Hoy me apetecía pasear por la ciudad y como hace unos días leí algo sobre las puertas existentes en otro tiempo me he decidido a hacer una ruta incluyendo los lugares donde se supone estaban enclavadas. Me inclino a dar comienzo por la más cercana a mi domicilio.
Llego a la plaza De los Fueros, a la que desde su construcción en el siglo XVII siempre se le ha llamado Plaza Nueva , a pesar de todos los nombres oficiales que ha tenido a lo largo de su vida. Se nota que las vacaciones han terminado puesto que en las terrazas de los bares hay muchos huecos. Cercana a este lugar se encontraba la puerta de Albazares, en la confluencia de las calles Concarera y Muro. Un puente sobre el río Queiles daba paso a unas eras sitas en lo que hoy es la mencionada plaza. Esta puerta desapareció en 1680.
Continúo por la calle Muro recorriendo el mismo trayecto que seguía la antigua muralla. Frente a la actual Plaza de la Judería se encontraba la puerta de Zaragoza, una de las más significativas de la ciudad. Desde aquí, a través de un nuevo puente sobre el río, partía el camino hacia Zaragoza de ahí el nombre de esta puerta. Fue derribada en 1633 para evitar desgracias a los transeúntes. Recuerdo el desaparecido puente de hierro sobre el río actualmente soterrado.
Sigo la dirección de la inexistente muralla por el Paseo de Pamplona, girando a la izquierda para tomar la calle Terraplén. En el lugar por donde el soterrado río Mediavilla sale de la ciudad para desembocar en el Ebro, sobre su lecho existía un torreón y en él se ubicaba la Puerta de Alfandega o de Ribotas. Quizá unas piedras salientes, bajo la vía del ferrocarril, sean la base de dicho torreón.
Siguiendo hasta terminar la calle salgo a la trasera de la iglesia de la Magdalena. La pasarela bajo el ferrocarril me da paso al puente sobre el río Ebro. Aquí estaba situado un torreón con cuatro puertas. Una de ellas que daba directamente al puente se llamaba de Leza. frente a ella, en la muralla, la puerta del Puente por la que se accedía a la ciudad. Perpendiculares a estas, otras dos puertas, una a cada lado. En la posición que me encuentro mirando hacia el puente, la de la izquierda llamada del Cierzo conducía por un camino a la ermita del Cristo. La de la derecha, sin nombre conocido, conducía hacia Ribotas. No queda el menor vestigio.
Tomo la cuesta del Paseo del Castillo. El repecho me hace sudar. A mi izquierda las calles de San Pedro y la Magdalena, esta última con sus escaleras de ruejos. A la derecha el cerro de Santa Bárbara donde en lugar del desaparecido castillo se asienta la efigie del Corazón de Jesús. Al final de la calle, en su confluencia con la de Mediavilla se sitúa la puerta de Calahorra, una de las más primitivas, conocida por este nombre según atestigua un documento del año 1124. Una inscripción árabe existente en esta puerta hasta finales del siglo XVII decía que fue hecha en la hégira 484, hacia 1091 ó 1092, es decir 28 años antes de que Tudela fuera tomada por los cristianos.
Bajo la cuesta y al final, donde se junta con la calle Yeseros, encuentro el lugar por donde el río Mediavilla penetraba en la ciudad. Justo aquí se levantaba la Puerta de Gazoz y se unían la muralla de la morería con la general de la ciudad. Esta puerta fue demolida el año 1624. Es la última puerta de mi recorrido por la muralla principal.
A partir de ahora el recorrido va a continuar por las puertas de la muralla del barrio al que fueron obligados a trasladarse los musulmanes a raíz de la conquista de Tudela por las huestes de Alfonso I El Batallador.
Por Yeseros salgo a Granados y en su término se juntaba con la calle Carmen Alta. Allí se ubicó hasta finales del siglo XVII la puerta de la Morería que daba paso del barrio cristiano al moro, de un recinto amurallado a otro por lo que no se trataba de una puerta defensiva aun cuando contaba con dos torreones. Cuando los musulmanes fueron expulsados tomó el nombre de Puerta del Mercado.
