Al abrir la primavera
A Javier van los caminos...
Jueves 3 de marzo: Tudela/El Yugo
Ha amanecido con numerosas nubes grises preñadas de negros presagios. Los augurios se han confirmado, a las dos de la tarde ha comenzado a caer una fina lluvia. No obstante, el desánimo no ha hecho su aparición y a las cuatro en punto, tras la oración al inicio del puente, tomamos la salida ataviados con chubasqueros multicolores.
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Iniciamos la andadura desde el viejo puente de Tudela |
La marcha por el camino de las Norias y el soto de Traslapuente no ha sido excepcionalmente incómoda a pesar del tenaz sirimiri que se ha unido a nosotros como un peregrino más, ya que la pista no estaba en esta ocasión excesivamente embarrada y, al salir a la carretera, incluso ha sido más sencillo el caminar. El calabobos, cual Guadiana, desapareciendo y volviendo a aparecer.
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Por el camino de Carramurillo |
Avituallamiento en el despoblado de Murillo de las Limas. Unas pastas y café calentico que sabe a gloria.
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Nuestro primer avituallamiento |
Reanudamos la andadura y a las siete menos cuarto nos plantamos en Arguedas. El poste indicador marca el Km. 16 a la entrada de la población. Hemos conseguido una media muy aceptable. Atravesamos el pueblo e iniciamos la dura ascensión hacia la ermita de Nuestra Señora del Yugo por el estrecho. Son cinco kilómetros de agotadora pendiente que nos obliga a regular nuestro paso. Poco a poco, conforme vamos superando una rampa tras otra, la noche se nos viene encima.
Jadeantes, vislumbramos unos focos en la lejanía. Son los del albergue junto a la iglesia. Aún nos queda un buen trecho. No han dado las ocho, cuando cruzamos el umbral.
Nuestra intendencia nos ha preparado un tentempié al que acompañamos con unas cervezas y posteriormente sacamos nuestras bolsas de los coches de apoyo. A los que nos quedamos a pernoctar, cuatro mujeres y siete hombres, nos asignan nuestras habitaciones.
El agua caliente de la ducha y una copiosa cena nos hacen revivir. Unos cafés, unas copitas y se inicia una partida de chinchón. Una vez finalizada nos vamos a dormir. La noche está fría.
Viernes 4 de marzo: El Yugo/Murillo el Fruto
Diana a las siete de la mañana. ¡Sorpresa! Caen algunos copos de nieve y está lloviendo con bastante intensidad.
Nos aseamos, vamos a desayunar y mientras esperamos la llegada del resto del grupo, ayudamos a nuestra intendencia, que ya está al pie del cañón bajo un cobertizo, a pelar las patatas para el calderete de la comida.
Como cuentas de rosario van llegando peregrinos de los distintos pueblos de la Ribera. El almuerzo, contundente pero no pesado, nos pone a punto para reiniciar la marcha. Nuestro grupo acude a la ermita a recibir la bendición del peregrino. Resuena con fuerza la jota navarra:
Es morenica y galana.
La patrona la Ribera
es morenica y galana
y no hay pintor que la pinte
ni una imagen que la iguala.
La patrona la Ribera
es morenica y galana
Salimos y… en marcha. Bien abrigados, con chubasqueros y paraguas en ristre reanudamos nuestra andadura que nos dejará al final de la tarde en el pueblo de Murillo el Fruto.
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Descenso de la ermita del Yugo |
Desde la bajada del Yugo hasta la subida de Landazuría, o de las Mulas, como la llaman otros, la ruta al ser de piedras y zahorras compactadas permite un tránsito firme a pesar de la lluvia persistente, cansina. Esta de las mulas es la cuesta que nos remonta al Plano, espacio que ineludiblemente debemos atravesar.
Aquí la cosa se pone fea. El piso, consistente en tierra arcillosa, tiene un manto de lodo que dificulta la caminata. Los vehículos de Cruz Roja y de apoyo han hecho que este sendero sea muy complicado. En algunos tramos abandonamos el itinerario y avanzamos por los rastrojos e incluso por los sembrados. El aguacero continúa, no copiosa pero sí ininterrumpidamente. Se ha convertido en nuestro fiel compañero de viaje.
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En el Plano el camino está impracticable |
Es la una y aún nos quedan cuatro kilómetros endiablados entre el barrizal para iniciar el descenso del Plano. Aquí ya no sirve tener ningún cuidado para recorrer este tramo. La preocupación primordial es mantener el equilibrio y olvidarse del lodo.
