El sábado, a la vuelta de mi excursión por los Altos de Canraso, me encontré con un miembro de la peña La Teba , entablamos conversación y me comentó que habían programado para el domingo una marcha por el Vedado de Eguaras. Se trata de una reserva natural enclavada en las Bardenas Reales de Navarra que sin embargo no pertenece a ellas. Como preparación para la Javierada , me pareció interesante incorporarme al grupo, se lo sugerí y me dijo que podía acompañarles con toda tranquilidad.
A las ocho de la mañana salimos en nuestros vehículos para situarnos en el punto de partida. Una densa niebla dificultaba nuestra visión. Dejamos atrás Arguedas y el Yugo y enfilamos el Camino Real de Tudela en dirección a Carcastillo. Dejamos los coches en el corral que hay junto a la cuesta de Landazuría, subimos el repecho y comenzamos a caminar por El Plano. En una bifurcación giramos a la derecha y, poco más adelante, penetramos en territorio del Vedado.
Caminando por el Vedado |
Albergábamos la esperanza de que levantara la niebla y luciera un sol esplendoroso que nos permitiera admirar la belleza del paraje. Vana ilusión. La bruma, tozuda, fue compañera inseparable durante toda la mañana.
Camino dificultoso en algún tramo |
No hubo forma de contemplar prácticamente nada de un paisaje medianamente lejano. Solamente teníamos visibilidad unos metros a ambos lados de la pista. Lentiscos y pinos, algunos invadidos por el muérdago, flanqueaban nuestro paso. Los espartos y sisallos rozaban nuestros pies, en tanto, los romeros y lavandas daban un aroma liviano al ambiente humedecido.
Visión muy limitada |
Tras algo más de una hora de andadura llegamos a la casa del guarda, un edificio de dos plantas muy deteriorado. A escasos metros apenas se distinguía, encaramada en un cerro, la silueta amorfa del castillo de Peñaflor o de Doña Blanca.
La casa del guarda |
Con algunos efectos del ruinoso edificio, montamos una improvisada mesa en la que, poco a poco, fueron apareciendo un sinfín de viandas suficientes para reponer fuerzas y algo más. Debidamente reconfortados con el comercio y el bebercio, emprendimos el regreso hasta el lugar donde habíamos estacionado nuestros coches. En tres cuartos de hora estábamos en casa.
Mesa dispuesta para el yantar |
Es la segunda vez que trato de apreciar este rincón emplazado en las Bardenas Reales sin haberlo conseguido todavía. En la primera ocasión no pude ni llegar, apenas se veía a dos metros de distancia y temí perderme en los caminos. En esta oportunidad he logrado hollarlo, pero verlo, lo que se dice verlo, ni por asomo. Otra vez será.
Eso otra vez será. "A la tecera vez va la vencida" Por lo menos os habéis puesto las botas con el bebercio y esas estupendas viandas.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Cómo me haces disfrutar con tus caminadas! Leyéndote da la sensación de que lo haces sin el menor esfuerzo, que tienes mucho más fuelle que ofrecer. Me gustaría que seas prudente y que, en la medida de lo posible, lo hagas acompañado: además de más ameno es más seguro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Insiste, pero que sea en otra estación del año.
ResponderEliminarDebe de ser un lugar precioso.
Un beso
Efectivamente, otra vez será y como eres un "andarín" incansable seguro que lo consigues.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola. Desde Gran Canaria un saludo muy afectuoso en un día espléndido de sol. Ángel
ResponderEliminarNo alcanzaríais vuestro objetivo, pero os consolatéis generosamente con las viandas.
ResponderEliminarSaludos
Un gusto acompañarte en tu intentona, por lo menos comísteis entre amigos. Lo mejor.
ResponderEliminarA la tercera irá la vencida.
Besos y gracias por compartir.
En ocasiones en invierno y con calma chicha la niebla nos dificulta la vision, pero las viandas seguro que desaparecieron todas.
ResponderEliminarSaludos
Todo evento tiene su parte positiva. Pienso que esta circunstancia adversa fortalezca tu personalidad y sirva como preparativo para la javierada que está al llegar. Os deseo a todos los peregrinos que no llueva y que tengáis el aire a favor.
ResponderEliminarSaludos!!!
No hay dos sin tres, así que ya verás como cuando vuelvas la niebla da una tregua y te permite ver el paisaje.
ResponderEliminarAbrazo!
¡Que gusto terminar una excursión con una mesa así de compartida!
ResponderEliminarNo veo la decepcion por ningun lado. Viendo un poco, andando lleno de vigor y con ese yantar maravilloso, pasaste una mañana explendida y ademças ha servido para que los que te leemos hayamos disfrutado de tu excursion. Un abrazo Lola
ResponderEliminar