- Venga mañana a las ocho de la mañana, me invitaron sorpresivamente con una llamada telefónica.
Y aquí estoy. Se trataba de un buen hotel en el que voy a pasar la noche. Descubro a la entrada que en lugar de estrellas luce tres banderas y no me sorprende. En recepción, un empleado vestido de forma un tanto extraña me conduce a mi habitación, la 210, espaciosa, de dos camas, una de ellas ocupada. Esto me mosquea puesto que me acompaña mi mujer que me gusta bastante más que ese señor mayor, cejijunto y con bigotes.
Han debido notar alguna mueca en mi rostro porque al poco tiempo se lo lleva alguien que parece un policía municipal, lo digo por el uniforme con rayas reflectantes. Seguidamente viene una camarera con uniforme blanco.
- ¿Has desayunado?, me pregunta con desparpajo.
- No.
- Muy bien, no tomes ni agua. Ponte este camisón con la abertura hacia atrás. Me dice en tanto me lo tiende
Tendrán problemas con los suministros, pienso mientras obedezco. En breve vuelve pretendiendo afeitarme. Le digo que ya lo he hecho, pero insiste. Parece ser que solamente quiere probar la cuchilla porque me rasura el brazo izquierdo y se marcha. Nueva visita, esta vez con un carrito lleno de artilugios.
- Te voy a poner una vía. En un pis pas me introduce una aguja en el brazo derecho.
No tengo ninguna intención de coger el tren y además comienzo a mosquearme al advertir el tubito que sale de mi brazo y las bolsas de adorno en el cabecero de la cama. En este hotel pasan cosas muy raras. Me animo al ver que me pone una pulsera con mis dos nombres y dos apellidos. Muy completa, sí señor. Creo que es la del todo incluido para poder disfrutar gratis de las atracciones del complejo. Me fijo bien y constato que figura en ella mi edad, 66 tacos. Esto ya no es de mi agrado y decido protestar, en el momento en que me vaya, por ese detalle tan feo.
Transcurren unas horas. Ya me estaba poniendo de malhumor cuando viene un joven, vestido también de blanco que se dirige a mí como si me conociera de toda la vida:
- ¡Hala, Felipe, que nos vamos!
Me extraña que mi mujer no se añada a la fiesta, pero según dice, ya conoce todo esto. Es muy divertido este paseo con la cama de aquí para allá, sorteando obstáculos, girando de izquierda a derecha hasta llegar al ascensor. Descendemos hasta el sótano y me lleva por otros pasillos. Siento más frío. Me deja aparcado en una especie de salita para esperar de nuevo.
- Buenos días. ¿Es la muñeca izquierda, verdad?, me pregunta un señor que viste totalmente de verde con un ridículo gorrito. Estudia un cartapacio que se han dejado sobre mi cama. Cuando empecemos notarás una fuerte presión en el brazo.
Me deja solo. No me ha dado tiempo de decirle que es en la derecha donde llevo los malditos tubos. Nueva espera y al poco rato nueva visita.
- ¡Hola!, soy anestesista. Te voy a dormir diez minuticos. Se trata de una chica muy joven que porta la misma vestimenta verde, pero a ésta le sienta el gorrito de maravilla, bueno, el gorrito y lo demás.
No sé por qué me ha informado de su profesión y con qué fin me va a dormir. ¡Joder, qué atracción más rara!. A esperar nuevamente. Sin duda, debe haber más personas para esta feria porque yo llevo más de media hora aguardando aquí abajo.
Esta vez es un joven, la misma vestimenta, quien me traslada a una camita más estrecha, también de color verde y, ante el temor de caerme, me introduce en una habitación colocándome debajo de unos enormes ojos de acero inoxidable. A mi alrededor pululan unos seres todos de color verde de pies a cabeza. Esto debe de ser el espectáculo, me digo.
- Vas a notar una presión en la pierna cuando te tome la tensión, me dice la chica guapa de antes.
- Vale, contesto maquinalmente.
