A las diez y media me he puesto en marcha. Ayer, cuando llegue al barranco de Barcelosa me quedé con las ganas de hacer la ruta de los Altos de Canraso y he salido dispuesto a cumplir mis deseos con el presentimiento de un magnífico día.
Siguiendo el mismo itinerario de ayer, por el paseo del Cristo, en tres cuartos de hora me planto en el puente sobre la vía que da acceso al barranco de Barcelosa. La temperatura va ascendiendo y han quedado atrás los 5º iniciales.
Estudio el panel indicador y fijo en mi memoria el plano del recorrido tomando nota de que tiene una longitud de nueve kilómetros. Sin pensarlo dos veces tomo una pista que, dejando a la derecha la finca de las coliflores, me sitúa en el dique del embalse.
Marcho durante un buen trecho bajo un sol radiante reconfortado por una suave brisa, ascendiendo y descendiendo por los ligeros toboganes del camino que bordea el barranco. Abundan los pinos y cipreses. En la hondonada los chopos, desnudos de hojas, sarmentosos, se abren paso entre los carrizos. Varios conejos huyen despavoridos al oír mis pasos.
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Cromatismo en la vegetación |
Llego a un punto en que la vereda se empina para alcanzar las alturas, caigo en cuenta que nueve kilómetros de travesía con duras subidas y un descenso muy pronunciado me va a llevar un buen tiempo y, recordando que llegar desde casa hasta el inicio de la ruta me ha costado 45 minutos y voy a invertir otros tantos en el regreso, considero que la caminata supone una tarea excesiva.
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Un pequeño repecho al inicio |
En vista de ello decido en ese punto modificar el plan previsto y regresar por otro camino que recuerdo haber hecho en otra ocasión bordeando la falda de Canraso. He tomado la decisión más idónea. Ha resultado un paseo extraordinario. Me he quedado sin palabras ante la sencilla belleza de este barranco. Tanto es así que dudo saber expresar lo que he sentido, por tanto, como una imagen vale más que mil palabras, os dejo con las instantáneas que he ido tomando durante la andadura, a pesar de mis limitaciones como fotógrafo.
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Los pinos omnipresentes |
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Los carrizos señalan el cauce del barranco |
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También abundan las torres de alta tensión |
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Predominio de arcillas |
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La bruma dificulta la vista del valle. Al fondo Canraso |
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Pinos y más pinos. |
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Erosión de las aguas |
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Embalse. Al fondo la Bardenilla |
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Las barrancadas hacia el estanque |
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Mirando hacia abajo |
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Camino por la falda de Canraso |
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Caídas de Canraso |
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Descansillo en el camino |
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El estanque desde otra posición |
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Está cercano el final |
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Chopos desnudos |
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Pino muerto caído |
Tengo la esperanza de haber sabido plasmar medianamente bien alguna de las sensaciones percibidas y que las fotografías sean de vuestro agrado.
Cuando a mi regreso, cansado, traspongo el umbral de mi casa, consulto el reloj y veo que han transcurrido tres horas desde mi salida. Probablemente, la ruta inicial hubiera supuesto una hora más de caminar. De nuevo, los Altos de Canraso quedan pospuestos para una ocasión más propicia.
Mi querido Tajafuerte amigo: después del esfuerzo realizado, tratando de seguir tu marcha, subiendo, bajando, viendo cómo te perdía de vista con riesgo de perderme y tener que acelerar, sudoroso y acalorado, me voy directamente a la ducha para poner fin a este sofoco.
ResponderEliminarGracias por tu mano conductora.
He llegado aquí desde un blog que ambos visitamos. He dado un vuelta por él y me gustan los textos y las fotos. Te enlazo a mi blog. Te dejo el mío: Tiejerasdepapel, por si quieres ecahrle un vistazo.
ResponderEliminarUn saludo
¡Uf! casi me quedo sin poder volver mis rodillas empezaron a dar la lata muy pronto.
ResponderEliminarAlgún día me tienes que explicar que haces con las fotos antes publicarlas como le pones el marco y los títulos ¿vale?
Mi muy estimado Felipe: no conocia tu actividad de bloguero, pero reconozco que tu con tu bici, tusganas de andar y tu buen hacer terminaras siendo un gran comentarista y un genial fotografo. un saludo desde aqui cerca
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