Ayer aprovechando el fresquito de la mañana, mi esposa y yo, hicimos una visita al mercadillo de antigüedades y artesanía que se celebra en Tudela todos los primeros domingos de mes. Es un mercado reducido que se sitúa en la calle Herrerías pero que resulta muy interesante.
Mientras mi mujer se detenía en el puesto de artesanía de nuestra hija, yo me dediqué a echar un vistazo por los diferentes tenderetes.
Había de todo como en botica, incluso cintas de vídeo VHS a 50 céntimos. Me entretuve viendo los discos de vinilo por si había alguna oportunidad. Estaban a muy buen precio, un euro, pero no me satisfizo ninguno. Posteriormente ojeé libros de todos los estilos.
Seguí más adelante y vi en diversos lugares cámaras fotográficas, jofainas, cuadros, teléfonos, llaves, sellos, monedas, estampas, una imagen de La Virgen en madera de tamaño casi natural muy antigua, un arado, dos trillos, planchas de carbón, una rueda de timón, un fanal, un baste, horcas, una tuba, una cizalla enorme de madera y metal, un carricoche con caballito de madera… en fin, toda clase de artilugios y cachivaches.
Recogí a mí mujer y nos dimos otra vuelta. Nos paramos en un stand donde se vendían libros descatalogados sobre Navarra y Tudela. Los últimos son mi punto débil. Tenía algunos títulos verdaderamente sugestivos. Me hice con una lista de obras de José María Iribarren con el fin de averiguar cuales de ellas me faltan y adquirí UNA HISTORIA DE REHABILITACIÓN URBANA EN TUDELA, de Belén Esparza. Trata sobre la rehabilitación del casco antiguo de Tudela desde 1983 a 2003.
Es quizá un libro algo técnico pero le encontré el atractivo fotográfico de las actuaciones urbanísticas comparando el estado antiguo con el actual.
Hay personas que tienen la habilidad de ver cosas extraordinarias entre las desportilladas antigüedades; no es mi caso, pero no por ello me deja de seducir ese paseo que describes pululando entre la diversidad y adivinando la larga trayectoria que tendrá cada uno de los enseres a la venta.
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