Giro hacia la Plaza de San Juan y a continuación por la calle Dominicas me acerco al lugar aproximado en el que se supone estaba la Puerta de Velilla, desde donde partía el antiguo camino de Murchante que, bordeando el río Queiles, llegaba a Urzante y Cascante.
Camino un poco rotando hacia la izquierda para tomar la calle Gayarre. El antiguo convento de carmelitas Descalzos, después seminario donde estudiaban los "pipirroyos", es ahora un centro de salud. Llego al colegio de Elvira España, mi primer colegio en el que aprendí a leer y escribir, que entonces llamábamos escuelas públicas. Continúo por Alberto Pelairea, calle dedicada a este poeta tudelano. Al final de esta calle que va a parar al Paseo del Queiles estaba situada la Puerta de Calchetas porque, cruzando un puente, un camino se dirigía a esta desaparecida villa entre Tudela y Urzante. En la actualidad Calchetas es un término comprendido entre el Hospital Reina Sofía y la entrada a la AP-68. Más tarde esta puerta fue llamada La Portaza y después del Postiguillo.
A través de la calle Zurradores me dirijo a la de Herrerías, formada al rellenarse el foso de la muralla que separaba el barrio cristiano de la morería. Por Yanguas y Miranda acabo de nuevo en la Plaza Nueva, cuarto de estar de los tudelanos. Me siento a la sombra en una terraza y saboreo con fruición una refrescante cerveza. Tostada, para más señas, que es la que a mí me gusta.
Otras puertas de las que se tiene noticia son la Ferrena o Real y la de Ardebillas, ambas situadas en el recinto amurallado del castillo, siendo la primera por la que se accedía al recinto del rey.
En nuestra ciudad ha perdurado gran parte del patrimonio particular, tanto eclesiástico como civil: catedral, iglesias, palacios, casas solariegas, escudos, etc. Sin embargo el patrimonio histórico comunal ha tenido otro devenir. Bien sea por imposición, desidia u otros intereses el caso es que quedan escasos vestigios de las murallas, tres pequeños lienzos, de la antigua fortaleza no quedó piedra sobre piedra. Las puertas que he ido recorriendo, como podéis comprobar en mis fotografías, han desaparecido por completo, sin que haya quedado nada que nos haga recordar que por esos espacios, en otro tiempo, pasaba la vida de toda la comarca.
Indudablemente los materiales fueron aprovechados puesto que con las piedras del castillo y las murallas se acondicionaron numerosas casas, bodegas etc. Concretamente, el cañón por donde discurre el río Queiles, bajo la plaza de los Fueros, se construyó con los sillares del arruinado castillo.
Bibliografía:
La Tudela desconocida. Luis María Marín Royo
Llego a la plaza De los Fueros, a la que desde su construcción en el siglo XVII siempre se le ha llamado Plaza Nueva , a pesar de todos los nombres oficiales que ha tenido a lo largo de su vida. Se nota que las vacaciones han terminado puesto que en las terrazas de los bares hay muchos huecos. Cercana a este lugar se encontraba la puerta de Albazares, en la confluencia de las calles Concarera y Muro. Un puente sobre el río Queiles daba paso a unas eras sitas en lo que hoy es la mencionada plaza. Esta puerta desapareció en 1680.
Puerta de Albazares |
Continúo por la calle Muro recorriendo el mismo trayecto que seguía la antigua muralla. Frente a la actual Plaza de la Judería se encontraba la puerta de Zaragoza, una de las más significativas de la ciudad. Desde aquí, a través de un nuevo puente sobre el río, partía el camino hacia Zaragoza de ahí el nombre de esta puerta. Fue derribada en 1633 para evitar desgracias a los transeúntes. Recuerdo el desaparecido puente de hierro sobre el río actualmente soterrado.
Puerta de Zaragoza desde la Plaza de la Judería |
Sigo la dirección de la inexistente muralla por el Paseo de Pamplona, girando a la izquierda para tomar la calle Terraplén. En el lugar por donde el soterrado río Mediavilla sale de la ciudad para desembocar en el Ebro, sobre su lecho existía un torreón y en él se ubicaba la Puerta de Alfandega o de Ribotas. Quizá unas piedras salientes, bajo la vía del ferrocarril, sean la base de dicho torreón.
