Miel Otxin |
La tarde-noche estaba húmeda y fría. Aparcamos el coche a la entrada del pueblo. En las cunetas restos de nieve sucia por el tránsito de los vehículos. Me encontraba ansioso por contemplar en su propio escenario el renombrado carnaval de Lantz, población situada a veinticinco kilómetros de Pamplona.
Arotzak |
Avanzamos por una calle hasta acceder a la posada. Un cansino sirimiri, celoso de los personajes carnavalescos, se había unido para participar en la ejecución del malvado bandido Miel Otxin en esa noche del martes de carnaval.
En la posada, los arotzak, con martillos y tenazas, intentaban poner las herraduras y dominar a los alegres y saltarines zaldikos. Éstos, mitad hombre mitad caballo, recorrían ataviados con sus mejores galas las calles del lugar, derribando al suelo a los gordinflones ziripot, vestidos con sacos rellenos de hierbas y helechos. Los txatxos, representantes del pueblo de Lantz , oculta la cara, enfundados en pieles de animales y en coloridas y viejas ropas, arremetían contra todo hijo de vecino que se les ponía por delante hostigándolo con los palos y escobas de paja que portaban y con sus gritos chillones.
Txatxo |
Miel Otxin, bandido representante de los malos espíritus, fue capturado el día anterior y su gigantesca figura fue paseada por la población al son del txistu y tamboril durante los dos días hasta que, llegada la noche, fue ejecutado en la plaza con dos tiros de escopeta y quemado en la hoguera a cuyo alrededor los txatxos, acompañados de otros participantes, bailaron el zortzico de Lantz, cuya música se remonta al siglo XVIII.
El recuerdo de estos actos, contemplados hace ya cuatro años, en contraposición al desfile presenciado días pasados en nuestra ciudad, me afirman en la aseveración de que las comparaciones siempre son odiosas. Sobre todo para la parte que sale malparada. .
A mi entender, el de nuestra ciudad es un
carnaval algo anodino y copia un tanto ramplona de la mayoría de los que se celebran actualmente. El
chupinazo, el toro de fuego y unos desfiles más o menos vistosos encaminados principalmente al disfrute de los
niños constituyen el centro del espectáculo.
Ziripot |
Los jóvenes los han convertido en una fiesta de disfraces, acompañada de una cena y noche discotequera.
Para los que nacimos en la posguerra pasan sin pena ni gloria y el mayor
atractivo consiste en ver a nuestros nietos y a algunos más lanzados participar
en los desfiles que tienen lugar.
Nuestro popular Cipotero no realiza ninguna de las
funciones que según cuentan ejecutaba.
Llevaba máscara y una bolsa o zurrón con chucherías para repartir a los
niños y los encorría para pegarles con una especie de pelota que colgaba de
un palo. No lo hemos conocido. Recuerdo que mi madre nos solía decir si nos
ensuciábamos que nos poníamos como cipoteros. Ahora los cipoteros simplemente
tiran el cohete y desfilan.
Hoy día, nuestros carnavales se limitan al fin de semana.
Antaño comenzaban el jueves lardero que era el anterior al miércoles de
ceniza; seguían viernes, sábado, domingo, lunes y martes de carnaval, miércoles
de ceniza y terminaban con el domingo de piñata, primero después del miércoles
de ceniza. Los días más celebrados eran el domingo y martes de carnaval.
Demasiado para el cuerpo.
El nombre de Carnestolendas creo que quiere decir quitadas las carnes y alude a la prohibición de comer carne durante la cuaresma. Eran otros tiempos.
El nombre de Carnestolendas creo que quiere decir quitadas las carnes y alude a la prohibición de comer carne durante la cuaresma. Eran otros tiempos.
Fotos tomadas de la red
Erann otros tiempos, pero Felipe ha vuelto a lo que domina con suave maestría, a describir lo que sus ojos ven y su corazón disfruta, en este caso el carnaval de Lantz. ¡Bravo, Felipe! Pero no olvides la nueva senda de la que ya nos has dado dos entregas.
ResponderEliminarLas comparaciones, dicen, son odiosas, yo no lo veo así, solamente es contrastar una misma realidad en sitios distintos.
