Tal como habíamos quedado mi hermano y yo, este jueves pasado salimos a dar juntos un paseo. Esta vez, yo había preparado de antemano el itinerario. Fui a buscarle y, de nuevo en su coche, tomamos la carretera NA-160 que, pasando por Cintruénigo, nos llevó a la villa de Fitero.
Una vez en esta población, aparcamos el vehículo al iniciar la carretera a Valverde, anduvimos unos 150 metros y tomamos un camino a la derecha, donde había un letrero anunciador del recorrido del Circuito de las Roscas, rotulado como sendero local SL NA-216, con una distancia de 8,2 kilómetros .
Caminamos un trecho entre las huertas, intuyendo el cercano río Alhama, y al poco tiempo de abandonarlas nos topamos con un pequeño arco de piedra del siglo XVII sobre el cual discurre una acequia de la que se filtraba alguna que otra gota de agua. Nos picó la curiosidad, pasamos por debajo entre la maleza y salimos a un reducido barranco que inspeccionamos a conciencia. En el prospecto que llevaba a mano leí que se trataba del Pozo del Sueño y el barranco del Lindo.
Pozo del Sueño y barranco del Lindo |
Satisfecha la curiosidad, retornamos al camino. Oímos el canto de unas aves, tordas (malvices) negras, dijo mi hermano, reconociéndolas como buen cazador. Continuamos la marcha, ahora protegido nuestro flanco izquierdo por unos farallones rocosos. En un corto trecho hallamos una oquedad a la que se llega por una estrecha senda ascendente. Se trata de la Cueva de la Mora , inmortalizada por la leyenda de Gustavo Adolfo Becquer.
Ascendiendo el barranco |
Durante todo el trayecto, teníamos a la vista los, cada vez más cercanos, blancos edificios del Balneario de Fitero. Cuando ya estábamos a punto de arribar a él, tomamos el desvío a la izquierda que por la ladera del barranco va ganando altura hacia la dehesa del castillo. Por más que miramos hacia la cúspide no logramos descubrir a ciencia cierta la ubicación real de las ruinas del castillo de Tudején.
Dejamos atrás el balneario de Fitero |
Nos paramos a observar los restos de una antigua nevera de piedra. El ascenso está jalonado de yesos que reverberan con el sol. Tomillos, romeros, espartos y algunas lavandas componen la escasa vegetación que acompaña a los pequeños olivos existentes en la zona. Pasamos junto a un pequeño refugio y el panorama se abrió ante nosotros.
Las Roscas |
Las Roscas |
Un macizo rocoso a nuestra izquierda, el de Las Roscas, nos dejó sorprendidos con unas configuraciones erosionadas muy características. La pista va bordeado la montaña haciendo que los peñascos tomen las apariencias más variadas conforme vamos girando. Es un rincón singular donde la naturaleza ha esculpido las rocas creando formas caprichosas haciendo de éste un lugar mágico, cual ciudad encantada navarra.
Las Roscas |
Los buitres han establecido en estos riscos su espacio de nidificación y distinguimos varias aves sobrevolando y posándose en las alturas. Durante la travesía escuchamos los sonidos de las grullas iniciando sus agrupaciones flechiformes.
Las Roscas |
La ruta desciende hacia el barranco de los Blancares y giramos bruscamente a la izquierda en el paraje de Peña Roya. A ambos lados campos secos y almendros en flor. Un pequeño puente en una curva, al final de una charca con abundantes carrizos, hizo que pudiésemos salvar el barranco. En unos cuantos pasos alcanzamos la carretera de Valverde y a escasos quinientos metros vimos nuestro vehículo estacionado.
La charca junto al puente |
El pequeño barranco de los Blancares |
Después de recorrer los veintitrés kilómetros que nos separaban de Tudela, llegamos justo a tiempo para comer.
Que belleza de paisajes.
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Mi físico no me permite hacer tus caminos ni tus caminatas, pero me lo pones muy fácil cuando me asomo a tu "mejana". Gracias una vez más, Felipe.
ResponderEliminarQue montañas más curiosas, si que parecen roscas. Será por pasear. Tienes que estar sanísimo y no parece por el color del cielo que haya contaminación.
ResponderEliminarUn abrazo
Magnífica descripción,amigo Felioe de un paisaje de ensueño, del que me llama poderosamente la atención esas rocas que parecen esculturas vivas de una naturaleza prodigiosa.
ResponderEliminarTe felicito por la descripción y me quedo con las ganas de poderlo visitar. Un abrazo.
Gracias Felipe por poder seguir viajando dentro de España...sin moverme de mi Santiago austral.
ResponderEliminarQue maravillas nos ofrece la naturaleza y si se tiene la suerte de verlas personalmente aún mas. Tienes que sentirte muy afortunado por poder realizar estas rutas Felipe y tambien felicito a tus "piernas".Un fuerte abrazo querido amigo.
ResponderEliminarQué preciosidad de rocas!! Recuerdo haber pasado por Cintruénigo cuando iba a Pamplona y haber parado en una fábrica de figuras de alabastro.
ResponderEliminarUn abrazo!