Al finalizar el descenso nos encontramos con el lugar habilitado para comer. Nos reciben con un caldico arregla cuerpos. Nos disponemos a reponer fuerzas con un sabroso calderete de conejo, postres de frutas, café y licores. Se nos ha elevado la moral y… ¡ha dejado de llover!
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Ya tenemos a la vista el Monasterio de la Oliva |
De nuevo en marcha. Un buen trayecto por mejores calzadas nos deja a las puertas del cisterciense Monasterio de la Oliva. Una breve visita y continuamos por un paseo paralelo a la carretera que nos sitúa en un par de kilómetros en Carcastillo. Reagrupamiento en el bar programado donde tomamos unas cervezas que nos reconfortan.
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Altar mayor de la iglesia del monasterio |
Un par de kilómetros nos faltan para llegar a nuestro destino, el final de esta etapa. Parece que nos han salido alas. Recortamos esta distancia con prontitud y nos situamos en la plaza de Murillo el Fruto. Son las seis y media de la tarde.
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Dejamos atrás Carcastillo |
Estoy extenuado y no me apetece ducharme con agua fría. Me aseo como puedo y me preparo para acudir a la misa de peregrinos. Ha acudido gente de Tudela en sus vehículos, entre ellos el sacerdote de nuestra parroquia Madre del Buen Pastor, que oficiará la ceremonia. Al finalizar ésta, vibrante, vuelve a oírse la jota navarra:
Tiene sabor peregrino.
La jota de la Ribera
tiene sabor peregrino
y, como Raimundo Lanas,
la cantamos en Murillo.
La cantamos en Murillo
la jota de la Ribera
A continuación disfrutamos de la cena que nuestra intendencia nos ha preparado en un local dispuesto a este efecto. Más tarde un poco de diversión a base de canciones populares, no mucha porque mañana la jornada es larga.
Finalizada la juerga, los que no tenemos un lugar para descansar, podemos hacerlo allí mismo. Tiendo mi colchoneta y, arropado en el saco de dormir me dispongo a pasar la noche.
Sábado 5 de marzo: Murillo el Fruto/Sangüesa
He dormido poco y mal. A las cinco de la mañana ya estoy en pie. El tiempo hasta la hora del desayuno se me hace eterno. Me da la impresión de que las agujas del reloj son de plomo
A la hora de desayunar no tengo apetito y solamente tomo un huevo frito y un café. Se que esto es peligroso puesto que nos esperan cinco horas y media ininterrumpidas de caminar, pero no tengo ganas de más.
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Iniciamos la marcha por la carretera de Ujué |
Ha amanecido un día espléndido, soleado, sin nubes pero la temperatura es baja. A las nueve nos ponemos en marcha. Andamos durante una hora por la carretera de Ujué y tomamos un camino a la derecha que, remontando el río Aragón, no dejaremos hasta llegar a Gallipienzo.
El piso está muy bien, es arenoso y no hay barro salvo en algún que otro sitio. Marchamos por el valle y el sol comienza a calentar de tal modo que nos vemos obligados a desprendernos de ropa de abrigo.
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El camino discurre por bellísimos parajes |
El camino discurre paralelo al río, entre pinos, carrascas, jaras, romeros, bojes, tomillos… haciendo múltiples toboganes, unas veces al nivel del agua, otras a bastante altura. Los montes nos rodean por todas partes. El murmullo del torrente nos va haciendo compañía. Por doquier, almendros en flor rompiendo la monotonía del verde. Es un paisaje de ensueño.
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Sin dejar el río Aragón |
Nos van adelantando grupos de jóvenes en bicicletas de montaña con el mismo destino que nosotros. Abajo, la larga lengua verdosa del Aragón lame las riberas. Seguimos caminando sin parar. Mis compañeros me informan que, a continuación de una cuesta a la que llaman la liviana, la ruta es más llevadera. Es la primera vez que hago este itinerario, anteriormente siempre lo había hecho por San Isidro del Pinar, parando a comer en Gabarderal, despues de atravesar el monte Peña.
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Llegando a la cuesta "la liviana" |
Vemos ya la liviana. Se trata de una cuesta corta pero muy empinada. Quedo algo rezagado de mis compañeros y la culmino entre jadeos. Un pequeño avituallamiento y reagrupamiento. Solamente tomo dos vasos de agua con limón.