- Ahora, cuando te ponga la mascarilla, respiras fuerte. Ya
- ...
-Otra vez...
Me despiertan mis ronquidos. Estoy en la salita de antes. Me encuentro calentito en la cama con un ligero pinchazo de dolor en la muñeca izquierda. Tengo el brazo envendado. En el derecho siguen los tubitos y las bolsas colgando de la cabecera. Una señora de blanco me lleva a través de los pasillos al ascensor y de allí a la habitación.
- ¿Cuanto tiempo he estado ausente?, pregunto a mi mujer.
- Dos horas, pero la intervención ha durado treinta y cinco minutos y ha ido todo muy bien.
Habrá ido todo bien pero en la actuación he resultado herido en la muñeca. Duermo una buena siesta. Ha dejado de llover.
Me sirven la cena en la cama. Estoy hambriento y hago los honores. Pasamos la noche yo en la cama y mi mujer en un sillón. Me parece una desconsideración, máxime permaneciendo la otra cama intacta, pero así son las normas del hotel.
A través de las lamas de la persiana, contemplo un rojizo amanecer enrejado. Más tarde, después de desayunar, otro señor vestido de verde -¡qué manía con este color!- aparece con una serie de documentos y dice consultándolos:
- Felipe, túnel carpiano. ¿Cómo ha pasado la noche, le duele la muñeca?.
Respondo que he pasado la noche durmiendo tranquilamente y que no me duele nada. Eso del túnel carpiano me suena de algo.
- Cuando le curen la herida de la muñeca, puede marcharse.
Da la impresión de que tienen prisa, quizá tengan otros invitados y no quieran tener entre ellos un herido. Me viene a la memoria que en los hoteles hay que dejar la habitación antes de las doce. Recogemos nuestras cosas y nos marchamos. Al pasar por recepción observo el reloj calendario. Tres de diciembre. Caigo en cuenta de que hoy es el Día de Navarra.
Ya en los jardines recuerdo que no me he fijado en el nombre del hotel. Me giro y leo el rótulo junto a las tres banderas: HOSPITAL REINA SOFIA
Felipe Tajafuerte
2011
2011
Felipe: Preciosa la descripción de esa noche en el "hotel" Reina Sofía. Tienes una imaginación prodigiosa.
ResponderEliminarEspero que todo vaya bien y ese túnel se cure pronto.
Besos
Me temo que dentro de poco estaré en ese hotel o en otro similar, hay unos cuantos de estos diseminados por la península.
ResponderEliminarTengo la avería en ambas muñecas:(
Espero tu pronta recuperación y ya te preguntaré más adelante que tal.
Muy amena el relato de tu vivencia hoy.
Un abrazo
Si no fuera por la foto que puede ser del famoso Google, diría que es un maldito sueño con rotura de brazo incluida, pero por si acaso no es un sueño y fuera real, que tengas una buena recuperación (40 días no te los quita nadie) y ¿como te la vas a apañar para tus ratitos de blog?
ResponderEliminarUn saludo y a tomárselo con calma, que ya no somos unos niños.
Muy original tu entrada de hoy, contandonos con pelos y señales como te atendieron en ese Hotel Reina Sofia. Hay unos cuantos de esos hoteles tambien por aqui, pero no soy asidua y de momento, me hospedo en casa particular, espero que por mucho tiempo.
ResponderEliminarQue todo vaya bien, espero que te restablezcas pronto del tunel carpiano izquierdo.
Un beso y un fuerte y calido abrazo
Felipe, me alegro de que te haya ido bien en ese "hotel", pero allí no quiero ir ni a dar un recado. LO entiendes ¿verdad?
ResponderEliminarUn abrazo.
Felipeeeee!!!! Cómo que te han operadooooo????? Bueno, parece que no era muy grave, no???? Todo salió bien, muy bien, de lo cual me alegro infinitamente.
ResponderEliminarEstoy pensando que aun convaleciente... sigues tecleando en el PC!!!! Eso es buena señal!!!!
