Tudela, busto de José María Iribarren. (Antonio Loperena) |
La reciente despedida de la Monumental de Barcelona por la prohibición de celebrabar corridas de toros en Cataluña, me ha traído a la memoria una página del libro del magnífico escritor tudelano José María Iribarren, gran conocedor de la Fiesta, publicado en 1952 con el título El Patio de Caballos y otras estampas.
Y continúa diciendo:Cuando el motor de un automóvil anuncia la llegada de un nuevo diestro, corro a verle al portón. En la calle, dos filas de curiosos le abren un cauce de miradas ansiosas.
El matador baja del auto como el reo de muerte baja del coche celular, y su entrada en el patio, pasando entre los dos guardias civiles que custodian la puerta, debe de ser bastante parecida a la del condenado a muerte que llega al patio de la cárcel donde se alza el garrote.-Grasia; veremo a vé -dice maquinalmente, correspondiendo a los que le saludan y le animan.-¡A ver que hacemos hoy! -le ha dicho un guaja, así, en plural, como si él también fuese a jugarse la vida ante el toro.Luego le han rodeado unos cuantos amigos que le hablan; ¿para qué?. Le veo contestar con monosílabos, con gestos evasivos. No se entera de nada. Está a cien leguas de lo que le dicen.(Sería interesante preguntarles a los toreros, una hora después de la corrida, con quién y de qué hablaron en el patio en esos diez minutos crueles que preceden al paseíllo).
Al llegar el tercero de los espadas (siempre el mejor suele llegar el último) la espectación del público es tan grande, que, sin querer, resulta depresiva para los otros dos. Los partidarios del recién llegado se echan sobre él; le acosan, adulándole:-¡Tú el amo; el mejor!-¡Dales el baño a todos!Y en su rostro, la misma mueca helada, la misma trágica sonrisa, el mismo gesto ausente y preocupado de sus predecesores.¡No es exageración, amigos! Si queréis ver el miedo reflejado en la cara de un hombre, venid al patio de caballos y contemplad en él a los toreros. Cierto que unos lo disimulan mejor que otros. Hay a quien se le nota extraordinariamente, y hay a quien apenas se le trasluce. Es cuestión de nervios. O cuestión de tez. Pero en todos, por dentro, va la procesión del miedo: un miedo inconfesable a ser heridos, a quedar mal, a no poder rendir todo lo que la gente les exige.
Siempre he sentido una gran admiración por el escritor navarro más leído en el siglo XX, figura clave para entender el habla y las costumbres navarras. Su pulida prosa recuerda en algunos de sus escritos la de Pío Baroja. Reconozco y me congratulo por ello, como aprendiz y novel aficionado a esto de juntar letras, que su estilo ha influido considerablemente en mi incipiente e inexperta forma de narrar.
No he leído nada de este autor, pero si, según dices, se parece a Pío Baroja, será una buena lectura.
ResponderEliminarPor cierto, no me gustan los toros pero menos las prohibiciones.
Un abrazo Felipe.
Bueno aquí estoy, siguiendo tu estela por mi espacio.
ResponderEliminarBien, hablas de toros. A mí me gusta la feria y sus corridas, pero odio que piquen al toro, que le pongan banderillas y por supuesto, que lo maten en la misma plaza. Me parece un espectáculo similar al de los gladiadores en la antigua Roma, con la gente alrededor pidiendo que le corten las orejas y el rabo.
Lo siento. Pero no puedo ver sufrir a ningún ser vivo. Sé que sin la feria la raza se extinguiría.
El toro bravo es mi símbolo -a veces, creo que hasta mi totem-, admiro su fuerza, su bravura, su figura y su paciencia. Tal vez por eso no puedo ver que le hagan sufrir en una fiesta.
Pero repito, me gusta la feria. Me gustan las corridas de toros, pero preferiría no ver al toro morir.
Que el torero se enfrentara a él con su estoque o muleta, que le haga unas verónicas o chicuelinas, que aparente que le humilla y que le devuelvan a los toriles, allí, que le hagan lo que le tengan que hacer. Pero sin que sea ésto último un espectáculo nacional.
Besos.
PD
Me quedo para leerte y poder conocernos un poco más.
Aclaración:
ResponderEliminarMi intención no es defender la fiesta sino dar a conocer un autor local al que admiro. En cuanto a las corridas de toros, no entro en el debate, no soy aficionado ni aintitaurino. Estoy con Elena, creo que son peor las prohibiciones de los que se creen en poder de la verdad.
No suelo contestar a los comentarios para dejar total libertad a los intervinientes, pero he querido aclarar el sentido de la entrada.
Un agradecido saludo
No entro en la polémica de tauromaquia sí o no; repudio las prohibiciones de plano. Hoy quiero quedarme con esa forma tuya de narrar con la sencillez del que todo lo contempla desde un plano de igualdad, desde la solana o la recacha hablando con el contertulio de turno. Ahora, según tú, ya sé cual es la fuente. ¡Magnífico, Felipe!
ResponderEliminarNo voy a entrar en la polémica que ya tuve bastante con la mía y eso que empezaba diciendo que no me gustan los toros en su dolor pero sí la estética, parece un contrasentido, seria largo de explicar.
ResponderEliminarQuiero comentar sobre el miedo, hay un torero Curro Romero, está en el Olimpo de los toreros y eso que aún está vivo, que se "cagaba" cuando notaba que el toro le guiñaba un tanto atravesado en su carrera ha recibido tantas orejas y rabos como broncas por no querer torear un toro.
Saludos
Yo también me quedo con la narración si es tuya mejor quevmejor. Un abrazo
ResponderEliminarHola Felipe. No conocía la existencia de este autor y creo que con sus letras retrata el miedo de los toreros antes de la corrida. Gracias por dármelo a conocer.
ResponderEliminarBrisas y besos.
Malena
No conocía a este autor: gracias por traerlo hasta aquí.
ResponderEliminarAbrazo!
Tampoco yo lo conocía. Está muy bien que divulgues las cosas de tu tierra. Un abrazo amigo Felipe.
ResponderEliminarMe ha gustado conocer tu narraciòn y sobre los toros creo que es mejor permitir que prohibir...pero sin entrar en polèmicas.
ResponderEliminarMe ha gustado tu blog y me quedarè por aquì para seguirte.
Teinvito a que pases por el mio.
un fuerte saludo
fus
He encontrado tu espacio caminando por la red y si me lo permites: me quedo un ratito a disfrutar de tus letras. Excelente comentario sobre la página de este magnífico escritor José María Iribarren.
ResponderEliminarTe sigo.
Un abrazo y un afectuoso saludo:
Antonio
Iribarren ha descrito como nadie el carácter navarro y especialmente el ribero. Saludos
ResponderEliminarHola Felipe:
ResponderEliminarComo neófito en la materia, me permito decir que estoy de acuerdo con Mascab.Pero, te escribo desde un país sin corridas de toro y sin cultura ad hoc.
Un abrazo.