ResponderEliminarTú has sentido que los carnavales de tu pueblo pierden comparándolos con los de Lantz, sim embargo yo noto una gran diferencia de todo lo que se cuenta, se siente y se celebra en el Norte y lo que se cuenta, se siente y se celebra en el Sur.
Y no, no gana ni pierde nadie, pero las diferencias son notables.
Un abrazo Felipe.
Una buena reseña para aprender. Nunca me llamado la atención el carnaval y he vivido unos cuantos. Eso de disfrasarse no va conmigo. Pero es curioso descubrir estas costumbres cuyos orígenes son tan antiguos y que perduran hasta nuestros días. Se ve que el humano necesita marcha.
ResponderEliminarBss
Parece que los jóvenes están recogiendo estos mitos y costumbres que se celebran en muchos pueblos, es bueno que determinadas tradiciones se conserven.
ResponderEliminarSaludos
Hola Felipe: muy interesante lo que nos cuentas; seguramente es un carnaval muy querido por los habitantes de ese pueblo, Lants, cuyo nombre leo por primera vez; aunque no deja de tener gracia el que las madres amenazaran a los críos diciéndoles que si se ensuciaban se pondrían como cipoteros.
ResponderEliminarDesde Gran Canaria, con un carnaval 'moderno' y transgresor, un saludo, Ángel
Qué pena que este mundo se esté globalizando y se vayan perdiendo costumbres y tradiciones de las distintas regiones, tanto sea aquí como allá.
ResponderEliminarSaludos Felipe desde Argentina
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Unos carnavales muy peculiares, que se salen de lo habitual, por eso resultan tan curiosos. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Felipe!!!! Tienes toda la razón... ahora el carnaval es salir disfrazado con cualquier cosa y luego a la discoteca a bailar y a beber... en fin!!! Se ha perdido el verdadero sentido de esta celebración censurada durante muchos años políticamente!!! pero al mismo tiempo es importante que los carnavales tradicionales y que muestran la lejana historia de un pueblo se sigan celebrando... eso creo que queda para los pequeños pueblos donde lo popular es un derecho y quizá una obligación bien entendida!!!! Nos vemossssssssss!!!! Besos cariñosos!!!!
ResponderEliminarQué curiosas son las costumbres relacionadas con el Carnaval, verdad?
ResponderEliminarAbrazo!
Te comento en este espacio, porque no me deja en otro sitio.
EliminarEs muy bonita y llena de cultura esa fiesta de los carnavales y por lo que se ve disfrutan mucho conservando esa tradición.
Besos
Felipe cuentes lo que cuentes lo haces con una gran maestría.
ResponderEliminarMuy interesante. Un abrazo
La costumbre del disfraz se va perdiendo poco a poco en mi país...una lástima.
ResponderEliminarUn abrazo desde Argentina.
Felipe, la primera parte de tu narración de unos actos ocurridos hace cuatro años y contado como tu lo haces, los he vivido con tal realismo, que creo que yo he estado allí.
ResponderEliminarY es verdad que con el tiempo las costumbres y tradiciones se desvirtúan, acoplándose a la prisa y el consumo.
Un abrazo.
Muchas y variadas son las tradiciones a lo largo y ancho de nuestra geografía, incluyendo las islas, cada una de ellas tiene su encanto por supuesto los disfraces son también de lo más variado.
ResponderEliminarSaludos
Felipe, siempre es una gozada pasar por tu espacio. Eres un cronista nato, y describes los lugares, las situaciones y las personas, como si estuviésemos allí.
ResponderEliminarUn abrazo en brazos de... Doña Cuaresma...Ayyyy pobrecito Don Carnal... ¿ dónde estará ya escondido?
Tienes razón al afirmar que lo mejor de los Carnavales -como el Día de Reyes- es ver esa alegría, sonrisa e ilusión en los rostros de los más pequeños.
ResponderEliminarNo obstante, siempre me han atraído las tradiciones de los pueblos, y estas que te he leído me han parecido magníficas. Todas ellas tienen una hermosa leyenda detrás. La literatura siempre es la madre de toda tradición.
Un abrazo, Felipe.