Hemos pasado la tarde en las Lagunas de Ruidera y volvemos ya, por una carreterita estrecha, hacia Ossa de Montiel. El autobús se detiene junto a unas esculturas metálicas de don Quijote y Sancho Panza cuando apenas faltan seis kilómetros para llegar a la población.
Vamos a penetrar en la famosa cueva de Montesinos. Iniciamos un pequeño descenso por una vereda rojiza, abierta entre el bosque de sabinas y encinas. Todavía quedan restos de nieve al pie de alguna de ellas. Un panel nos indica que hemos llegado. En realidad no parece una cueva, sino la entrada de una sima en el suelo.
Entrada a la cueva |
Juani, nuestra guía durante todo este viaje por tierras manchegas, se ha provisto de tres o cuatro linternas con el fin de facilitar alguna luz a los que decidimos introducirnos en semejante agujero. Lo hacemos entre grandes peñascos por un sendero resbaladizo que cada vez se hace más oscuro, en el que las escasas lámparas apenas iluminan nuestros pasos por algo que quiere ser unos rudimentarios escalones. Compruebo con desagrado que la roca es más dura que mi cabeza. No siento un gran dolor, pero es un buen aviso.
Introduciéndonos en la cueva |
Tras un descenso un tanto penoso llegamos a una especie de sala donde nos reunimos los que nos hemos decidido a bajar. Oscuridad total. Disparo mi cámara fotográfica a buen tun tun sin enterarme de qué es lo que estoy fotografiando.
¡Vamos abajo! |
Del venerable Montesinos no hay ni rastro, lo que mismo que de su cristalino palacio. Tampoco da señales de vida su primo el mísero Durandarte al que éste arrancó su corazón para llevárselo Adonde Belerma estaba.
Esto es lo que fotografié al albur |
Según nuestra simpática guía, quien sí se encuentra en las profundidades de la cueva es su desconsolado escudero Guadiana, aquel al que Merlín convirtió en un río con ese mesmo nombre; el cual cuando llegó a la superficie de la tierra y vio el sol del otro cielo, sintió tal pesar por la muerte de su descorazonado amo, que se sumergió en las entrañas de la tierra; pero como es lógico por su natural corriente, de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes le vean.
Retorno a la superficie |
Dado que la señora Dulcinea del Toboso tampoco se encuentra visible, no continuamos descendiendo sino que nos dirigimos hacia la boca de entrada. La salida es mucho más sencilla porque ahora arriba se percibe algo de luz. La mayor relevancia de esta cueva estriba en haber sido el escenario del mayor encantamiento que ningún caballero andante haya sufrido nunca.
La puesta del sol |
Los últimos rayos solares se filtran entre el ramaje del arbolado. Oscurece rápidamente y, lo mismo que nuestro viaje, la jornada llega a su fin. Mañana será otro día. Será el regreso a nuestra querida ciudad de la mejana.
Precioso capítulo y episodio el de la Cueva de Montesinos en D. Quijote y preciosa forma de contar tu episodio, amigo Felipe, coscorrón incluido. Las imágenes son el complemento imprescindible y una prueba más de tu alta tecnología.
ResponderEliminarUn abrazo
Magnífico este reportaje sobra La Cueva de Montesinos. Por lo que se adivina a través de tus bellas fotografias, es de muy dificil acceso, pero tú lo superas todo. Enhorabuena y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHola!!!!!!!!!!! ayyyyyyyyyyyy!!!! y también espeleólogos?????? Besos cariñosos a los dos y buen viaje!!! No olvidarse de la cámara porque queremos fotos de Croacia!!!
ResponderEliminarMagnífica excursión. Veo que sigues trotando por esos mundos de Dios.
ResponderEliminarUn abrazo Felipe.
Toda una aventura introducirse en la boca del lobo. Lástima no haber encontrado un tesoro o algo así. Mira si oís aquello de "Ciérrate Sésamo"
ResponderEliminarNo he pasado porque hasta ayer no me han devuelto esta joya de ordenador.
Un abrazo
Amigo Felipe aparte de contarnos con detalle tus andanzas por tierras manchegas eres capaz de sacar fotos a oscuras, claro que a veces casi ni hace falta la foto, unas palabras valen más que mil fotos, como por ejemplo la descripción de la dureza de la roca.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bonito reportaje. Las imágenes y tu pluma ponen de manifiesto lo bonita e interesante de vuestra excursión.
EliminarMuchos abrazos
Literatura y fotografía se unen en estos buenos paseos que nos has dado por tierras manchegas. Un abrazo.
ResponderEliminarFelipe, haces un maravilloso reportaje de la famosa Cueva de Montesinos, es como haberla visitado contigo... pero sin coscorrón.
ResponderEliminarY las fotografías increíbles a pesar de no ver donde disparabas... y es que la Cueva debe conservar aún la magia dormida entre sus piedras.
Un abrazo.