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Vigilando el río, arriba, el antiguo Gallipienzo |
Comenzamos el descenso. En nuestro frente, en las alturas, el antiguo pueblo de Gallipienzo y su castillo. Avanzamos junto al río un largo trecho. No me encuentro con muchas fuerzas, me descuelgo algo de mis compañeros, que siguen con buen ritmo, y me uno a otros que iban más retrasados. Se me hace muy largo pero por fin llegamos a la plaza del nuevo Gallipienzo a cerca de las dos de la tarde.
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A esto se debe el color verde del agua: reflejos. |
Tenemos la comida preparada en un restaurante. Como poco. No me pasa la comida. Tomo una infusión de manzanilla y no me asienta el estómago. Solamente nos faltan quince kilómetros, es decir, dos horas y media de andadura, pero decido no hacer tonterías y, junto a un compañero cuyo pie es toda una ampolla sangrienta, aprovechamos para que uno de nuestros coches de apoyo nos conduzca al hotel donde tenemos previsto pernoctar.
En el hotel, descanso un rato, me ducho y poco a poco me voy reponiendo, tanto es así que salgo al encuentro de mis compañeros a la entrada del puente de Sangüesa.
Ceno bastante bien, me tomo una infusión y subo a la habitación. Es una triple en la que vamos a dormir seis personas. Un compañero me indica que ocupe yo la cama, él dormirá en una colchoneta en el suelo puesto que la noche anterior lo hizo en un buen lecho.
Agradezco enormemente su detalle y tras asearme me entrego a un sueño reparador.
Domingo 6 de marzo: Sangüesa/Javier/Tudela
Me despierto al oír a mis compañeros de habitación. He dormido de un tirón. Tras el descanso, a pesar del bajón físico y moral del día de ayer, noto que me encuentro en buena forma.
Desayuno bien, me uno al grupo y nos dirigimos a la puerta del hotel de donde partirá el vía crucis. Hay un enorme bullicio de gente que se está reuniendo para este acto tradicional.
El cielo está despejado, sin embargo hace verdadero frío. Hay escarcha en los campos y cunetas. Nos abrigamos en tanto esperamos para iniciar la marcha y recorrer los seis o siete kilómetros que nos separan del Castillo de Javier.
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Se va a iniciar el vía crucis |
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Los últimos kilómetros |
A las ocho parte el vía crucis y una marea humana va ocupando toda la carretera. El paso es vivo, no de procesión. Me sorprende ver a muchos jóvenes. Numerosas cruces y banderas. Música clásica y religiosa. De vez en cuando las estaciones del vía crucis. Sol refulgente y jirones de niebla que pasan de uno a otro monte, Nos vamos acercando. Ya vemos a nuestra izquierda la mole imponente de la Sierra de Leyre. Entre los pinos se entrevé el castillo. Ya estamos muy cerca. Hemos llegado.
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La sierra de Leyre vigila la peregrinación |
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El castillo a la vista |
Faltan veinte minutos para la misa. Nos dirigimos a la zona comercial y damos el visto bueno a un bocata de tortilla de patata y una cerveza. Compro unos recuerdos para mi mujer, mis nietas, mi nieto en camino y, lógicamente, también para mí la clásica cruz.
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Esperando el comienzo de la misa |
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La ceremonia ha comenzado |
Ya, por libre, me dirijo a la plaza y como faltan unos minutos para la eucaristía, hago la visita al patrón de Navarra San Francisco Javier. Observo la plaza abarrotada de un público multicolor. Al poco rato comienza la ceremonia oficiada por el Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela.
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Nos despedimos de la sierra de Leyre |
Después, el tiempo justo para acudir al autobús que nos devolverá a nuestro punto de partida del jueves pasado, nuestra querida ciudad.
Nos dirigimos primero a una bodega de Murchante donde tenemos un ágape de última convivencia. Buen menú regado con el excelente vino de la bodega y mejor ambiente. Besos y abrazos de despedida. Seguramente algunos tardaremos en volver a vernos.
Ha sido una excelente experiencia mi adhesión al grupo “Tudelanos por Javier”. La armonía y la camaradería ha reinado durante todo este periplo. Me siento muy satisfecho a pesar de esa incidencia física y moral que sufrí el sábado. En esos momentos pensé en no repetir jamás. Ahora, con otra perspectiva, si me encuentro en condiciones físicas y anímicas, lo más probable es que el próximo año, al abrir la primavera, me ponga de nuevo en camino hacia el Castillo de Javier.