Por cierto, con tu sentido del humor... hilas muy fino y al principio no sabía muy bien si lo que contabas era en un hotel de verdad, era un sueño... JAJAJAJAJAJAJA!!! BESOSSSSSSSSSS EXTREMEÑOSSSSSSSSSSSSS!!!! Saluda a Pili.
Eso sí que es tomarse la vida con optimismo,-como debe ser-. Claro que lo principal es no tener dolores,y ese es tu caso. Estos "HOTELES" no nos apetece a nadie, pero ya que no lo podemos evitar, mejor tomarlo con la casta que te caracteriza. Ánimo y un abrazo.
ResponderEliminarUna forma muy ingeniosa de relatarno tu estancia en el "hospotel" Reina Sofia.
ResponderEliminarEspero que todo vaya bien y te recuperes muy pronto. Un abrazo
¡Hey! No te quejarás...una noche de hotel gratis!! Y seguro que te han dejado como nuevo después de "tunearte" la muñeca. Jajaja!!
ResponderEliminarEspero que te recuperes pronto.
Abrazo!
Veo Felipe que sea cual sea el hotel, nada te hace perder el apetito, jejeje ¡Que bien!. Celebro que todo haya ido bien. Un abrazo.
ResponderEliminarNo me dirás que no lo has pasado genial en ese hotel! Pobre tú mujer, dile que la comprendo.
ResponderEliminarSaludos felipe
Bonita descripción, espero que la recuperación sea completa y sin molestias.
ResponderEliminarEn mi caso el viernes 2 pasé por algo parecido a lo tuyo, aunque en mi caso me pusieron dos pulseras, una la de urgencias y la otra del banco de sangre, servicio de transfusiones.
Motivo, una anemia detectada y pese a las pruebas que me están haciendo de momento no saben de que puede proceder, el lunes próximo día 12 me harán una endoscopia y una colonoscopia.
Muy buena idea el contar las cosas con humor, mientras seas capaz de manifestarte así seguro que tu salud es buena, besitos
ResponderEliminarOye Felipe. Contento deberías estar de que fuera el día de Navarra y no el de los Santos Inocentes. ¡Qué si no...!
ResponderEliminarMe imagino los momentos de tu estancia en el hospital.Es un sitio que nadie va con alegría capricho o apuesta. Lo importante es salir de ese hotel,estar en la calle y disfrutando de la vida. Un relato bonito y muy completo.
ResponderEliminarSaludos
Si todos los visitantes de los hospitales fueran con el ánimo de quien va a un hotel seguro que su recuperación sería más rápida y feliz.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este post.
Gracias por seguir mi blog.
Un abrazo.
hola papá: para que luego digas que nunca escribo... yo tuve el privilegio de visitarte en ese hotel y aseguro que el mejor momento te toda tu estancia fue cuando salíamos por la puerta para ir a casa con la tranquilidad de que todo habia ido bien...que ya te habían curado los dedos "tontos"... lo siento, pero prefiero otro tipo de hoteles y atracciones.... un beso enorme
ResponderEliminarLaura Tajafuerte Pérez
(lo pongo como anónimo pero con firma porque no sé que le pasa al ordenador que no me deja de otra forma, lo siento, ¿habrá hoteles como el tuyo para ordenadores?)
El sentido del humor se te da muy bien y me ha gustado tu entrada. Espero que estés recuperado. Un abrazo Lola
ResponderEliminarFenomenal tu entrada Felipe, eso es humor, me has hecho sonreir con tu hotel de cinco estrellas y esas maravillosas azafatas tan gentiles puestas a tu servicio... Deso que estés ya recuperado, y te repito que tu relato es de antología.
ResponderEliminarUn abrazo.
Puñetero Felipe, sabes sacarle punta hasta la estancia en un hospital.Que a ese hotel es mejor no ir,pero si hay que ir, se va.
ResponderEliminarUn abrazo, y a ver si a la tercera va la vencida y este comentario te llega. Tu cuñà