Asistimos ayer en la Catedral de Tudela a un extraordinario concierto que bajo este título presentó el grupo Ensemble Durendal. El concierto, según la propia leyenda del prospecto, es un viaje musical imaginario a través de las vías de peregrinación hacia Santiago

Con el fondo del maravilloso retablo del Altar Mayor, pintado por Pedro Díaz de Oviedo en el siglo XV, la suave armonía surgida de los especiales instrumentos utilizados por esta agrupación nos transportaba a los tiempos del medioevo.
En la hora escasa que tuvo de duración escuchamos unas melodías interpretadas con tal sensibilidad que quedamos maravillados. Todos los componentes rayaron a gran altura pero a mí particularmente me llamó la atención Iñigo Casali con una voz sin artificios, bien modulada tanto en calidez como en volumen y, por añadidura, su virtuosismo con las flautas.
En cuanto al programa poco que añadir. Canciones y melodías que abarcan desde el siglo XII al XVII, muy agradables de escuchar y, en mi opinión personal, destacar Aond’irá aquel Romeiro, Hymnus peregrinaron Dum Pater familias (del Codex Calixtinus), Ad mortem festinamus, la lauda OJesu dolce y La mantovana.
¡Qué suerte, Felipe!
ResponderEliminarMientras tú acariciabas tus sentidos con melodías de los siglos pasados, yo me rebozaba en el sudor de los 40º y la quietud del viento. Por aquí nadie soplaba ni tañía; ni siquiera la brisa entraba por la ventana, sólo ruidos molestos... Y es que mi mejana es evidentemente otra.
Un abrazo.
Hola Felipe:
ResponderEliminarTal como dice Francisco, también pienso que refugiarte en la Catedral, fuera del goce musical y religioso, te permitió escapar del calor sofocante.
Un abrazo.