La puerta de Ribotas |
Siguiendo hasta terminar la calle salgo a la trasera de la iglesia de la Magdalena. La pasarela bajo el ferrocarril me da paso al puente sobre el río Ebro. Aquí estaba situado un torreón con cuatro puertas. Una de ellas que daba directamente al puente se llamaba de Leza. frente a ella, en la muralla, la puerta del Puente por la que se accedía a la ciudad. Perpendiculares a estas, otras dos puertas, una a cada lado. En la posición que me encuentro mirando hacia el puente, la de la izquierda llamada del Cierzo conducía por un camino a la ermita del Cristo. La de la derecha, sin nombre conocido, conducía hacia Ribotas. No queda el menor vestigio.
Aquí la torre del puente y sus 4 puertas |
Tomo la cuesta del Paseo del Castillo. El repecho me hace sudar. A mi izquierda las calles de San Pedro y la Magdalena, esta última con sus escaleras de ruejos. A la derecha el cerro de Santa Bárbara donde en lugar del desaparecido castillo se asienta la efigie del Corazón de Jesús. Al final de la calle, en su confluencia con la de Mediavilla se sitúa la puerta de Calahorra, una de las más primitivas, conocida por este nombre según atestigua un documento del año 1124. Una inscripción árabe existente en esta puerta hasta finales del siglo XVII decía que fue hecha en la hégira 484, hacia 1091 ó 1092, es decir 28 años antes de que Tudela fuera tomada por los cristianos.
Calle Calahorra desde donde se ubicaba la puerta del mismo nombre |
Bajo la cuesta y al final, donde se junta con la calle Yeseros, encuentro el lugar por donde el río Mediavilla penetraba en la ciudad. Justo aquí se levantaba la Puerta de Gazoz y se unían la muralla de la morería con la general de la ciudad. Esta puerta fue demolida el año 1624. Es la última puerta de mi recorrido por la muralla principal.
Puerta de Gazoz |
A partir de ahora el recorrido va a continuar por las puertas de la muralla del barrio al que fueron obligados a trasladarse los musulmanes a raíz de la conquista de Tudela por las huestes de Alfonso I El Batallador.
Por Yeseros salgo a Granados y en su término se juntaba con la calle Carmen Alta. Allí se ubicó hasta finales del siglo XVII la puerta de la Morería que daba paso del barrio cristiano al moro, de un recinto amurallado a otro por lo que no se trataba de una puerta defensiva aun cuando contaba con dos torreones. Cuando los musulmanes fueron expulsados tomó el nombre de Puerta del Mercado.
En su inmediaciones la puerta de la Morería |
Giro hacia la Plaza de San Juan y a continuación por la calle Dominicas me acerco al lugar aproximado en el que se supone estaba la Puerta de Velilla, desde donde partía el antiguo camino de Murchante que, bordeando el río Queiles, llegaba a Urzante y Cascante.
Cerca de aquí la Puerta de Velilla |
Camino un poco rotando hacia la izquierda para tomar la calle Gayarre. El antiguo convento de carmelitas Descalzos, después seminario donde estudiaban los "pipirroyos", es ahora un centro de salud. Llego al colegio de Elvira España, mi primer colegio en el que aprendí a leer y escribir, que entonces llamábamos escuelas públicas. Continúo por Alberto Pelairea, calle dedicada a este poeta tudelano. Al final de esta calle que va a parar al Paseo del Queiles estaba situada la Puerta de Calchetas porque, cruzando un puente, un camino se dirigía a esta desaparecida villa entre Tudela y Urzante. En la actualidad Calchetas es un término comprendido entre el Hospital Reina Sofía y la entrada a la AP-68. Más tarde esta puerta fue llamada La Portaza y después del Postiguillo.
En sus cercanía la puerta de Calchetas |
A través de la calle Zurradores me dirijo a la de Herrerías, formada al rellenarse el foso de la muralla que separaba el barrio cristiano de la morería. Por Yanguas y Miranda acabo de nuevo en la Plaza Nueva, cuarto de estar de los tudelanos. Me siento a la sombra en una terraza y saboreo con fruición una refrescante cerveza. Tostada, para más señas, que es la que a mí me gusta.
Otras puertas de las que se tiene noticia son la Ferrena o Real y la de Ardebillas, ambas situadas en el recinto amurallado del castillo, siendo la primera por la que se accedía al recinto del rey.
