Días pasados, conversando con mi vecino de huerto, recordamos con regocijo una situación equívoca que se produjo uno de los veranos en que ambos pasábamos la canícula en nuestras colindantes casas de campo, que en numerosas ocasiones he comentado con mi mujer.
Dado que su esposa y yo trabajábamos y teníamos los mismos horarios, acordamos optimizar recursos y decidimos que yo la llevaría en mi coche, la dejaría a las ocho de la mañana en su centro de trabajo que me caía de paso, estacionaría mi vehículo en su plaza de garaje, próximo al banco donde yo prestaba mis servicios, y a las tres de la tarde la recogería de vuelta para comer en el huerto ya cada uno en su casa.
Algo similar a lo que hacíamos cuando nuestros hijos eran menores y los teníamos que llevar a Tudela con el fin de que fueran al cine o a estar con sus amigos. Nos turnábamos para evitar viajes duplicados. Nos fue de una gran utilidad y de la misma manera en esta nueva coyuntura.
Por las noches, después de cenar, nos juntábamos los dos matrimonios en una de nuestras casas, alternativamente, para tomar unos pelotazos y charlar un poco. Estábamos solos en pleno campo y la televisión no era nuestro fuerte.
Una noche, en una de nuestras veladas, les dije:
- ¿Os dais cuenta de que Rosa y yo estaremos en boca de todos? Tudela es un pueblo para estas cosas.
- ¿Pues? (forma de preguntar típica de los tudelanos, equivalente a por qué)
- Tened presente lo que dirán sus compañeros de trabajo en el hospital: Esta no viene de casa. El que la trae... no es su marido. La recoge a las tres y vuelven juntos al día siguiente. ¡Aquí hay lío!
Nos miramos los cuatro y soltamos una carcajada.
- ¡Anda, pues es verdad! ¡Que se jodan!
Mi vecino y yo, al cabo de los años, volvimos a reírnos nuevamente de esta situación que para algunos podía resultar sospechosa y sin embargo para nosotros era totalmente natural.
¿Cuantas veces nos ocurre que creemos haber visto lo que no ha sucedido? Lo malo de estas circunstancias es que, en numerosas ocasiones, dan pie para la maledicencia. Afortunadamente en nuestro caso no ocurrió.
Felipe, a mi me ocurrió algo parecido. Cuando trabajaba tenia un compañero que mas que eso era un entrañable amigo y la hora del desayuno coincidía con la miá y todos los días salíamos juntos a desayunar, pues gente "mal pensada" hicieron sus comentarios. Cuando nos enteramos, nos hartamos de reír. Y es que hay gente para todo ¿no crees? Un abrazo.
ResponderEliminarSiempre hay gente ávida de inmiscuirse en la vida de los demás. Suerte que no fuisteis las víctimas!
ResponderEliminarMe parece genial la idea de compartir coche:el medio ambiente y el bolsillo lo agradecen!
Un abrazo!
¡Crees, Felipe, que porque me haya venido de vacaciones a Ibiza voy a dejar de espiarte? Un día tendrá que llevarme a tu huerta y enseñarme tus frutales. Un abrazo.awara
ResponderEliminarA todos nos han pasado cosas similirares. El problema está en la mente de quien confabula y se mete en la vida ajena. Eso era antes, seguro que hoy nadie pensaría en eso. Antes era inpensable que admitierabn una amistad con el sexo oppuesto de la que era acerrima defensora. Hoy nadie lo cuestiona.
ResponderEliminarEnvidoa cochina.
Un abrazo
wow nice pic and nice blog....
ResponderEliminar¸.•´¸.•*´¨)¸•*¨)۞♥
ResponderEliminar(¸.•´ (¸.•` ¤…
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me acerque a leerte