De los escarmentados nacen los avisados.