En nuestra ciudad ha perdurado gran parte del patrimonio particular, tanto eclesiástico como civil: catedral, iglesias, palacios, casas solariegas, escudos, etc. Sin embargo el patrimonio histórico comunal ha tenido otro devenir. Bien sea por imposición, desidia u otros intereses el caso es que quedan escasos vestigios de las murallas, tres pequeños lienzos, de la antigua fortaleza no quedó piedra sobre piedra. Las puertas que he ido recorriendo, como podéis comprobar en mis fotografías, han desaparecido por completo, sin que haya quedado nada que nos haga recordar que por esos espacios, en otro tiempo, pasaba la vida de toda la comarca.
Indudablemente los materiales fueron aprovechados puesto que con las piedras del castillo y las murallas se acondicionaron numerosas casas, bodegas etc. Concretamente, el cañón por donde discurre el río Queiles, bajo la plaza de los Fueros, se construyó con los sillares del arruinado castillo.
Bibliografía:
La Tudela desconocida. Luis María Marín Royo
Lo que más admiro de los lugares que muestras son las callejuelas y casas que perduran a través de los siglos. Cuando mi padre quiso conocer el lugar dónde babía vivido su padre yo le dije que no ibamos a encontrar nada. Pero me equivoqué.Llegamos a visitarla, claro, un poco derruída por el tiempo pasado. En Argentina no sucede eso, se da paso al progreso y se tira abajo lo que llamaríamos patrimonio de la ciudad.
ResponderEliminarMis saludos desde aquí
Me ha encantado tu ciudad, pero ten cuidado, dicen que casa con dos puertas, difícil de guardar, y la tuya tiene muchas, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dice el refrán, que casa con muchas puertas es dificil de guardar. Pero tu ciudad es sencillamente maravillosa y las fotografias que la acompañan viajan con sentido de responsabilidad. Un abrazo.
ResponderEliminarMi querido amigo: Leyéndote me has traído recuerdos de mi Pamplona con esos nombres como la Plaza de los Fueros, la vuelta al Castillo, la calle de las Dominicas y es que cualquier ciudad de Navarra tiene sus puntos comunes que son los que se llevan en el corazón.
ResponderEliminarBrisas y besos de tu medio paisanica.
Malena
Hay que ver que cambio dan nuestros pueblos y ciudades. En realidad no hace falta mucho tiempo, en apenas cien años, muchas no se parecen en nada a lo que fueron, especialmente con las desaparición de muchas murallas en el siglo XIX para permitir la expansión, y luego en la segunda mitad del XX, con el desarrollo. En fin, para eso tenemos memoria...Un abrazo.
ResponderEliminarPD. Leído mensaje.No es ninguna molestia. Aquí seguimos.
Un bonito y completo recorrido histórico de tu mano. Traído al recuerdo pasajes y lugares hoy modernizados. Una pena que no conserváramos lo antiguo. A veces se tira todo porque estornba para hacer una calle.
ResponderEliminarBss
Magnifica crónica de tu ciudad, si yo tuviera poder para hacerlo no dudaría en nombrarte cronista oficial de mi pueblo.
ResponderEliminarUn abrazo
Dan ganas de salir corriendo y dejarse llevar por ti por ese recorrido, ahora fantasmal dada su desaparición, y escuchar las explicaciones de tus labios. Lo que cuentas es una historia paralela con cualquier ciudad con cierta antigüedad: demolición de lo existente y aprovechamiento de los materiales para construir la modernidad. Veníamos de unas necesidades de atrincheramiento como defensa, algo que hoy no sólo es ineficaz, sino molesto para el tráfico rodado, pero tampoco veo claro que se defienda y conserve adecuadamente lo existente porque el negocio está en construir y no en conservar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Felipe.
Hola Felipe!!!! Bonito paseo el que nos brindas!!!! Me recordaste otros tiempos cuando yo vivía en Pamplona!!!!
ResponderEliminarUna pena tirar lo antiguo para construir gigantes de ladrillos!!!! Por lo menos respetaran "aunque fuera sólo un poco" el arte!!!! BESITOS Y SALUDITOS DESDE LA JACETANIA.